El reciente asesinato de una manifestante y la ola de violencia que se desató el fin de semana en la ciudad estadounidense de Charlottesville, Virginia, y han sido atribuidos a grupos de extrema derecha que protestaban contra la propuesta de remover la estatua del polémico general Robert E. Lee, héroe de los confederados en la guerra civil.

El presidente Donald Trump fue criticado el sábado cuando dijo que hubo violencia de "muchos lados" en Charlottesville y no condenó explícitamente a los grupos que organizaron la marcha.

Pero este lunes, bajo una intensa presión política y de grupos sociales, Trump se refirió abiertamente a los causantes de la violencia, el Ku Klux Klan, los supremacistas y los neonazis, asegurando que "el racismo es maldad".

Sin embargo, grupos conservadores han planteado que los miembros de Antifa (abreviación de movimiento antifascista) también fueron responsables de los incidentes.

Además, han criticado a los medios de comunicación por haber mostrado una tendencia a justificar a los militantes del grupo, sólo porque luchan contra los supremacistas y su "odiosa" ideología que promueve la superioridad de los blancos sobre las demás razas.

¿Contra qué luchan?

Los miembros de este movimiento antifascista han declarado oponerse a todas las formas de racismo y sexismo y a las políticas del gobierno de Trump contra la inmigración y los musulmanes.

Aunque el grupo ha sido catalogado por analistas de distintos sectores como una organización de izquierda o de extrema izquierda, sus miembros se han focalizado en luchar contra la ideología de extrema derecha, más que en promover iniciativas que representen a un sector determinado del sistema político.

A diferencia de los movimientos o los partidos de izquierda convencionales, el grupo no busca conseguir cuotas de poder ganando elecciones o influyendo en la aprobación de leyes en el Congreso.

Con un fuerte discurso anticapitalista, sus tácticas han sido relacionadas con las de grupos anarquistas, más que con la izquierda tradicional.

En este sentido, Antifa no reniega sobre el uso de la violencia como un método válido para protestar en las calles, incluyendo la destrucción de propiedad privada y, en ocasiones, la violencia física contra sus oponentes.

En el último tiempo han participado en manifestaciones contra el líder de extrema derecha Milo Yiannopoulos, en protestas violentas el día en que Trump llegó a la Casa Blanca y en los incidentes en Charlottesville.

Tan antiguo como los nazis

Los miembros de Antifa forman parte de grupos muy diversos en distintos países, aunque aparentemente los más activos se encuentran en Estados Unidos, Reino Unido (bajo el nombre de Anti-Fascist Action) y Alemania (Antifaschistische Aktion).

En el caso alemán, el movimiento fue fundado en 1932 como un grupo de ultraizquierda creado para luchar contra los nazis.

Un año después, luego que Adolfo Hitler asumiera el control de Parlamento, fueron desarticulados y hacia fines de la década de los 80 se reorganizaron en respuesta a la creación de grupos neonazis tras la caída del muro de Berlín.

La elección de Donald Trump parece haber impulsado una especie de resurgimiento del movimiento Antifa, que incluso ha desarrollado nexos con algunos grupos anarquistas.

Según James Anderson, miembro del popular sitio web antifascista It's Going Down, el interés del público en portal ha crecido desde la llegada de magnate republicano a la Casa Blanca.

En 2015 tenía 300 visitas diarias y ahora tiene alrededor de 15.000. Más aún, después de los incidentes en Charlottesville, su cuenta de Twitter ha sumado 2.000 seguidores nuevos.

"Estamos frente a un gigantesco punto de inflexión. Se trata de poder popular. Este es un movimiento abierto que busca integrar a una amplia variedad de personas", dijo Anderson.

Blanco de ataques

Lo cierto es que tal como ha crecido el interés en el movimiento, también han aumentado las críticas.

Antifa se ha convertido en el blanco de ataque de grupos conservadores y de extrema derecha. Por ejemplo, el comentarista Erick Erickson, de la cadena Fox News, ha escrito en su blog que "Antifa y los supremacistas blancos son dos caras de la misma moneda".

Y hace pocos días cerca de 100.000 personas firmaron una petición para que Trump clasifique a Antifa como una organización terrorista.

Hasta ahora resulta prácticamente imposible saber cuántas personas son miembros activos del movimiento, dado que habitualmente se comunican por redes sociales de manera espontánea.

Es probable que, a partir de los últimos hechos de violencia, Antifa permanezca en el radar de la prensa, los analistas y los servicios de seguridad en distintas partes del mundo.

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