Un caso de esclavitud moderna y en plena capital, sacude a los mexicanos. Se trata de “Zunduri” una joven de 22 años que permaneció por dos años encadenada del cuello a un mueble de una tintorería. Los dueños de la tienda la obligaban a planchar durante 12 horas seguidas, golpeándola hasta sangrar y sin siquiera darle de comer.

La pesadilla de Zunduri, terminó el pasado domingo gracias un descuido de los dueños de la tienda, la joven finalmente pudo escapar y pedir ayuda a la policía ya que la cuerda que la ataba a la plancha se encontraba floja.

 “Quiero que me paguen cada lágrima”, dijo Zunduri mientras contaba su relato al diario mexicano El Universal

Zunduri conoció a sus captores –Leticia Molina y José Sanchez- hace seis años atrás, cuando era una adolescente, en ese entonces ella trabajaba planchando ropa y tenía un buen trato de parte de los dueños.

 "Al principio era un buen trabajo. De nueve de la mañana a ocho de la noche y me pagaban 300 (pesos a la semana), yo vivía con la familia. Me daban de comer y dormía con ella (Leticia Molina) y sus hijas en la casa. Yo hasta le decía Mamá".

Al principio era un buen trabajo. De nueve de la mañana a ocho de la noche y me pagaban 300 (pesos a la semana), yo vivía con la familia. Me daban de comer y dormía con ella (Leticia) y sus hijas en la casa. Yo hasta le decía Mamá
Zunduri, alias de la joven que fue esclava

Pero esto duraría solo dos meses, luego de ello Zunduri conoció a su novio y se fue a vivir con él, renunciando a la tintorería. 
En 2013, la joven regresó a la familia con la promesa de aumentar el ritmo de trabajo y comenzaron los abusos.

"Pero cada vez era más y más trabajo. Dormía poco y me daban menos comida. Yo me sentía cansada y sin querer quemé varias prendas", relató la mujer al periódico mexicano. 

Los cinco habitantes de la casa - Leticia Molina, su hermana Fany, su pareja José  y sus hijas Ivette y Jannet- la golpeaban a diario. Y la más violenta era su “mamá” quién la quemaba con la plancha hirviendo. 

En su testimonio, Zunduri recuerda la primera vez que la encadenaron, para prohibirle asistir al babyshower de la hija de  Leticia Molina.

La levantaron en la madrugada, bañándola con agua helada. La empujaron hasta el primer piso de la tienda y la dueña le dijo: “Tengo dos regalos para ti”. Luego le colocaron una cadena gruesa al cuello y un candado que sirvió para sujetarla al mueble donde colgaban los vestidos de las clientas. 

Zunduri tiene 22 años, pero parece de 14. Los dos años de esclavitud tuvieron un efecto físico importante. Los médicos detectaron que a pesar de su aparencia más joven, sus órganos tienen la edad de 81 años. Además sufre de una anemía avanzada. 

Zunduri estaba en un cautiverio. La cadena le permitía moverse solo cuatro metros al fondo del local. Planchaba y comía de pie, le permitían sentarse sólo para dormir e ir al baño en bolsas. 

La joven permanecía hasta dos días sin beber liquidos, y para sobrevivivir humedecía sus labios con el agua caliente de la plancha. Con la comida era incluso peor, sus captores la mantenían hasta cinco días sin alimento. La joven tenía que consumir la crema que le prestaban para curar sus heridas y las bolsas de plastico de los trajes de los clientes, que encontraba en el piso. 

"En todo el cuerpo, en todo". "Hoy no hay ninguna parte de mi cuerpo que no tenga cicatrices por ella o alguna de sus hija. Son quemaduras, rasguños, marcas de tortura". 

En todo el cuerpo, en todo, hoy no hay ninguna parte de mi cuerpo queno tenga cicatrices por ella o alguna de sus hijas. Son quemaduras, rasguños, marcas de tortura
Zunduri

La justicia mexicana capturó a los integrantes de la familia, y hoy se encuentran en prisión. "Quiero que paguen cada lágrima, cada golpe, todo lo que llegué a pasar". "Mi plan es vivir. Quiero ser repostera, quiero vivir, quiero recuperar los años que no vivi".

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