El puerto de Acapulco, en el estado de Guerrero, fue la joya turística del Pacífico mexicano durante las décadas doradas de los 60 y 70, cuando era destino favorito de las estrellas de Hollywood. Hoy en día es disputada por los carteles de la droga pese a las patrullas militares y refuerzos policiales que se ven en el centro turístico.

"El estado de Guerrero está fuera de control", afirma Raúl Benitez Manaut, investigador de la UNAM y experto en cuestiones de seguridad. El experto señala que la principal causa es el auge de la demanda de heroína de Estados Unidos, que en los últimos años se ha disparado. "Es la droga más consumida, ha sustituído a la cocaína y el mayor volumen de heroína que llega a Estados Unidos proviene de Guerrero", afirma.

Según Benítez Manaut, el gobierno mexicano intenta intervenir militarmente con un operativo como el realizado en Michoacán, pero sería costoso y difícil. "El estado de Guerrero es muy difícil, la orografía es muy diferente a la de Michoacán, además tiene una gran pobreza y una violencia endémica", afirma el analista, quien añade que hoy en día Acapulco es la ciudad más violenta del país, como lo fue Ciudad Juárez en 2008.

Hoteles vacíos y quiebre de negocios

Medios locales señalan que en el primer trimestre del año hubo 527 ejecutados, 51 por ciento más que en 2015. El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, pidió a los ciudadanos y a los medios de comunicación que no hablen mal de Acapulco para no ahuyentar aún más el turismo.

Carlos Flores, académico del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), destaca que los hoteles están vacíos y el turismo internacional evita el balneario temeroso por la creciente violencia. "Llama la atención la fuerte presencia de policías federales, de la marina, de la gendarmería con armas de grueso calibre a lo largo de la costera Miguel Alemán, la principal avenida del puerto. Pero en las zonas suburbanas es donde hay una situación grave".

El experto destaca que mientras los grandes carteles se disputan el negocio del narcotráfico, los grupos pequeños extorsionan y secuestran a la población, a comerciantes, propietarios de bares y discotecas. "Lo que uno esperaría en un contexto de Estado de Derecho es que las instituciones defiendan a la ciudadanía, pero esta espiral no tiene fondo porque hay un viejo vínculo entre actores políticos y las fuerzas de seguridad con la delincuencia organizada. Mientras este contubernio no sea sanado, no se detendrá la violencia", destaca.

Hace un mes, la Asociación de Comerciantes de la Costera pidió al gobierno mexicano que les condone los impuestos para poder pagar la cuota de protección al crimen organizado. La líder de los comerciantes amenaza con un boicot del sitio turístico si no hay una respuesta de las autoridades para frenar a los delincuentes. Unos 200 negocios han cerrado debido a la violencia imperante.

Dinero sucio en campañas y precampañas

Edgardo Buscaglia, investigador principal en Derecho y Economía de la Universidad de Columbia de Nueva York, coincide. "El Estado mexicano no va a avanzar mientras no haya una limpieza política como lo ha hecho Colombia, Italia, Indonesia y Brasil. No se puede combatir la criminalidad organizada con un Estado fragmentado por los mismos grupos criminales que dice combatir".

El autor del libro "Lavado de dinero y corrupción política" (Random House 2015), advierte que el problema es que estos grupos criminales financian campañas y precampañas políticas. "No se va a combatir el cáncer de Guerrero ni el de Acapulco sin una limpieza política. El dinero sucio de los grupos criminales, sea de drogas, de tráfico de armas o de personas, está invadiendo las campañas y precampañas electorales", afirma Buscaglia.

El experto destaca que en México los controles patrimoniales no existen, las auditorías patrimoniales de partidos y de candidatos, tampoco. "Los partidos políticos se gastan todo el dinero que les da el Estado y los candidatos se financian con fuentes ilegales. Eso es lo que sucede en Guerrero y es la razón por la cual estos grupos criminales se disputan el poder, porque tienen a diferentes políticos en distintos bolsillos y con ello, un estado fragmentado".

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