AFP

El doble atentado que este sábado causó 29 muertes cerca del estado del Besiktas, en el corazón de Estambul, también ensangrentó a un club de fútbol y a un barrio que en Turquía encarna la alegría de vivir y el espíritu rebelde.

Se suponía que sería una noche ligera: las "Águilas negras" acababan de ganar por 2 a 1 un partido crucial contra Bursaspor que les permite mantenerse en liza por el título de campeón. 

Aprovechando la clemencia del tiempo, los hinchas, cerveza en mano, comentaban el partido en el parque vecino de Maçka.

Su despreocupación se terminó abruptamente a las 22:29 (19:29 GMT), cuando un coche bomba explotó junto a un vehículo de transporte policial cerca del estadio. Unos 45 segundos más tarde, un kamikaze se hacía estallar en medio de agentes policiales presentes en el parque.

Según el ministro del Interior, Suleyman Soylu, murieron 29 personas, entre ellas 27 policías, y 166 resultaron heridas en el ataque, el último a la fecha de una oleada de atentados que golpea a Turquía desde el verano de 2015.

Entre las víctimas figuran Vefa Karakurdu, un expolicía que garantizaba la seguridad del estadio del Besiktas durante los partidos y Tunç Uncu, empleado de la tienda oficial del club.

"Terroristas (...) atacaron a nuestras fuerzas de seguridad heroicas, que garantizaban la seguridad de nuestros seguidores y de los seguidores del equipo visitante Bursaspor (...) Nos levantaremos contra estos cobardes", reaccionó el Besiktas en un comunicado.

El doble ataque se produjo en las inmediaciones del Vodafone Arena, inaugurado en abril pasado tras una obra de varios años para reemplazar al mítico estadio Inonu, a dos pasos del palacio Dolmabahçe, sede del primer ministro.

Con capacidad para 40.000 espectadores, el estadio fue inaugurado en presencia del presidente turco Tayyip Erdogan en abril pasado, un día antes de lo previsto, una medida entonces interpretada como destinada a mantener a distancia a una hinchada de conocida por ser turbulenta y crítica del régimen.

Se ganaron la reputación de militancia antigubernamental cuando un grupo de barrabravas del Besiktas apodado "Carsi" fue protagonista en las manifestaciones masivas contra Erdogan en junio de 2013.

Los Carsi causaron revuelo al perseguir a un blindado de la policía con una pala mecánica robada, antes de ser reprimidos: 35 de sus miembros fueron procesados por "tentativa de golpe de Estado" en un juicio que los absolvió.

El club polideportivo Besiktas fue fundado en 1903, 20 años antes que la República Turca. Su arraigo en el barrio del mismo nombre se manifiesta en escudos y banderines colgados en el retrovisor de taxis, viejas fotos de sus equipos del pasado en paredes de bares y omnipresentes estatuillas de águilas, el símbolo del club.

Situado en el margen europeo de Estambul sobre el Bósforo, con su tránsito a menudo saturado, el barrio Besiktas es un bastión liberal famoso por sus calles peatonales, museos y animados bares.

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