Se necesitó menos de un mes. Enfrentado al irresistible avance de los tanque alemanes –los famosos Panzer– el ejército francés colapsó y el primer ministro Philippe Pétain firmó una vergonzosa capitulación.

"Y después de la guerra, como sabemos todos, (el general) de Gaulle quiso borrar de la memoria colectiva cualquier recuerdo de la debacle", cuenta Dominique Lormier, historiador y autor de varios libros sobre el tema.

"Por eso se le puso mayor atención a la Resistencia y al Ejército de África, que continuaron la lucha contra los alemanes a partir de 1944", explica.

"Y el sacrificio de los soldados que lucharon en 1940 fue olvidado", agrega.

Revisando la historia

Lormier es uno de varios historiadores que están reinterpretando lo ocurrido en los meses de mayo y junio de 1940 usando archivos militares franceses y alemanes.

Y el retrato que está surgiendo no es el del paseo nazi comúnmente presentado.

La supuestamente impasable Línea Maginot no logró detener el avance de las tropas alemanas.

Cinco millones de soldados fueron movilizados por Francia al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Su ejército era considerado uno de los mejores del mundo, capaz de rivalizar con el de Alemania.

A lo largo de su frontera este corría la supuestamente impenetrable Línea Maginot, un conjunto de más de 50 imponentes fortalezas.

Y si los alemanes decidían invadir desde el norte, como durante la Primera Guerra, había planes para un contrataque diseñado para bloquearlos dentro de Bélgica con la ayuda de la Fuerza Expedicionaria Británica.

El problema es que Hitler desafió a los teóricos militares enviando a sus Panzer a través de las boscosas colinas de las Ardenas, justo en la esquina de los frentes norte y este.

Nadie se lo esperaba porque se asumía que las carreteras eran impasables.

Pero la estrategia le funcionó a Hitler y los alemanes.

Errores franceses

Hasta muy recientemente, la mayoría de los historiadores se habían enfocado en las evidentes carencias de las fuerzas francesas.

Y sin duda los comandantes franceses cometieron errores importantes.

Cinco millones de soldados franceses pelearon en la Segunda Guerra Mundial.

Colocaron a sus mejores fuerzas en Bélgica en respuesta a una finta alemana y quedaron peligrosamente expuestos a lo largo del vital río Meuse en Sedán, por donde los tanques alemanes tenían que cruzar luego de pasar por las Ardenas.

La fuerza aérea francesa era grande en tamaño, pero la mayoría de sus aviones estaban obsoletos.

Y, en tierra, el concepto moderno de una guerra de tanques –los empujes de blindados concebidos por Rommel y Guderian– aún tenía que ser aceptado por un comando francés que seguía obsesionado con la infantería.

Baja moral

En su clásico "Perder una batalla: Francia 1940", el historiador británico Alistair Horne también destaca el colapso de la moral de las tropas francesas.

Como muchos otros autores dice que el recuerdo de la Primera Guerra Mundial todavía torturaba a los líderes franceses, que no tenían mucho apetito para una batalla.

Mientras que las amargas divisiones ideológicas de 1930 –en las que la extrema izquierda y la extrema derecha habían llegado a batallar en las calles de París– también habían debilitado cualquier sentimiento patriótico.

Muchos historiadores afirman que no había voluntad de lucha en las tropas francesas. Pero muchos combatieron a los alemanes gallardamente.

Dominique Lormier y otros, sin embargo, creen que la verdad es más compleja.

"La moral no estaba tan decaída como dice Horne. A muchos se les olvida que en muchos lugares los franceses pelearon bravamente y lograron poner en dificultad a los alemanes", recuerda.

"La cifras hablan por sí solas. De los 3.000 tanques que los alemanes desplegaron, 1.800 quedaron fuera de combate. De 3.500 aviones, perdieron 1.600. En un mes de combates perdieron 50.000 muertos y 160.000 heridos. Fue un combate de verdad", agrega.

Un ejemplo es la batalla de Hannut, que se peleó en Bélgica. Ahí los tanques franceses Somua, aunque superados en número, demostraron ser tan poderosos como los Panzers, dice Lormier. Y, en su opinión, esa batalla se saldó con una victoria táctica para los franceses.

Otro momento memorable en medio de la deprimente letanía de derrotas francesas fue la carga mecanizada del general de Gaulle en Moncornet y la batalla de Stonne: una ciudad cerca de Sedán que cambio de manos unas 20 veces en cinco días de cruentos combates.

Bombardeo de Dunquerque

Los franceses también cubrieron efectivamente la retirada británica de Dunquerque, dice Lormier, lo que permitió evacuar a muchos más hombres de lo que se temía.

