Helmut Kohl murió esta mañana en su casa en Ludwighafen- Oggersheim, donde hacía más de una década que vivía retirado de la opinión pública, postrado a una silla de ruedas y con problemas para hablar.

Tenía 87 años.

Su final se aleja de la grandeza que alcanzó como político y que lo sitúa como el padre de la reunificación alemana en 1990.

Kohl estaba en Varsovia el día que el proceso comenzó, con la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre. Apuró su regreso y pronunció un discurso motivando la unión del pueblo germano, el que recibió más pifias que aplausos en ese momento.

Pero no claudicó y llevó adelante el proyecto. Meses después le presentaría al parlamento una propuesta de 10 puntos que terminaría el 3 de octubre de 1990.

Fue canciller de la República Federal Alemana desde 1982 a 1990 y de la Alemania reunificada hasta 1998, cuando perdió la elección ante el hoy polémico Gerhard Schroeder, debido a su defensa y estrecha colaboración con Vladimir Putin.

Su figura es considerada clave y enorme en la historia, no tan solo para su país sino que también por su aporte al crecimiento y consolidación de la Unión Europea.

Eso a pesar de su origen provinciano, que fue mal visto en principio por los políticos alemanes más tradicionales.

Su salida de la vida pública no se produjo en los mejores términos. Salpicado por el escándalo de financiamientos ilícitos para su partido, en 2002 debió dejar la presidencia de la Unión Demócrata Cristiana, a petición de Angela Merkel, de quien fuera mentor.

Su relación con la actual canciller germana sufriría un duro traspié cuando apareció contando que cuando la conoció “no sabía ni comer con cuchillo y tenedor”, como apareció en el libro “Legado”, escrito por Heribert Schwan, a quien luego demandaría por publicar partes sin su autorización, ganó el juicio y recibió un millón de euros por daños.

De ella también dijo: “No entiende de política europea”.

Polémica vida familiar

Desde mayo de 2008 estaba casado con Maike Richter, una colaboradora 34 años menor, descrita por sus hijos Walter y Peter como una “bruja” que controlaba su existencia y les impedía el acceso a su padre.

Ese mismo año sufrió la caída por las escaleras que le generó un trauma cerebral y lo dejó en silla de ruedas.

Su primera esposa Hannelore se suicidó en 2001, aquejada de una extraña enfermedad que le impedía ver la luz y la obligaba a vivir a oscuras. Fue una sobredosis de morfina y somníferos la que terminó con su vida. Su escaso contacto con sus hijos y las infidelidades de su marido se cuentan entre sus motivos.

El viaje a Chile que molestó a la derecha

Kohl vino a Chile en 1991, cuando pronunció un discurso en el Congreso que sacó ronchas entre los parlamentarios de derecha, que dejaron el salón. Su molestia se debió a que el canciller comparó las atrocidades de la dictadura con el gobierno comunista de la RDA.

El alemán intentó calmar los ánimos una vez afuera del edificio, donde fue increpado.

“¿Por qué no se va a Cuba?”, le gritaron.

“Usted no tiene derecho, usted no tiene derecho a venir aquí y dividir a los chilenos”, le dijo el diputado Federico Mekis (RN).

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