Lyubov Sobol se arrastraba lentamente al caminar, apoyándose en el brazo de un colega, cuando hace una semana habló con la corresponsal de la BBC en Moscú, Sara Rainsford.

Después de casi tres semanas rechazando ingerir comida, decía sentirse mareada y débil, pero decidida a continuar con su huelga de hambre.

Su plan entonces era "pasear" por la capital rusa junto a centenares de manifestantes convocados el pasado fin de semana.

Sin embargo, la abogada y popular bloguera de video rusa acabó detenida por la policía cuando se dirigía a esa concentración no autorizada. Los agentes la sacaron a la fuerza del taxi en el que iba y la metieron en una furgoneta.

En total, unas 600 personas fueron arrestadas por participar en la protesta según OVD-Info, un grupo que maneja una línea de auxilio para reportar detenciones.

Sobol forma parte de un grupo de activistas de la oposición que fueron vetados de laspróximas elecciones locales de Moscú, algo que provocó una creciente ola de manifestaciones.

Tras su arresto, actualmente se encuentra en libertad tras haber sido interrogada y multada.

Las recientes protestas tomaron por sorpresa a las autoridades. En ellas se vieron duros enfrentamientos entre manifestantes y policía antidisturbios, así como detenciones masivas.

"Ignoraron todas nuestras apelaciones, así que tengo que luchar de una manera más radical", le dijo Sobol a la BBC frente a la municipalidad de Moscú, donde se encontraba acampada antes de su última detención.

Era el lugar donde su equipo se había establecido para reunir las firmas necesarias para poder presentarse a las elecciones de la capital rusa.

Huelga de hambre como presión

La municipalidad tiene poco poder, pero los candidatos de la oposición -que durante el mandato de Putin poco a poco han ido siendo excluidos de otros foros- esperaban usarla como plataforma política y posible trampolín.

Sin embargo, la candidatura de Sobol fue rechazada después de que los funcionarios declararan inválidas muchas de las firmas que había presentado.

"Creo que una huelga de hambre es un medio de ejercer presión", explicó Sobol, aliada durante mucho tiempo de la figura opositora más destacada de Rusia, Alexei Navalny, quien se encuentra actualmente bajo custodia.

"Por supuesto, Putin ve esa acción [la huelga de hambre] como chantaje y no la aceptará. Pero es mi forma de defender mis derechos".

El pasado 27 de julio, las redes sociales se llenaron de imágenes de otra manifestación: muchos participantes, mayormente pacíficos, aparecían siendo golpeados con porras policiales.

Las fuerzas de seguridad se habían lanzado sobre la multitud después de que esta se negara a abandonar las calles.

Desde entonces, la oficina del alcalde ha propuesto permitir una concentración en la carretera de circunvalación de la ciudad, pero los activistas de la oposición insisten en que esta se debe celebrar en un lugar céntrico. Su principal negociador fue arrestado momentos después de que se rompieran las conversaciones.

"Esto fue una agitación masiva: planificada y bien preparada", declaró el alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, sobre la protesta de finales de julio.

"Intentaban bloquear carreteras, atacando a la policía. Simplemente obligaron a la policía a usar la fuerza, lo cual era perfectamente apropiado para la situación".

Restándole importancia a la causa de las manifestaciones (el veto a los candidatos independientes), el alcalde elogió a la policía por "cumplir con su deber".

Medidas más estrictas

Ese deber llenó los tribunales y las celdas de Moscú de activistas y manifestantes opositores, incluidos muchos de los candidatos rechazados que lideran las protestas.

"Todo lo que queríamos era participar en las elecciones", dijo Dmitry Gudkov a la BBC en la principal corte de apelaciones de la capital rusa. "Quieren garantizar la victoria de los candidatos de Rusia Unida", dijo refiriéndose al partido de Putin.

Gudkov, que en el pasado fue miembro del parlamento federal de Rusia, está cumpliendo su primera sentencia de prisión: 30 días por organizar una de las manifestaciones no autorizadas. Un cargo similar, pero por el evento del 27 de julio, aún está pendiente de ser resuelto.

"Están preocupados de que, si somos libres, podamos participar en las acciones de protesta", dijo este político de 39 años mientras sostenía la mano de su esposa "Treinta días es un nivel de represión alto. Esto es muy difícil".

Pero lo cierto es que ya se han implementado medidas más estrictas.

El poderoso Comité de Investigación de Rusia abrió un caso penal que considera la protesta del 27 de julio como un motín.

Inicialmente, los manifestantes fueron acusados ??bajo el código administrativo de Rusia y se enfrentaron a multas o hasta a un mes de detención por violar las estrictas restricciones que había sobre la protesta.

Pero el enjuiciamiento penal por disturbios conlleva una pena de prisión larga.

Temores en el Kremlin

"Por supuesto, todos están preocupados por eso", dijo Gudkov. "Nadie sabe dónde terminará esto".

A la mañana siguiente de conceder estas declaraciones, un joven bloguero de su equipo fue arrestado bajo el nuevo cargo penal.

Influyentes programas de televisión estatales han retratado las protestas como movilizaciones orquestadas desde el extranjero, alegando que los involucrados quieren "cambiar el orden constitucional por la fuerza".

Eso refleja el clásico temor del Kremlin de que los disturbios populares puedan intensificarse y derrocar gobiernos, como sucedió en Georgia, Ucrania y otros lugares.

De momento, esta serie de protestas con foco social y la desaceleración económica ya hicieron caer la famosa popularidad de Vladimir Putin.

Algunos opositores sugieren que los activistas deberían aceptar una manifestación autorizada en la carretera de circunvalación. Consideran irresponsable convocar a multitudes en el centro de la ciudad, donde es más posible que haya más enfrentamientos con la policía y que estos acaben en cargos criminales.

Pero Sobol argumenta que la violencia policial empleada contra los manifestantes descarta aceptar esa opción.

"Sí, algunos tendrán demasiado miedo ahora. Pero otros vendrán por lo que sucedió", le dijo a la BBC días antes de su última detención. "No pueden resolver esto poniendo a la gente tras las rejas, solo dándoles sus derechos en las elecciones".

Las autoridades tampoco muestran signos de ceder, lo que significa que estas inesperadas protestas políticas podrían desencadenar una verdadera crisis política en Rusia.

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