De los 7.532 españoles internados en el campo de concentración nazi de Mauthausen, solamente 2.335 sobrevivieron.

Este martes se cumplen 70 años de su liberación, una fecha particularmente especial para España. Allí terminaron la mayoría de los 9.000 españoles deportados.

Sin embargo, su memoria corrió peligro de ser tergiversada. Todo debido a un impostor, Enric Marco, que hasta hace 10 años fue presidente de la principal asociación de víctimas de los nazi en España, la Amical Mauthausen.

Discursos de alto octanaje

El historiador madrileño Benito Bermejo, experto en deportados de España, se interesó en Marco después de conocerlo en una conferencia en 2002.

Bermejo encontró su historia especialmente intrigante.

Enric Marco afirmó que había sido encarcelado en Flossenbuerg, un campo en Baviera y un inusual destino para un deportado español.

Bermejo leyó todas las versiones que pudo encontrar del pasado de Marco, a partir de su versión de que había sido un anarquista obligado a huir a Francia desde Barcelona, su ciudad natal, luego de perder la Guerra Civil española.

"Yo estaba curioso, interesado, pero luego quedé perplejo", asegura.

"Su versión [la de Marco] de los acontecimientos cambiaba cada vez que la contaba, tanto sobre el campo como sobre cómo había llegado allí", le dijo Bermejo a la BBC.

Auge y caída de un impostor

Nació el 12 de abril 1921, pero siempre dijo que su cumpleaños era el 14 de abril, justo 10 años antes de la proclamación de la Segunda República española.

Su madre estuvo en un asilo mental desde el nacimiento de Marco hasta su muerte en 1956.

En 1978 se convierte en secretario general de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), sindicato anarquista legalizado después de la muerte del gobernante de facto, Francisco Franco.

En 1980 es expulsado de la CNT.

En 2001 el gobierno catalán le otorga la distinción Creu de Sant Jordi.

En 2003 se convierte en presidente de la Amical Mauthausen.

En 2005 renuncia, cae en desgracia y es obligado a devolver la Creu de Sant Jordi.

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Benito Bermejo también encontró misterioso que en las pocas ocasiones que trató de hablar con él cara a cara, Marco rehusaba hablar de sus experiencias en la Alemania nazi.

Como presidente de la Amical Mauthausen, Marco mostró una predilección por los discursos de alto octanaje, llenos de detalles horribles de su supuesta vida en Flossenbuerg.

Dejó a varios diputados llorando al hablar frente a ellos en el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto en enero de 2005.

Buscando en el archivo del Ministerio de Exteriores, el historiador encontró una solicitud oficial del mando del ejército en Cataluña para obtener información sobre el paradero de Marco, ya que no se había presentado para el servicio militar obligatorio en 1943.

El Ministerio de Relaciones Exteriores respondió que Marco era empleado del astillero naval de Deutsche Werke en Kiel, el norte de Alemania.

Lejos de la lucha contra el fascismo, Marco formó parte de los 20.000 españoles que trabajaban para el Tercer Reich bajo un acuerdo realizado en 1941 entre Franco y Hitler.

"Cuando supe que Marco no fue deportado, sino que se fue a Alemania de forma voluntaria, vi que algo extraño estaba pasando", dice Bermejo.

Pero aún tenía dudas sobre el grado de engaño de Marco, ya que algunos trabajadores voluntarios que se metieron en problemas con el régimen nazi efectivamente terminaron en campos de concentración.

Durante meses, Bermejo buscó una explicación de Marco.

Luego, durante el evento para conmemorar el 60 aniversario de la liberación de Mauthausen envió un informe a la oficina del primer ministro y a la asociación Amical. Y esperó.

Marco fue encarcelado brevemente en Kiel, pero nunca condenado, por no hablar de haber sido enviado a un campo.

"¿Qué más podía hacer? Decidí que publicar lo que yo sabía iba a ser una especie de declaración de guerra y muy controvertido en ese momento".

En su camino a Austria, el día antes de la ceremonia de Mauthausen, Bermejo leyó en un periódico español que Marco había tenido que regresar a Barcelona por estar "indispuesto".

En "El Impostor", un libro de Javier Cercas en el que colaboró Marco, el escritor sugiere que Marco fue enfrentado por sus colegas de la Amical, advertidos por las conclusiones de Bermejo, y que confesó haber sido un trabajador voluntario del Tercer Reich.

"Cerca del desastre"

Marco finalmente admitió públicamente que él nunca había estado en un campo de concentración.

Ahora, con 94 años, permanece sin arrepentirse de su engaño, alegando que su objetivo era mantener viva la memoria de las víctimas españolas de Hitler.

"¿Quién me hubiera escuchado si no hubiera encarnado a ese personaje?", dijo recientemente.

"Es aterrador pensar que si no se hubiera sabido, las cosas podrían haber sido muy diferentes. El hecho de que Marco viajara a Austria muestra lo peligrosamente cerca que estuvimos de un desastre", dice Bermejo.

Para José Marfil, también de 94 años y uno de los pocos sobrevivientes españoles reales de Mauthausen, la lucha para recordar debe continuar.

"Tenemos que hacer todo lo posible para mantener la existencia de esos campos viva en la memoria de la gente, ya que [los sobrevivientes] vamos a desaparecer".

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