La Presidenta Dilma Rousseff llegó este lunes hasta el Senado para presentar su defensa por la acusación en su contra de maquillar las cuentas públicas, que dio inicio a su juicio político.

"No cometí ningún crimen", remarcó la mandataria ante los senadores que luego votarán su destitución, indicando además que "siento el sabor amargo de la injusticia".

"La presidencia se prevé en nuestra constitución", dijo la mandataria y dijo que quién tiene el derecho a elegir a un presidente "es sólo el pueblo". 

"Esto ha sido un ataque a todas las conquistas sociales", agregó la mandataria y denunció un "golpe" en su contra para dar paso a un gobienro usurpador.

"Nunca he aceptado la coima en ningún momento y tampoco la acepté como Presidenta y al no dar paso a estas coimas, esto fue lo que desató este proceso", dijo. "Si yo hubiese abierto las puertas a lo peor en el gobierno de Brasil, no estaría pasando por este injusto proceso". 

Al finalizar su discurso, Rousseff enfatizó: "no tengo rencor, voten sin resentimiento, voten por la democracia. Muchas gracias". 

"Voten contra mi destitución", expresó. 

Esta se trata de la primera oportunidad que tiene la mandataria, suspendida en el cargo desde mayo, de defenderse en el Congreso. Y también la última para evitar su destitución.

La destitución de la presidenta sería también el fin en el poder del Partido de los Trabajadores (PT), la fuerza de izquierda que gobierna desde hace más de 13 años la mayor potencia latinoamericana.

Aislada políticamente, agobiada por la peor recesión económica desde los años 30 y con su partido ametrallado por denuncias de corrupción, Rousseff fue suspendida de su cargo en mayo, acusada de maquillar las cuentas públicas.

La votación será el punto final de un proceso que remece al país desde hace nueve meses, junto con una economía maltrecha y el descrédito en una clase política embarrada por escándalos la corrupción.

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