Cuando Canadá legalizó la marihuana recreacional hace poco más de un año, parecía que todo el mundo quería entrar a este nuevo y exótico mercado.

Los medios lo catalogaron la "fiebre verde" de Canadá, inversores como el rapero Snoop Dogg y un exjefe de la policía de Toronto mostraron interés en obtener una porción del millonario pastel.

Pero, como la fiebre del oro en 1850, el brillo se desvaneció pronto: hoy un 75% de los consumidores de cannabis en Canadá compra en el mercado negro, según cifras oficiales, y los resultados financieros de quienes invirtieron son dudosamente exitosos.

"No es necesario que un científico reconozca que estas acciones se negociaban con fantasía y no con fundamentos", dice Jonathan Rubin, que preside New Leaf Data Services, un centro de estudios que monitorea los precios del mercado.

"Tuve una revelación de que (la marihuana) sería un commodity como cualquier otro", explica a la BBC.

Pero los resultados, señala, han sido decepcionantes.

"No hemos notado el crecimiento en ventas y ganancias que predijimos", admite. "No es que sea un fracaso, pero definitivamente hay frustraciones".

Números de una decepción

Los precios al por mayor han caído aproximadamente un 17% desde que New Leaf comenzó a rastrear los datos. Esto ha mantenido los márgenes de ganancia muy bajos para los productores.

Las ventas, además, se han ralentizado, según Statistics Canada, la agencia estatal de medición.

Y eso ha hecho que los precios de las acciones de las compañías de cannabis que cotizan en bolsa fluctúen como una montaña rusa.

En mayo de 2018, el productor canadiense Canopy Growth fue noticia cuando se convirtió en la primera compañía de marihuana en cotizar en la bolsa de Nueva York.

Seis meses después, el precio de las acciones se duplicó, alcanzando un máximo de US$52,03 por unidad.

Pero ahora, el precio de las acciones ha vuelto a su punto de partida y sus competidores han sufrido pérdidas igual de drásticas

Burocracia y más oferta que demanda

Desde un principio había señales de lo que terminó ocurriendo.

Cuando el cannabis se legalizó, el 17 de octubre de 2018, no había suficiente oferta para satisfacer la demanda.

Las largas colas y los pedidos atrasados en internet generaron indignación entre los consumidores. Los productores no estaban seguros de qué cepas -y en qué lugares- serían las más populares. La cadena de distribución tampoco estaba del todo estructurada.

El marco legal de cada provincia también ha dificultado la entrega de productos a los consumidores: en algunos lugares es fácil comprar cannabis, pero en otros las tiendas físicas son pocas y lejanas.

Esto es especialmente cierto en Ontario, la provincia más poblada de Canadá. La burocracia y el límite en la cantidad de tiendas minoristas han impedido un arranque pujante de la industria. Las licencias a minoristas se otorgaron por sorteo y la provincia, en la necesidad de atender a una población de 14,5 millones, solo tenía 24 cupos para conceder.

Esta falta de puntos de venta ha hecho que ahora, en lugar de escasez del producto, haya sobreoferta.

En septiembre, los canadienses compraron 11.707 kilos de flor seca de cannabis. Pero los productores tenían un total de 165.000 kilos de productos listos para la venta.

"Creo que la falta de puntos de compra en todo el país desaceleró la transición del mercado negro al mercado legal", señala Rade Kovacevic, presidente de Canopy Growth.

Ilegal, más barato y fácil

Parte del objetivo de legalizar la marihuana era reducir el mercado negro, pero hoy la mayoría de los consumidores siguen comprando ahí.

"Hay una resistencia muy fuerte a las tiendas legales porque a) es más caro y b) no hay suficientes", indica Robin Ellis, cofundador del minorista The Friendly Stranger, en Toronto.

En esa ciudad, en este momento solo hay cinco tiendas minoristas abiertas y todas están concentradas en el centro. Muchas personas tienen que recorrer kilómetros para comprar marihuana legal.

El cannabis legal, encima, es mucho más caro.

El precio minorista del cannabis legal aumentó de US$7,49 por gramo en octubre de 2018 a US$8,16 por gramo en julio de 2019, según Statistics Canada.

Mientras tanto, el precio ilegal cayó de US$4,99 a US$4,54.

Quizás una de las razones por las cuales las ventas han sido menores a lo esperado es que, contrario a lo que pensaban algunos críticos de la medida, la legalización de la marihuana no aumentó significativamente el número de consumidores.

Durante el año pasado, el porcentaje de canadienses que consumieron cannabis creció del 14% al 17%.

¿Razones para el optimismo?

Ellis, el minorista que también es activista, dice que hay que recordar que, a pesar de los problemas en la industria, la legalización ha sido un éxito.

El proceso, explica, ha abierto una industria completamente nueva para la economía canadiense.

Las ventas legales de flor seca aumentaron de 4.405 kilos en octubre de 2018 a 11.707 kilos en septiembre de 2019.

La industria de la marihuana en Canadá hoy tiene un valor de US$5.500 millones, un 0,3% del PIB del país.

Muchos en la industria ven 2020 con optimismo.

Pronto llegarán otros productos al mercado: el gobierno está legalizando productos alternativos a la flor, como comestibles y vaporizadores de cannabis.

Hasta ahora, Canadá solo permitía vender aceites, flores secas, semillas y plantas.

Rubin espera que estos nuevos productos aumenten las ventas en un 30 o 40%.

Otros emprendedores, como Kovacevic, de Canopy, esperan lanzar bebidas con muy bajos niveles de THC, lo que tiene la alteración psicoactiva de una cerveza.

Y también esperan producir chocolates de cannabis.

Los promotores del cannabis en Canadá no se dan por vencidos.

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