"Yo no sé qué es la Constituyente, solo sé que sí va", me dice un joven caraqueño.

Es sábado y estamos a horas de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, la última movida de Nicolás Maduro para redactar una nueva Carta Magna en Venezuela y, según él, acabar con la violencia y la crisis en el país.

El joven, que pide no revelar su nombre, se reúne con varios amigos en el barrio San Martín, en el oeste de Caracas. Acá ni se ve ni se oye la batalla campal entre manifestantes opositores y fuerzas de seguridad que se reporta en el este de la capital.

Los "chamos" acá fuman, revisan sus celulares, comen raspado (hielo saborizado) y, algunos, visten camisetas verdes con la consigna del gobierno en esta campaña electoral: "La Constituyente va", un juego de palabras con una expresión típica de la juventud venezolana, "sí va", para expresar asertividad.

Pero el eslogan también muestra la incertidumbre que ha suscitado desde el principio esta nueva iniciativa de Maduro.

Desde que el mandatario la anunció en mayo, en medio una ola de protestas que continúa y cumple más de 100 días y un saldo de 112 muertos, la oposición y la comunidad internacional le han pedido que la cancele.

La oposición teme que la nueva Constitución, con la que el gobierno busca profundizar el modelo revolucionario, "atornille" a Maduro en el poder, profundice la crisis social y acabe "con lo que queda de democracia" en el país.

Pero Maduro ha dicho de todas las formas, incluso en inglés, que "la Constituyente va". Y lo que se ve en el centro de Caracas son las pancartas, las tarimas y la maquinaria de un proceso electoral que no tiene marcha atrás.

"Para la paz"

Pero lo que ni los partidarios del proceso constituyente terminan de tener claro es qué va a cambiar con esta reescritura de la Constitución que promulgó el presidente Hugo Chávez en 1999.

"La necesitamos para que haya paz", me dijo Leo, un caraqueño que vestía una camisa con los ojos del comandante Chávez y pidió reservar su apellido.

Sentados en la estación de metrocable de San Agustín, Leo hablaba con su hermana y me dijo: "Acá nosotros estamos dialogando tranquilamente y mira que ella es de oposición".

"La Constituyente sirve para que el país dividido pueda comunicarse", aseguró.

En concreto, Maduro ha dicho que la Constituyente busca fortalecer el régimen de asistencia comunal que inauguró Chávez, así como reestructurar la economía y la justicia.

Sin embargo, en medio de las protestas opositoras que el mandatario califica de terroristas, la Constituyente también ha sido promocionada como una suerte de tratado de paz.

"Pero a nosotros nadie nos ha explicado nada", me dice Ernesto, un electricista en la Plaza Caracas, asustado con las consecuencias de que divulgara su apellido.

"Ellos dicen que esto va a traer comida, paz, desarrollo, pero vamos a amanecer el lunes y todo seguirá igual, empeorando", añade.

En Venezuela, un país caribeño donde la espontaneidad es moneda corriente, nunca es claro qué pasó, qué pasa y qué puede pasar. Pero en los últimos meses la incertidumbre se desbordó.

El dólar libre del mercado negro se disparó, la emigración por las fronteras aumentó y existe la posibilidad de que, si la Constituyente se da, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, imponga sanciones más duras y llegue a prohibir la importación de petróleo venezolano, una medida que, según expertos, empujaría al gobierno y al país por el abismo (la mitad de los ingresos de Venezuela, hoy, vienen de EE.UU.).

En medio de esto, la violencia política, que se añade a la violencia criminal y a la represión a las manifestaciones de la oposición, se han convertido en el día a día de muchos. Quizá de la mayoría.

Mientras en el centro de Caracas se vive "la fiesta Constituyente", en el este y otras partes de la ciudad las calles están trancadas por barricadas de protesta, los establecimientos cerrados y sin productos y la vida social permeada por una preocupación casi que existencial.

La oposición, de hecho, convocó a su gente para "rebelarse contra el fraude" en movilizaciones por todo el país este domingo. Para ellos, la Constituyente es la "hora cero". El "ahora o nunca".

"Para más control"

En la Plaza de Bolívar, el principal parque de la capital y un estilo de bastión chavista, la televisión estatal trasmite en directo y los puestos de entrega del "Carnet de la Patria", una identificación del gobierno, andan al son de música chavista y de izquierda.

Allí hablé con Gerardo, un médico cubano que también insistió en no dar a conocer su apellido; ni, como los otros, dejarse tomar fotos.

"Es imposible que Venezuela se vuelva como Cuba, porque las diferencias son profundas", me dijo, sobre uno de los temores de muchos opositores con esta Constituyente.

"Lo que sí creo es que esta Constitución le va a servir al gobierno para tomar el toro por los cuernos y controlar todo ese libertinaje que impera en ese país", señaló.

Para bien o para mal, venezolanos de oposición y del chavismo creen que la Constituyente le dará más poder a un Ejecutivo que ya controla los demás poderes, las Fuerzas Armadas y la Economía, todo, menos la Asamblea Nacional.

Sin embargo, como me dijo Yolanda en condición de anonimato mientras hacía una cola en San Agustín, "este gobierno lo último que necesita es más poder".

"Lo que quieren es ganar tiempo para que baje la tensión", indicó, ante una fila de al menos 40 personas que aprovecharon para comprar carne "a buen precio".

"Yo fui chavista y te digo que nunca votaría por la oposición, pero estoy segura de que la Constituyente no me va a evitar esta paridera para conseguir todo", aseguró.

Algo similar me dijo Claudia, en una fila de unas 100 personas para sacar dinero en la sede principal del Banco Venezuela.

"Yo no sé si la Constituyente va, no sé; vine hasta acá para sacar efectivo porque en Petare (a dos horas) no hay", señaló.

Claudia estaba nerviosa. No quería saber nada de la Constituyente. Tampoco quería revelar su nombre.

Solo me quiso decir una cosa. Algo que varios caraqueños también mencionaron: "Amanecerá y veremos".

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