"La presa se reventó, tenemos que salir de aquí".

Vera Souza acababa de llegar a la casa de su vecino, a quien le llevaba el almuerzo todos los días, cuando se enteró sobre el accidente en el complejo minero cercano de la ciudad brasileña de Brumadinho, en el sureste de Brasil.

Todos vivían a 7 km de la represa que se derrumbó el viernes pasado y envolvió a la región en un mar de lodo fangoso.

Hasta este lunes se habían localizado los cuerpos sin vida de al menos 60 personas, pero más de 300 seguían desaparecidas.

Los habitantes de los alrededores tuvieron solo unos minutos para ponerse a salvo.

Pero Vera, de 64 años, corrió en sentido contrario, hacia donde bajaba el tsunami de barro, para alertar a su esposo y a su hermano que estaban en casa.

"Pasé por un alambrado de púas de un estrecho puente peatonal y corrí tan rápido como pude", recuerda Vera.

"Mis piernas todavía están adoloridas", agrega Vera, quien en los últimos años sufrió una trombosis y tres fracturas.

Cuando llegó a la casa de la familia no había tiempo que perder.

"Era como una película de terror"

Vera corrió cuesta arriba mientras Geraldo, su esposo, intentaba llegar a su automóvil.

"Pero dejé caer las llaves. Así que solo pude correr", recuerda Geraldo, quien tiene 70 años.

Fue entonces cuando escuchó el aterrador sonido del peligro que se aproximaba.

"Era como una película de terror. El lodo estaba destrozando árboles y rompiendo tejados. Estaba arrastrando casas y autos", explica.

Geraldo se quedó sin tiempo para seguir a Vera y tomó una alternativa en busca de un terreno más alto, a través del bosque.

"Corrí 120 metros sin detenerme, como si tuviera 17 años. También necesitaba oír la avalancha. Hubiera tenido que correr más si estuviera más cerca", dice.

Terminaron a salvo, pero en lugares separados.

Ambos fueron testigos de cómo la inundación se llevó todo lo que habían construido en los últimos 12 años.

Ahora todo está debajo de 10 metros de lodo: la casa, el huerto, 50 gallinas y cuatro de cinco perros, pues uno fue rescatado por los bomberos el sábado.

Manuel no estaba

Después de que el barro se asentó, Geraldo fue a ver cómo estaba su esposa. Otros vecinos vinieron y hubo un recuento.

Faltaba alguien: Manuel, el hermano de Vera.

Esperaban que hubiera escapado por otra ruta, pero el nombre de Manuel ahora está en la lista de personas desaparecidas.

Según los campesinos, no hubo una alerta, a pesar de que la compañía propietaria de la represa, el gigante minero brasileño Vale, había instalado recientemente un sistema de alerta temprana en el vecindario.

"Si hubieran sonado las sirenas, tendríamos 20 minutos para irnos. Podríamos haber ayudado a Manuel", dice Vera.

"Pero apenas tuvimos tiempo de correr. Si nos hubiéramos quedado unos segundos más, los tres estaríamos muertos ahora".

"No me importan los bienes materiales. No me importaría haber quedado sin nada si hubiera podido salvar a mi hermano", agregó conteniendo las lágrimas.

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