La comunidad asiática en el sureste de Estados Unidos denuncia un aumento de la violencia racista y crímenes de odio, mientras atraviesa la tristeza y consternación de una masacre en Atlanta y sus alrededores que dejó ocho muertos.

Ofrendas de flores fueron dispuestas al pie de los salones de masaje en los que Robert Aaron Long, un hombre blanco de 21 años, abrió fuego el martes y mató a ocho personas, la mayoría de ellas mujeres asiáticas.

"La supremacía blanca nos está matando, literalmente", denunció el miércoles Stephanie Cho, directora ejecutiva de la ONG Asian Americans Advancing Justice, en Atlanta.

"La violencia contra las comunidades asiáticas ha pasado desapercibida... durante muchos años", añadió, al rechazar fuertemente las declaraciones del agresor sobre el supuesto móvil pasional de la masacre.

Long, autor confeso de los tiroteos, fue acusado de asesinato tras ser arrestado. Pero la policía asegura que niega cualquier motivo racista y se presentó como un "adicto al sexo" ansioso por acabar con "una tentación".

Pese al dolor y consternación que dejó la masacre, Cho apela a la "resiliencia".

En Aromatherapy Spa, donde murió una mujer, los carteles de "Abierto" y "Bienvenido" seguían encendidos.

Y el Gold Spa, un edificio de ladrillos situado al otro lado de la calle donde fueron asesinadas tres mujeres, todavía anuncia los servicios de jacuzzi y sauna, disponibles los siete días de la semana.

Fue en otro spa, el Young's Asian Massage, en un suburbio de Atlanta, donde otras cuatro personas murieron y dos resultaron heridas en un tiroteo ocurrido sólo unas horas antes.

Covid-19, el "virus de China" 

El gerente de la tienda de tatuajes Studio 219 Ink, Anthony Smith, dijo a la AFP que en los cinco años que lleva en la zona, cerca de los spas Gold y Aromatherapy, nunca había visto el tipo de violencia que se produjo en el barrio el martes por la noche.

La masacre sucedió en un momento de extrema tensión para la comunidad asiático-estadounidense.

El número de ataques y crímenes de odio contra esta comunidad se ha disparado desde el comienzo de la pandemia, según organizaciones que luchan contra el extremismo.

Los activistas culpan, en parte, al ex presidente republicano Donald Trump, que se refirió en repetidas ocasiones al coronavirus, registrado por primera vez en la ciudad china Wuhan, como el "virus de China".

"Da un poco de miedo", dijo a la AFP Sam, un joven de 20 años de origen chino que no quiso dar su nombre completo, en Atlanta, donde trabaja en un bar de jugos y batidos.

"Antes no me afectaba mucho, pero ahora que apuntan a los asiáticos, da miedo", dijo. "Deberíamos tomar medidas de seguridad, por defensa propia".

Los residentes de origen asiático del estado de Georgia -donde se encuentra Atlanta- representan alrededor del 4,1% de la población, es decir, unas 500.000 personas, la mayoría de ellas coreanas o de ascendencia coreana.

Para Sarah Park, presidenta de la Coalición Coreana-Estadounidense Metro Atlanta, el racismo implicado en los ataques a los spa es evidente.

"Sí, es un delito de odio contra los asiático-estadounidenses", dijo, criticando lo que considera la reticencia de las autoridades a perseguir la violencia contra las mujeres que trabajan por salarios bajos y que a menudo hablan poco o nada de inglés.

"Tenemos derecho a proteger a nuestra comunidad y ellos estarían protegidos si todos hacen su parte", dijo.

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