AFP

"Él nos da la espalda a nosotros, nosotros se la damos a él": así lo resume Alex Paredes, quien está entre una treintena de inmigrantes reunidos este martes en Los Ángeles para ver el discurso de Donald Trump ante el Congreso.

Caras largas, serias, algunos negaban con la cabeza mientras el mandatario listaba los logros de su gobierno en su primer su discurso sobre el estado de la Unión.

Comenzó a decir Trump "si trabajas duro, si crees en ti mismo, si crees en Estados Unidos, puedes soñar en todo"... y fue allí cuando indignados se levantaron, voltearon sus sillas y comenzaron a dar la espalda a la pantalla ubicada en una sala de la ONG Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA del inglés).

A los minutos, comenzaron las consignas - "¡Trump, escucha, estamos en la lucha!", "¡Familia unida, jamás será vencida!" - antes de parar la transmisión y el discurso.

No llegaron a escuchar la parte en que el presidente habló sobre migración, no esperaban nada alentador. Y no se sorprendieron cuando después leyeron que el presidente dijo que "por décadas, las fronteras abiertas permitieron que drogas y pandillas se derramaran sobre nuestras comunidades más vulnerables".

"Lo que hace es insultarnos", dice Rosa B, una joven de 23 años que era beneficiaria del DACA, el programa eliminado por Trump, que permitía trabajar y estudiar a indocumentados traídos de niños por sus padres.

Esta "dreamer" o soñadora, como se les llama, tenía cuatro años cuando llegó de México y habla un "espanglish" impecable.

Presión electoral

Al apagar el televisor, los inmigrantes decidieron hacer un "estado de NUESTRA unión" con discursos de Manuel Jiménez, un nicaragüense de 20 años que llegó cuando tenía uno; y Helena Hernández, de 52 años y madre de "soñadores".

"No somos Estados Unidos, somos Estados separados, separados por el odio", expresó. "El presidente no nos conoce y nos ataca".

Para votar y aprobar un presupuesto federal anual, la oposición del Partido Demócrata exige que se defina una solución para los 690.000 "dreamers", que quedaron literalmente en un limbo jurídico en septiembre del año pasado cuando Trump anunció que su gobierno no renovaría el programa.

Pero el gobierno está dispuesto a ceder a un precio elevado: pide 25.000 millones de dólares para construir un muro en la frontera con México, refuerza drásticamente la vigilancia fronteriza, interrumpe la reunificación familiar, recorta el cupo de inmigrantes legales y suspende el sorteo de visas.

Además, refuerza los mecanismos de "remoción inmediata" de inmigrantes en situación irregular.

"En realidad crea segregación, es una propuesta llena de odio, asquerosa", dijo Jiménez. "Su propuesta quiere criminalizar a los padres y poner barreras", coincidió Hernández, que llegó de México hace 20 años.

CHIRLA presta asistencia legal a los inmigrantes, incluidos a los cientos de miles de "dreamers", que por una orden judicial pueden volver a aplicar al programa. En las últimas dos semanas, asistieron a unas 263 jóvenes de forma gratuita.

Y este martes comenzaron a entrenar a los asistentes para que busquen y registren futuros electores de cara a las legislativas de noviembre, con la esperanza de acabar con la mayoría republicana en el Congreso y alcanzar una reforma migratoria sin estas condiciones.

Una marcha también está prevista para el sábado, cuando volverán a gritar: "¡aquí estamos y nos quedamos!".

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