El papa Francisco visitará Canadá del 24 al 30 de julio, en un viaje durante el cual pedirá disculpas públicamente por la violencia ejercida durante décadas contra las poblaciones autóctonas en internados católicos.

"Acogiendo la invitación de las autoridades civiles y eclesiales así como de las comunidades y pueblos indígenas, el Santo Padre Francisco realizará un viaje apostólico a Canadá del 24 al 30 de julio para visitar las ciudades de Edmonton, Quebec e Iqaluit", anunció este viernes la oficina de prensa del Vaticano.

"Pido perdón a Dios" y "me uno a mis hermanos obispos canadienses para pedir disculpas", declaró en abril el sumo pontífice de 85 años durante una audiencia en el Vaticano ante las delegaciones de los métis, inuits y pueblos originarios de Canadá.

 

A través de las voces de los indígenas "he recibido, con una gran tristeza en el corazón, los relatos de sufrimientos, privaciones, tratos discriminatorios y diversas formas de abuso sufridos por varios de ustedes, especialmente en los internados", declaró el pontífice argentino.

"Me gustaría estar con ustedes este año", para la celebración de Santa Ana el 26 de julio, anticipó en esa ocasión.

- "Un paso importante" -

"La visita de Su Santidad no sería posible sin la valentía y la determinación de los sobrevivientes, los líderes indígenas y los jóvenes que compartieron sus historias", reaccionó este viernes el primer ministro canadiense Justin Trudeau.

"Si bien Su Santidad se disculpó en Roma el mes pasado, una disculpa formal en persona en Canadá de la Iglesia católica a los sobrevivientes y a sus familias responde al llamado de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación. Es un paso importante, y necesario (..) para una promover una verdadera reconciliación", agregó.

 

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El descubrimiento en los últimos meses de cientos de sepulturas de niños sin marcar sacudió a Canadá y muchos sobrevivientes esperan un gesto contundente del papa. 

Entre finales del siglo XIX y la década de 1980, unos 150.000 niños indígenas, mestizos e inuits fueron reclutados a la fuerza en 139 internados en Canadá, donde fueron apartados de sus familias, su lengua y su cultura.

Miles murieron, principalmente de desnutrición, enfermedades o negligencia, en lo que el Comité para la Verdad y la Reconciliación definió en 2015 como "genocidio cultural". Otros fueron víctimas de abusos físicos o sexuales.

En el último año se han encontrado más de 1.300 tumbas de niños anónimas en los sitios de antiguos internados y las búsquedas prosiguen en todo el país.

- Julio, un mes clave para el pontífice -

Pese a sus condiciones de salud debido a los fuertes dolores de rodilla que le han impedido en varias ocasiones caminar y que lo obligaron a posponer su visita a Líbano, prevista para junio según las autoridades locales, Francisco confirmó oficialmente el viaje a Canadá.

El pontífice visitará Edmonton, capital de la provincia canadiense de Alberta, segunda ciudad de Canadá con mayor número de aborígenes que viven en centros urbanos.

El arzobispo de Edmonton, Richard Smith, coordinador del viaje papal en Canadá, aseguró que Francisco visitará la sede de un antiguo internado "y otros lugares importantes".

El Vaticano precisó que viajará también Iqaluit, en el extremo norte del país, no lejos del océano Ártico, que cuenta con el mayor número de inuit de Canadá.

Francisco fue invitado personalmente por los delegados inuit a visitar su región durante los encuentros que mantuvo con ellos en marzo y abril en el Vaticano.

El programa del papa incluye también la ciudad de Quebec, mayoritariamente francófona, donde la Iglesia católica ha ocupado históricamente un lugar preponderante y fue una autoridad clave hasta principios de la década de 1960.

"Visitar esos lugares le ofrecen la oportunidad al Santo Padre de tener reuniones individuales y públicas", explicó monseñor Raymond Poisson, presidente de la Conferencia Episcopal de Canadá.

El pontífice argentino tiene programado en julio también un viaje internacional para visitar la República Democrática del Congo (RDC) y Sudán del Sur.

Se trata de un viaje delicado, a países que han estado envueltos en cruentas guerras civiles que han causado numerosas víctimas y desplazados y que constituye un desafío para los organizadores tanto para la seguridad como para la salud.

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