Tatiana Reinhardt vive en Hamburgo desde hace 25 años. Se había formado en Chile como profesora de educación física y, al llegar a Alemania, siguió estudiando, hasta recibirse de kinesióloga y fisioterapeuta. "Tenía 28 años y una hija pequeña", recuerda, sobre sus primeros pasos en este país, en conversación con DW.

Hoy es una profesional reconocida en su especialidad, trabaja en un hospital importante de Hamburgo, además de atender dos veces por semana a pacientes en un consultorio. Pero el camino hasta allí no fue fácil, criando sola a dos hijas y trabajando a tiempo completo.

Una vez traspasada la barrera invisible de los 40, la actitud de su entorno laboral cambió notoriamente. A pesar de la vasta experiencia adquirida hasta entonces, sus jefes le dijeron directamente y sin tapujos que era "demasiado vieja" y le propusieron reducir su horario de trabajo. Reinhardt tenía apenas 43 años de edad. "Me intentaron echar y ponerme piedras en el camino", relata la fisioterapeuta y añade: "pero no les di el gusto de ceder mi puesto".

Situaciones como las que vivió Tatiana Reinhardt no son una excepción. Mientras que ya casi no llama la atención que dos hombres en torno a los 80 aspiren a disputarse la presidencia de una potencia mundial, a mujeres que tengan más de 45 años se les cierran muchas puertas en el mercado laboral alemán.

¿Por qué falta mano de obra y sobran mujeres dispuestas a trabajar?

"No se las contrata a causa de su edad, son pasadas por alto cuando se conceden ascensos o son excluidas de formaciones complementarias, alegando que ya no vale la pena invertir en ellas. Esta actitud, además de discriminatoria, es dañina para nuestra economía", afirma Ferda Ataman, quien está al frente de la Agencia Federal contra la Discriminación (Antidiskriminierungsstelle des Bundes).

En Alemania, falta mano de obra en casi todos los ramos. Sin embargo, una parte importante de la población, bien formada y dispuesta a trabajar, es ignorada sistemáticamente.

La campañalanzada por el magacín online Palais F*luxx, en cooperación con la Agencia Federal contra la Discriminación, quiere concientizar sobre ello. El objetivo es "denunciar la discriminación de mujeres mayores y lograr un nuevo entendimiento de la vejez en la sociedad, explica la periodista Silke Burmester, fundadora de Palais F*luxx.

El título de la campaña "Sin mí se verían viejos/as" ("Ohne mich würdet ihr alt aussehen") hace alusión a la expresión alemana "Me haces parecer más viejo" ("Du lässt mich alt aussehen"). Según ésta, el error de otra persona nos hace parecer "más viejo/a", en el sentido de hacernos quedar mal.

El eslogan juega con este modismo y lo reinterpreta de la siguiente manera: Al ignorar a mujeres de mediana edad, los empleadores cometen un gran error y entonces ellos sí que "se ven viejos" y queda muy mal parada la sociedad en general.

Tatiana Reinhardt, apenas supo de este proyecto, quiso formar parte de él y apoyarlo. "Es absurdo que mi hospital ya no contrate a personas mayores de 40 años", comenta indignada y lamenta que "no se tenga en cuenta la opinión, ni la experiencia de las mujeres de más de 50".

A su vez, la profesional chilena es consciente de que, en su país natal, la situación es aún más difícil. Su hermana menor, que vive en Chile y es también profesora de educación física, perdió su empleo al cumplir los 50 y no tiene ahora ninguna perspectiva laboral.

Dieron en el clavo

La campaña, que presenta a doce mujeres entre 47 y 64 años de edad, de profesiones y cargos muy diversos, parece haber dado en el clavo. Hubo gran repercusión en los medios de prensa escrita, reportajes de radio y televisión. Incluso el principal noticiero de la televisión pública alemana informó sobre la acción, que fue lanzada el 1 de marzo y culmina este 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer. "Me vio mucha gente en la tele, las reacciones fueron muy buenas", cuenta Reinhardt.

Las iniciadoras del proyecto, inspiradas por la resonancia obtenida, se disponen a seguir difundiendo que "las mujeres de 40 y tantos no necesitan consejos anti-aging, sino un entorno que las valore", recalca Ataman, la encargada federal de combatir la discriminación.

En su propio entorno laboral, Tatiana Reinhardt ya pudo constatar un primer paso en esa dirección. Un médico jefe, luego de haberla visto en el noticiero, se le acercó y le preguntó sorprendido: "Pero, ¿usted se siente discriminada?" Y ella le respondió: "¡Sí! Claro que hay discriminación".

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