Los expertos llevan meses advirtiendo que este año el fenómeno de "El Niño” podría ser más destructivo de lo habitual. Las autoridades peruanas han decidido que las lluvias torrenciales que provoca este inusual calentamiento de las aguas marinas, conocido como "El Niño", esta vez no les va a pillar desprevenidas.

Este lunes el Gobierno de Perú ha declarado, por noventa días, el estado de emergencia sanitaria en veinte de las veinticinco regiones del país.

A principios de agosto ya fue declarado el estado de emergencia en diecisiete distritos del norte, una medida prorrogada en la mayoría de ellos. Se han reservado casi mil millones de dólares a prevenir y paliar los efectos de "El Niño". Y los presupuestos del año que viene, aprobados este mes, elevan esa cifra a unos mil quinientos millones, incluyendo una Reserva de Contingencia de más de novecientos millones. Se han distribuido, además, 284 toneladas de medicamentos para "enfermedades diarreicas agudas, infecciones respiratorias agudas, dengue, malaria, chikunguña, leptospirosis y enfermedades infecciosas de la piel, entre otras".

Las primeras señales que anuncian la llegada de "El Niño" a la costa han empezado a llegar. Son unos pulsos de vientos del este, procedentes del Pacífico occidental, que provocan ondas a cien metros de profundidad, conocidas como "ondas de Kelvin" y que, al llegar a la costa sudamericana, provocan leves aumentos de la temperatura del agua. Pero son sólo una primera señal. En la naturaleza nada es definitivo, a pesar de los intentos por interpretar esas "señales".

¿Por qué este año se espera que El Niño tenga más fuerza?

Nos contesta la pregunta desde Guayaquil, Ecuador, el oceanógrafo Eduardo Zambrano, del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN): "La evaluación de la intensidad de este fenómeno se mide a través de la desviación de la temperatura media, respecto a sus valores normales, de una enorme masa de agua del tamaño de una piscina, de 8.000 km a lo largo del ecuador, con 3.000 km de ancho y con 300 o 400 metros de profundidad. Actualmente, esa desviación está en 1,8° por lo que decimos que tenemos un 'Niño fuerte'."

"Para tener una idea", continúa Zambrano, "en 1997, año en que el fenómeno fue 'extraordinariamente fuerte', la desviación de la temperatura llegó a 2,2° Celsius". En aquella ocasión, los daños provocados por "El Niño" se cuantificaron, solo en Perú, el país más afectado, en 3.498 millones de dólares, hubo medio millón de damnificados y 135.000 viviendas fueron dañadas o destruidas. Además, aclara el experto, "el anticiclón del Pacífico Sur, que podríamos considerar como un gran ventilador que contrarresta el efecto del sobrecalentamiento oceánico, ha empezado a debilitarse en septiembre: si este ventilador se ralentiza o se apaga, nada va a impedir a las anomalías climáticas que trae El Niño que se propaguen". Por si fuera poco, desde el CIIFEN pronostican que la temporada de lluvias se va a adelantar y va a durar más de lo normal, empezando ya en noviembre.

Prevenir lo imprevisible

Para Zambrano, las consecuencias de El Niño son altamente impredecibles. Si el viento vuelve a soplar de este a oeste, como ocurrió el año pasado, puede que apenas traiga consecuencias. Pero, según él, las medidas implementadas por el gobierno peruano son acertadas: "Por las reuniones que hemos tenido con la Defensa Civil, vemos que han tomado muy en serio el desarrollo de este fenómeno: una de las primeras cosas que se han hecho es suspender el paso del rally Dakar, han variado el calendario escolar [normalmente las clases terminan en diciembre, aunque esta vez lo harán en noviembre], se han asignado recursos para la protección civil y obras de infraestructuras".

Desde Alemania, la jurista peruana Clara Omland impulsa un proyecto de sensibilización para los jóvenes escolares sobre los efectos de El Niño. Ella duda de la conveniencia de las medidas: "Me resulta sospechoso que todo el dinero destinado a paliar los efectos de El Niño se centren en logística e infraestructuras, olvidándose la información y la prevención". En octubre viajará a Lima con motivo de esta campaña, en la que participa la Fiscalía de la Nación. Se trata de concienciar a los Escolares Ambientales (una asociación que agrupa a un niño de cada colegio) para que divulguen entre sus compañeros nociones sobre qué produce este fenómeno y cómo paliar algunos de sus efectos. Ella destaca "el efecto multiplicador de la sensibilización" llevada a cabo por escolares.

Entre las medidas de la campaña, repartirá ejemplares de su cuento "El clima, la Niña y el Niño", con el que trata de explicar tan complicado fenómeno a los escolares. El diario La República ya ha mostrado interés en distribuirlo a toda la nación junto con el periódico.

Efectos en todo el continente

Una muestra de la importancia del asunto para el Gobierno, que durante la presentación de los presupuesto lo calificó como "el principal problema interno" del país, es que el propio presidente Ollanta Humala inspeccionara personalmente los primeros simulacros de inundaciones en Piura, Lambayeque y Tumbes, el 31 de agosto. Allí, Humala afirmó que el país está preparado, que dispone de módulos prefabricados de vivienda, hospitales de campaña y de doce unidades militares listas para reparar las infraestructuras dañadas. Para Omland, sin embargo, el interés de Humala por los temas ambientales es "meramente propagandístico", y no recuerda que el año que viene habrá elecciones presidenciales en Perú.

Pero los efectos de este fenómeno meteorológico, además, van más allá de las fronteras de cualquier país, ya que provoca sequías, lluvias, inundaciones o heladas en diferentes lugares muy distantes entre sí. El clima es un equilibrio de muchísimas variables y una sacudida como la que provoca El Niño lo rompe por diversos sitios. "Por ejemplo, ya en marzo tuvimos fuertes lluvias en Atacama: este desierto al norte de Chile es uno de los más secos; sin embargo, en abril había florecido, algo bastante extraño" comenta Zambrano, que también cita como efectos de "El Niño" las inundaciones en Argentina y Uruguay, relacionadas con las sequías generalizadas en Centroamérica. "Lo que quiero decir es que esto no sólo afecta a las costas de Ecuador y Perú, sino que tiene connotaciones a nivel global", sentencia.

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