Daystar Television Network, la megaiglesia estadounidense fundada por la estrella de televisión Marcus Lamb, recibió una gigantesca suma de dinero en ayuda fiscal destinada a pequeñas empresas que están pasando penurias por la crisis económica en medio de la pandemia de covid-19.

Los fondos eran parte de un programa de miles de millones de dólares repartidos durante el gobierno de Donald Trump en 2020 llamado Paycheck Protection Program (PPP).

El millonario televangelista es el líder carismático de una de las mayores cadenas religiosas de televisión del país que, por ser una organización religiosa, está exenta de pagar impuestos.

La iglesia de Lamb recibió US$3,9 millones en auxilio financiero del gobierno, para que pudiera seguir pagando el salario de sus empleados.

Todo parecía normal hasta que estalló un escándalo, cuando el medio de comunicación Inside Edition descubrió que dos semanas después de recibidos los fondos, la iglesia compró un lujoso jet privado para 14 pasajeros.

El líder religioso, quien es dueño de una gigantesca mansión, negó que la iglesia utilizara fondos públicos para comprar el avión y dijo que lo financió con los recursos provenientes de inversiones y de la venta de un jet antiguo.

Tras la publicación del reportaje, Lamb devolvió los US$3,9 millones. BBC Mundo contactó a la organización liderada por Lamb, pero no recibió respuesta.

Este es uno de los casos que ha puesto en duda la transparencia del programa de ayuda financiera. Pero no es el único.

El reclamo de las pequeñas empresas

Lanzado en abril del año pasado, el Paycheck Protection Program es un programa cuyo objetivo original era ayudar financieramente a las pequeñas empresas a través de la entrega de préstamos condonables respaldados por el gobierno, con la idea de proteger empleos.

El problema es que muchos pequeños negocios, especialmente aquellos cuyos propietarios pertenecen a minorías étnicas, reclamaron por no haber recibido la ayuda prometida, pese a estar al borde de la bancarrota.

La polémica creció cuando empresas grandes como la cadena Shake Shack o Los Ángeles Lakers, fueron beneficiados con millones de dólares. La presión fue tan grande que incluso algunas de las grandes compañías devolvieron el dinero.

Otro elemento que avivó el fuego es que por meses las autoridades no quisieron revelar el nombre de las empresas beneficiadas, generando un manto de duda sobre quiénes estaban recibiendo el beneficio fiscal.

Cuando finalmente la información se hizo pública a comienzos de diciembre, quedó claro que una parte importante de los fondos fue destinada a grandes compañías, algunas de ellas vinculadas indirectamente con el presidente Trump o su familia.

Y cerca de 600 compañías, dentro de las cuales había iglesias, recibieron el máximo permitido por el programa de US$10 millones.

Las autoridades alentaron a los grandes bancos a otorgar el beneficio a sus "clientes ricos a expensas de pequeñas empresas con verdaderas dificultades en comunidades desatendidas", señaló un subcomité de la Cámara de Representantes.

"Es una vergonzosa negligencia en el cumplimiento del deber y una flagrante mala gestión", dijo Kyle Herrig, presidenta de la organización Accountable.US.

El gobierno negó que las críticas tuviesen fundamento.

"El gobierno entrega dinero ciegamente"

"Muchas megaiglesias recibieron fondos de ese programa pese a tener grandes reservas de dinero", dice Pete Evans, representante de la fundación sin fines de lucro Trinity Foundation, dedicada a investigar fraudes y manejo financiero de organizaciones religiosas en Estados Unidos, en diálogo con BBC Mundo.

"Me preocupa que la gente pase hambre mientras se gastan millones de dólares en televangelistas que viajan en jets privados, viven en grandes mansiones, conducen Bentleys o Mercedes y llevan estilos de vida lujosos", apunta.

La fundación detectó que al menos US$78,6 millones en ayuda gubernamental, entregada a través del programa Paycheck Protection Program fueron destinados a televangelistas, canales de televisión religiosos e iglesias con presencia televisiva.

"Recibieron esas ayudas porque estaban muy bien conectadas con nuestro anterior presidente", argumenta Evans.

Entre las instituciones religiosas beneficiadas estuvo, por ejemplo, la Primera Iglesia Bautista de Dallas, cuyo pastor, Robert Jeffress, ha sido miembro de la junta asesora evangélica de Trump.

Otra fue una iglesia de Florida vinculada a la asesora espiritual de Trump y líder del "evangelio de la prosperidad," Paula White.

Y una organización sin fines de lucro, centrada en el cristianismo, donde Jay Sekulow, el abogado que defendió al presidente durante su primer impeachment, es el abogado principal, también consiguió recursos fiscales.

Evans explica que en Estados Unidos las organizaciones sin fines de lucro están obligadas a declarar su situación financiera. Sin embargo, las iglesias no tienen esa obligación.

"El gobierno entrega dinero ciegamente. Es imposible saber si una organización es corrupta o no porque las leyes permiten una gigantesca falta de transparencia", explica.

Varias de las megaiglesias que recibieron auxilio financiero por la pandemia son lideradas por carismáticos televangelistas como el multimillonario Joel Osteen, de la iglesia Lakewood, en Houston, Texas.

La iglesia de Osteen, que obtuvo US$4,4 millones, fue contactada por BBC Mundo, pero no recibió respuesta.

