AFP

Autoridades brasileñas trabajaban este sábado para despejar los restos de autobuses incendiados, barricadas y basura que fue arrojada en calles durante la huelga general que en la víspera desató violentos choques entre manifestantes y la policía.

En Río de Janeiro, operarios municipales retiraban los esqueletos calcinados de los ocho autobuses que fueron quemados y quitaban vidrios y destrozos de material urbano que quedaron regados por las calles.

Cerca de Cinelandia, una plaza céntrica donde se sitúa la asamblea local y el teatro municipal, el clima se asemejó por momentos a una zona de guerra.

"Fue terrible. Los gases llegaron hasta mi departamento. Son absurdos estos destrozos. La huelga busca mejorar la vida de la gente, pero esto lo pagaremos entre todos", dijo a la AFP Laura Resende, una vecina que trabaja en un laboratorio médico.

Durante la madrugada se produjo un incendio en el teatro municipal, ya controlado. Un empleado de esa sala relató que el fuego podría estar relacionado con los objetos lanzados por activistas radicales. 

Las manifestaciones en rechazo a una reforma que busca extender la edad mínima para jubilarse y flexibilizar los contratos de trabajo tuvieron su punto culminante durante el atardecer y la noche. 

En Sao Paulo, miles de personas marcharon hacia la residencia del presidente conservador Michel Temer y fueron reprimidos con gases y granadas de estruendo al intentar superar el cordón policial que protegía la zona.

Temer siguió los acontecimientos desde Brasilia, donde reside.

Hasta a tarde del viernes, 21 personas habían sido detenidas en la capital económica del país.

En medio de las refriegas en Sao Paulo, Miguel Leme, un maestro de 47 años explicó que la protesta pretendía dejar en claro que la reforma de las jubilaciones era considerada "un ataque (...) que en la práctica impide que un trabajador tenga derecho a retirarse". 

La huelga general fue la primera que se realiza en Brasil en más de 20 años

Según la Central Única de Trabajadores (CUT), la mayor del país, entre 35 y 40 millones de personas adhirieron directa o indirectamente a la medida, que impactó fuerte en el transporte.

Las autoridades no hicieron un balance de la jornada.

El portal G1 consolidó distintas estadísticas y reportó que, según la policía, 97.000 personas participaron de los actos. Para los organizadores de la huelga, la cifra trepa a 1,3 millones.

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