En Brasil nadie será forzado a vacunarse contra el coronavirus, pero no hacerlo quizás traerá consecuencias.

El Tribunal Supremo del país sudamericano avaló casi por unanimidad la obligatoriedad de la vacunación y que las autoridades nacionales, estatales y locales puedan sancionar a los ciudadanos que decidan no inmunizarse.

Entre las "medidas indirectas", ejemplificó una ministra, las autoridades locales podrían prohibir el ingreso a restaurantes si no se cuenta con un carnet como medio de prueba.

El fallo fue rechazado por el presidente Jair Bolsonaro, quien dijo que su gobierno no tomará medidas coercitivas: "Esto no es Venezuela, no es Cuba", expresó.

"No voy a obligarle a usted a ponerse la vacuna porque yo sí soy responsable", dijo en un video en redes sociales este jueves.

En su razonamiento, la Corte Suprema equiparó su decisión con el derecho al voto, pues los brasileños están obligados a ejercerlo.

Pero si no justifican su ausencia, reciben una multa económica e incluso sanciones a sus derechos, como la imposibilidad de renovar su pasaporte, entre otras medidas.

Las autoridades podrían adoptar sanciones en en el caso de la vacuna contra la covid-19, pero nadie será forzado físicamente a ponérsela..

"Nadie va a arrastrar a nadie por los pelos para que se vacune ", dijo el presidente del Supremo, Luiz Fux.

¿Por qué esta decisión?

Brasil es uno de los países más golpeados por la pandemia, con 7,1 millones de casos confirmados (tercer lugar del mundo) y más de 184.000 fallecidos (segundo lugar mundial).

La vacunación es una de las esperanzas para contener la pandemia y su aplicación ha sido objeto de un intenso debate político en las últimas semanas.

Al pronunciarse, 10 de los 11 ministros consideraron necesario dar facultades a las autoridades para incentivar la inmunización, incluida la aplicación de sanciones.

El juez instructor, Ricardo Lewandowski, sostuvo que si bien la vacunación forzada es "flagrantemente inconstitucional", la salud colectiva "no puede ser perjudicada por personas que deliberadamente rechazan ser vacunadas".

El juez Luis Roberto Barroso respaldó la propuesta, afirmando que "la vacunación es importante para la protección de toda la sociedad, no siendo legítimas decisiones individuales que afectan gravemente los derechos de terceros".

Sin embargo, Kassio Nunes Marques -un juez nombrado este año por Bolsonaro- afirmó que la vacunación obligatoria debería ser la "última medida" a tomar en el combate a la pandemia una vez "agotadas todas las formas menos gravosas de intervención". Fue el único que se pronunció en contra del dictamen.

A su vez, el juez Alexandre de Moraes argumentó que la discusión del tema no permite "hipocresía, demagogia, ideologías, oscurantismos, disputas político-electorales y, sobre todo, no permite ignorancia".

"Es posible que a nivel municipal se establezca que el ingreso a los centros comerciales y restaurantes debe ser mediante la presentación de un carnet de vacunación. Estamos combatiendo una pandemia, una pandemia que mata persona", dijo Moraes.

Hay ciertas condiciones que estableció el Supremo para que la vacuna sea obligatoria.

Una es que se implemente "con base en evidencia científica y análisis estratégico relevante". Otra es que vaya acompañada de "amplia información sobre eficacia, seguridad y contraindicaciones de los inmunizadores".

Además, este proceso debe respetar "la dignidad de la persona humana y los derechos fundamentales de las personas", así como cumplir los criterios de "ser razonable y proporcional". También debe ser universal y gratuita.

En la misma sentencia, los jueces confirmaron por unanimidad que los padres están obligados a vacunar a sus hijos conforme al plan nacional de inmunización u otras formas las previstas por ley, o las que consideradas imprescindibles con base en consenso científico.

La oposición de Bolsonaro

La discusión sobre la aplicación de las vacunas ha generado polémica en la sociedad brasileña principalmente entre autoridades locales que piden la inmunización generalizada y el presidente que se opone.

Conocido por su escepticismo sobre la gravedad de la covid-19 (que ya padeció), Bolsonaro criticó que el Supremo se pronunciara sobre la aplicación de la vacuna, pues consideró que recibirla es responsabilidad de cada persona.

El mandatario dijo el martes pasado que, en lo que respecta a él, no tomará la vacuna: "Si alguien piensa que mi vida está en riesgo, el problema es mío y eso es todo".

Ya desde octubre afirmaba en sus redes sociales que en su casa las vacunas son solo obligatorias para los perros.

Brasil -con más de 200 millones de habitantes- espera tener 37,7 millones de dosis de vacunas en febrero. El siguiente mes otros 31 millones de dosis, informó este jueves el ministerio de Salud, Eduardo Pazuello.

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