Sin embargo, un portavoz de la organización señaló en una declaración pública que el dinero fue utilizado para resguardar el trabajo de 368 trabajadores a tiempo completo y parcial, y que nunca fue destinado al beneficio personal del pastor.

US$7.300 millones para organizaciones religiosas

Durante el gobierno de Trump, el controvertido programa de ayuda estuvo a cargo del departamento del Tesoro y de la Administración de Pequeños Negocios (Small Business Administration, SBA), organismo responsable de su implementación.

En su página web la SBA informa que hasta ahora el total de fondos entregados a organizaciones religiosas es de US$7.300 millones.

En ella también hay publicada una lista con los nombres de los beneficiarios y los montos asignados a cada uno, luego de que creciera la presión pública para que se difundieran los datos.

Las autoridades responsables del programa ya no están en sus cargos luego que el 20 de enero asumiera la presidencia Joe Biden, cuestión que abre la interrogante sobre qué pasará en el futuro con este tipo de apoyos financieros.

John Arensmeyer, fundador y presidente de la organización Small Business Majority (Mayoría de Pequeñas Empresas) argumenta que los fondos deberían repartirse de una manera ecuánime.

"Es fundamental que la SBA garantice una distribución equitativa de los fondos para combatir los problemas que asolaron a este programa el año pasado", le dice a BBC Mundo.

"Nadie ha desafiado la legalidad"

Aunque algunos argumentan que las ayudas entregadas a las iglesias tienen plena justificación porque son organizaciones que le dan trabajo a muchas personas, otros plantean que la situación no es tan simple.

Micah Schwartzman, profesor de Derecho de la Universidad de Virginia, explica que hasta ahora nadie ha desafiado la legalidad de las ayudas a las iglesias.

"La Corte Suprema encontraría que tal financiamiento es legalmente admisible", le dice a BBC Mundo.

Al preguntarle si considera justo que varias megaiglesias hayan recibido ayuda financiera antes que pequeños negocios, Schwartzman dice que para responder esa pregunta es necesario contar con más información.

"Hay que saber más sobre la necesidad financiera de esas organizaciones religiosas, cuántos empleados tienen y si han sido cerradas debido a las regulaciones de salud pública en relación al covid", explica.

Otra arista del debate que destaca el académico es que las autoridades otorgaron una exención especial que permitió a organizaciones locales asociadas a las megaiglesias recibir el beneficio, "incluso cuando las organizaciones sin fines de lucro seculares en una situación similar, no hubieran calificado".

"Esa desigualdad en la financiación es injusta e inconstitucional", señala el abogado.

Los televangelistas con jets privados y mansiones

Varios de los líderes de las iglesias que recibieron ayuda financiera son conocidas figuras que llevan un estilo de vida lujoso.

Aunque a algunos creyentes les puede parecer que esa opulencia no sigue las enseñanzas religiosas, otros aseguran que los televangelistas están en lo correcto.

No es extraño que algunos de ellos se refieran al dinero como "una semilla" durante sus prédicas. La teoría es que si los espectadores hacen una donación a la iglesia, es decir, "plantan una semilla", el monto regresará a ellos multiplicado.

Se les conoce como los "predicadores de la prosperidad", quienes promueven el "evangelio de la prosperidad" que vincula de forma explícita riqueza y religión.

Muchos donantes suelen estar al tanto del lujoso estilo de vida de sus predicadores y lo ven como un símbolo de una conexión directa con Dios.

La idea es que si los pagos "semilla" han funcionado para los televangelistas, también pueden funcionar para uno.

Esa perspectiva comenzó a popularizarse hacia fines de la década de los 50, cuando predicadores como Oral Roberts saltaron a la fama.

Años más tarde se hizo cada vez más común que los televangelistas vivieran en mansiones y viajaran en jets privados, provocando duras críticas por la falta de transparencia en el manejo de los fondos.

Uno de los multimillonarios religiosos que popularizó aquel estilo de vida es el controvertido Kenneth Copeland, quien fue miembro de la junta evangélica asesora de Donald Trump, tiene tres jets y en 2020 dijo que él podía curar a los contagiados con covid-19.

Aunque los televangelistas ya no son tan famosos como lo fueron en décadas pasadas y muchos ya no apelan al evangelio de la prosperidad, aún tienen miles de millones de seguidores en Estados Unidos y el mundo.

"El problema es que exportamos el modelo de los televangelistas al resto del mundo. Estados Unidos exportó el evangelio de la prosperidad a muchos países", dice Evans.

Al final de cuentas, es precisamente ese evangelio de la prosperidad (entre otras creencias), una de las razones que hace que los seguidores no tengan interés en monitorear la situación financiera de los predicadores ni de sus iglesias.

Pero cuando se trata de fondos que provienen de un programa de auxilio económico financiado con dinero de los contribuyentes en medio de una pandemia, el escenario es distinto.

Mientras no se cambien las reglas que rigen las condiciones para la entrega de aquel beneficio, las megaiglesias podrían seguir recibiendo ese tipo de fondos.

Siempre y cuando el programa continúe bajo la presidencia de Joe Biden, aunque hasta ahora se desconoce cuáles serán los canales a través de los cuales el nuevo gobierno distribuirá la ayuda financiera que apruebe el Congreso.

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