Y, adicionalmente, también pelearon duras batallas contra los italianos en los Alpes, mientras que sólo un puñado de fortalezas de la Línea Maginot se había rendido a mediados de junio, cuando se firmó el armisticio.

La invasión alemana - 1940

  • 10 de mayo – Las fuerzas alemanas se toman Holanda y Bélgica
  • 11 de mayo – Los Panzer alemanes rompen las defensas aliadas en Sedán, superando efectivamente la Línea Maginot
  • 13 de mayo – Los alemanes cruzan el río Meuse y entran en Francia
  • 20 de mayo – Los tanques del general Guderian llegan a Abbeville, aislando a las fuerzas aliadas en Bélgica
  • 9 de junio – Tanques al mando de Rommel cruzan el Sena
  • 16 de junio – Renuncia el primer ministro francés Paul Reynaud, se forma un nuevo gobierno al mando del mariscal Philippe Pétain
  • 22 de junio – Se firma el armisticio franco-alemán: el norte de Francia queda bajo ocupación alemana, el sureste bajo el control del gobierno de Pétain en Vichy

Ejemplos de heroísmo

Para muchos, sin embargo, la gran injusticia no es que estas victorias menores no sean conmemoradas, sino la forma en la que durante años se ha insultado el recuerdo de los valerosos soldados y aviadores de Francia.

De Gaulle se concentró en honrar la memoria del Ejército de África y de los miembros de la Resistencia, dejando en el olvido a los soldados de la Batalla de Francia.

Con más de 80 años Phillipe de Laubier solo tiene vagos recuerdos de su padre, un comandante de grupo de la fuerza aérea francesa llamado Dieudonne. Pero la historia de su muerte de mayo de 1940 todavía lo inspira.

"Mi padre pilotaba uno de esos viejos bombarderos llamados Amiots. Eran irremediablemente anticuados", cuenta.

"Cuando los alemanes pusieron su pontón sobre el río Meuse, en Sedán, era imperativo atacarlos con todo. Pero acababa de volver de una misión y no se esperaba que retomara vuelo tan prontamente".

"Sin embargo, la idea de que su escuadrón tuviera que volar en una misión tan peligrosa sin él, le resultaba inaceptable. Así que detuvo uno de los Amiots que estaba preparándose para despegar y le ordenó a uno de sus tripulantes que se bajara, para así ocupar su plaza"

"Obviamente fueron rápidamente derribados por el fuego anti aéreo alemán y mi padre murió", recuerda.

Insulto a la memoria

Para de Laubier, la idea de que los militares franceses no estaban dispuestos a luchar es a la vez equivocada e insultante.

Y para Dominique Lormier, la prueba de la determinación de los soldados franceses está en las bitácoras diarias del ejército alemán, en las que sus comandantes deban cuenta del progreso de la batalla.

No hay ningún monumento que honre o recuerde a los caídos en la Batalla de Francia.

"A pesar de graves errores tácticos del comando aliado, los soldados ofrecieron una defensa obstinada, con un espíritu de sacrificio digno de los poilus de 1916", escribió por ejemplo el general Heinz Guderian.

"La tropas coloniales (francesas) lucharon con gran determinación. Sus operadores de tanques y tropas anti-tanque pelearon con coraje y causaron muchas pérdidas", escribió por su parte el general Rommel.

Obviamente, se puede debatir el crédito que hay que darle a ese tipo de afirmaciones, pues los comandantes habitualmente honran el recuerdo de sus oponentes, aunque solo sea para hacer que sus victorias parezcan más impresionantes.

Y, al final del día, queda el hecho de que el ejército francés colapsó: el 17 de junio el mariscal Pétain transmitió vía radio un tristemente célebre mensaje pidiéndoles a las tropas que dejaran de pelear (aunque el armisticio aún no había sido acordado), lo que provocó rendiciones en masa.

Hoy, sin embargo, muchos creen que no se ha hecho lo suficiente para recordar a "los primeros miembros de la Resistencia".

"Esos soldados fueron doblemente castigados. No sólo perdieron su vida en la Batalla de Francia, también perdieron la batalla de la memoria", dice Charles de Laubier, nieto de Dieudonne, quien es periodista.

Charles publicó en el periódico Le Monde un llamando a establecer un día nacional de conmemoración para honrar a los 90.000 franceses que se estima cayeron en la Batalla de Francia.
Porque todavía hoy no hay ningún monumento que honre su memoria y su historia rara vez es recordada.

"Es una negación de la memoria que roza el tabú", escribió Charles. "Es hora de que acabe".

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