Miles de libaneses se preparan este sábado para una importante manifestación contra la clase política, a la que responsabilizan de la terrible explosión que devastó una parte de Beirut con un saldo de más de 150 muertos, 5.000 heridos y unas 60 personas aún desaparecidas.

Dos días después de una historia visita del presidente francés Emmanuel Macron, la actividad diplomática se intensifica para organizar la ayuda internacional al país de Medio Oriente, en vísperas de una conferencia de donantes.

Por cuarta jornada consecutiva, Beirut se despertó con el ruido de los vidrios rotos recogidos en las calles por los habitantes y un ejército de voluntarios, con escobas, movilizados desde muy temprano.

La explosión en el puerto, el martes, cuyas circunstancias aún no han sido esclarecidas, habría sido provocado por un incendio que afectó un enorme depósito de nitrato de amonio, una peligrosa sustancia química.

Los espectaculares videos registrados tras la deflagración muestran una nube en forma de hongo que hizo recordar a muchos los de las bombas atómicas en Japón en 1945. Los socorristas han comparado las escenas de destrucción a las de un sismo.

La catástrofe ha dejado al menos 154 muertos y más de 5.000 heridos, de los cuales 120 en estado crítico, según el ministerio de Salud libanés.

Además hay 300.000 beirutíes sin techo y más de 60 personas continúan aún desaparecidas, mientras se reducen las esperanzas de hallar supervivientes.

- "El Juicio Final" -

Aún en estado de conmoción por esta explosión de una violencia sin igual en la historia del país, muchos libaneses piden cuentas a una clase política a la que denuncia de negligencia y corrupción.

En la plaza de los Mártires, epicentro de la protesta política desde octubre pasado y donde está prevista una manifestación este sábado por la tarde bajo el lema "el Juicio Final", militantes ya colocaron una horca.

"Luego de tres días dedicados a retirar los escombros y a curar nuestras heridas, es hora de dejar explotar nuestra cólera y sancionarlos por haber matado gente", afirma Farès al Hablabi, de 28 años.

"Debemos levantarnos contra todo el sistema (...) el cambio tiene que ser a la medida de la magnitud de la catástrofe", agrega este militante que salió a la calle cuando se inició la protesta popular el 17 de octubre de 2019.

Si el movimiento se desinfló en los últimos meses, especialmente a raíz de la pandemia del nuevo coronavirus -que continúa agravándose en el Líbano-, la tragedia podría reactivarlo con más energía.

"No tenemos nada que perder. Todo el mundo tiene que salir a la calle", afirma Hayat Nazer, una militante que ha impulsado muchas iniciativas de solidaridad.

El presidente Michel Aoun, cada vez más criticado, dijo claramente el viernes que se oponía a una investigación internacional, afirmando que la explosión podría haber sido acusada por negligencia o por un misil.

Unos veinte funcionarios del puerto y de las aduanas fueron detenidos, según fuentes judiciales y de seguridad. Entre ellos se encuentra el director general de aduanas Badri Daher y el presidente del consejo de administración del puerto Hassan Koraytem.

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