Kelsey Townsend, mujer de 32 años que reside en Wisconsin, Estados Unidos, es protagonista de una emotiva y atípica historia.

La mujer fue diagnosticada con COVID-19 en medio de su embarazo y la enfermedad provocó que debiera ser inducida en coma para poder tratarla.

Las complicaciones de la enfermedad obligaron al cuerpo médico que la atendía a inducir el parto vía cesárea para salvarle la vida, pues la mujer también estaba conectada a un respirador mecánico y su estado era grave.

Tras dar a luz, sin siquiera saberlo, nació Lucy, una pequeña bebé que nació sin la enfermedad y que, con el paso de las semanas, se mantuvo al cuidado del recinto hospitalario a la espera que su madre pudiera recuperarse.

Tres meses después de que naciera Lucy, Kelsey pudo superar la enfermedad, la que incluso la mantuvo cerca de necesitar un trasplante doble de pulmón.

Sin embargo, su salud mejoró y a mediados de enero pudo salir del coma y de la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario de Madison.

75 días después de permanecer conectada a una máquina, Kelsey pudo salir del hospital junto a su bebé (de ya tresmeses), a quien conoció poco después de recibir el alta.

"Estoy muy agradecida de estar viva y bien, y en casa con mi bebé, Lucy; y estar con nuestros otors hijos, Peyton, Beaux y Faith", dijo la mujer a ABC.

 

Publicidad