Era un pueblo pequeño como cualquier otro de Estados Unidos rural. Tenía casi unos mil habitantes y una astronómica tasa de desempleo del 27% originada, entre otras causas, por la severa crisis financiera que sacudía Estados Unidos y gran parte del mundo.

Pero la localidad de Linden, en el estado de Tennessee, no correría con la misma suerte que le tocaría a tantos otros pueblos similares en aquel duro año de 2009.

Con miras a superar la crisis, las autoridades locales decidieron realizar un experimento: utilizaron el dinero otorgado por las autoridades federales con el objetivo de estimular la economía para pagar los salarios de casi 300 personas que trabajaban para compañías privadas.

Se trataba de una iniciativa "socialista" y casi revolucionaria en un país que se enorgullece de la potencia de su iniciativa privada y en el que una gran parte de la población rechaza la participación del Estado en la economía y en sus negocios.

"Cuando llegó el dinero, fue recibido con un poco de suspicacia, porque no se sabía con qué condiciones lo entregaban", le comentó a la BBC Will Nunley, locutor de una emisora de radio local.

"Este es un pueblo cristiano políticamente conservador, la gente espera que el gobierno federal provea solo de unos pocos servicios básicos como la seguridad y la defensa nacional. Era algo que nunca habíamos visto aquí antes", dijo.

La situación, sin embargo, era desesperada.

"La gente no podía pagar sus cuentas, ni sus hipotecas. No tenían trabajo. Eran desalojados de sus casas por falta de pago", comentó a la BBC Michael Dumont, un constructor.

Sobreponiéndose a la desconfianza, los empresarios locales decidieron dar un paso adelante. Entre ellos, Renee y Kevin Schmidt, dueños de un café en el pueblo.

"Al inicio yo pensé que era una limosna, pero luego lo vi como una ayuda financiera que nos permitiría expandir el negocio y hacer otras cosas", dijo Renee a la BBC.

El programa se puso en marcha y sus efectos empezaron a hacerse visibles: una compañía que prepara tortas de manzana tomó ocho de los trabajadores pagados con el dinero del estímulo; un café cercano, dos empleados; una sastrería, uno; y el único hotel de la ciudad, 12.

Además las autoridades emplearon también parte del dinero para revitalizar el centro de la ciudad.

"El pueblo tenía unas aceras muy angostas, no se habían reparado en 16 o 17 años. El centro de una localidad es como su anuncio publicitario y el nuestro decía: estamos muertos y nos estamos muriendo", dijo Dumont.

El efecto del estímulo también empezó a sentirse en la vida de las personas.

"Yo trabajaba en una gasolinera. Administraba y preparaba comidas allí.Ganaba US$2,13 por hora más propinas y cuando llegó el estímulo empecé a ganar US$7,25 la hora más propinas. Fue un alivio instantáneo. Mucha gente consiguió empleo", comentó a la BBC Crystal Brown, una especialista en programación de computadoras.

Las cifras de desempleo empezaron a caer y, aunque el programa de estímulos sólo duraba un año, mantuvieron esa tendencia. Primero de 27% a 19%. Luego a 13% en el plazo de dos años. Ahora está en 6,7%.

"Empezaron a verse nuevos negocios. Muchos locales han sido abiertos y renovados. Llegó inversión de fuera. Lo que empezó como una inversión pública, dio paso a la llegada de dinero privado al pueblo", comentó Dumont.

Aunque la idea de usar dinero del gobierno federal para ayudar a la gente y a los negocios no era vista inicialmente con muy buenos ojos, hay muchos ciudadanos que señalan que tuvo efectos positivos.

"Podías estar en contra del estímulo por no querer darle la oportunidad al gobierno de venir a decirte cómo llevar tu negocio. El gobierno federal no tiene el derecho a hacer las cosas que hace, con el presidente firmando órdenes ejecutivas, pero esto ayudó de muchas formas y a mucha gente a seguir adelante en tiempos muy duros", afirmó Kevin Schmidt.

"No era un momento para simplemente sentarse y cobrar el cheque. Yo vi trabajar a estas personas y usaron este programa como debían. Es difícil para cualquiera negar los aspectos positivos de lo que ocurrió aquí", señaló Nunley.

"No es sólo el hecho de que algunas personas encontraron trabajo durante un tiempo, cambió la forma en la que la gente se sentía en relación con su comunidad".

Hace años que el programa de estímulo de la economía de Linden expiró, pero aún permanece la reflexión que causó en sus ciudadanos acerca de cómo ideas que en ocasiones pueden no parecerles tan buenas o que son distintas a las que tradicionalmente albergaban, pueden terminar teniendo buenos resultados.

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