La tragedia del reciente terremoto en México volvió a poner a prueba la capacidad de los perros de búsqueda y rescate en catástrofes.

De su habilidad para localizar seres humanos dependen las esperanzas de los supervivientes sepultados bajo los escombros.

Su principal herramienta es su olfato, específicamente entrenado para localizar los olores que emanan de debajo de los edificios derribados, la mayoría imperceptibles para los humanos.

El diario El Universal de México acompañó a Oporto, un pastor belga de las Fuerzas Armadas mexicanas en una de sus frenéticas jornadas en las labores de rescate que se llevan a cabo en la Ciudad de México tras el sismo.

Oporto está entrenado para identificar cuatro tipos de olores de los que suelen desprender los seres humanos afectados por una catástrofe de estas características.

Se trata del olor de una persona ahogada, del hueso humano quemado, del estrés propio de las personas en situaciones límite y el de la putrefacción que desprenden los cadáveres.

Aunque se les puede adiestrar para localizar otros olores, son estos los que interesan para los perros de trabajo en un desastre como el que ahora vive México.

El papel de las células

Según la Ohio Valley Search and Rescue, una organización de EE.UU. especializada en búsqueda y rescate, el olfato de los perros se activa por las alrededor de 40.000 células por minuto que desprende el tejido humano.

Al flotar en el aire, permiten que los animales sigan el rastro.

La transpiración de los cuerpos vivos, o la descomposición de los tejidos de los muertos, entre otros, son los procesos que activan la difusión de olores.

Aunque, de acuerdo con la web especializada Adiestrador Canino de España, hay diversos factores que pueden dificultar este proceso, como las corrientes de aire o la humedad.

Cuando detectan alguno de los olores para los que están entrenados, los canes como Oporto, se paran sobre el lugar del que procede y comienzan a ladrar y rascar con sus patas para llamar la atención de los guías.

Han de ser animales bien entrenados y valerosos, capaces de cumplir su misión en ambientes adversos.

Trabajan contra el reloj y con pocas horas de descanso junto a sus guías caninos del Ejército y el resto de equipos de emergencia.

Entornos hostiles

Deben ser capaces de completar su labor en entornos ruidosos y peligrosos, en medio del trajín de ambulancias, excavadoras y otros vehículos.

Un riesgo añadido es el de nuevos derrumbes de edificios en el área afectada.

A los rescatistas caninos se les exige resistencia frente a calor o frío extremos, al polvo y al humo. También, que puedan trabajar simultáneamente con otros perros.

El pastor belga, el pastor alemán, el labrador, el golden retriever o el pastor belga, como Oporto, son algunas de las razas empleadas para estas labores.

El centro de México sufrió el pasado martes un terremoto de magnitud 7,1 en la escala de Richter que ha dejado hasta el momento más de 300 muertos.

Los servicios de emergencia continúan trabajando en busca de supervivientes, aunque cada vez hay menos esperanzas de encontrar personas con vida.

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