Investigadores japoneses afirman haber dado un paso adelante en la mejora de la con los ensayos de una vacuna para eliminar las llamadas células zombis, conocidas médicamente como células senescentes, que se acumulan con la edad y dañan las células cercanas, causando enfermedades relacionadas con el envejecimiento.

En un nuevo estudio, publicado en diciembre en la revista Nature Aging, investigadores de la Universidad Juntendo de Tokio identificaron una proteína específica de estas células, la llamada "proteína de melanoma no metastásico B" (GPNMB), que se expresa en niveles elevados en estas células caducas. Esta proteína también se detectó en niveles elevados en pacientes con aterosclerosis, que está relacionada con la senescencia.

Tras identificarla, y después de varios experimentos con roedores, los científicos desarrollaron una vacuna experimental peptídica, basada en un aminoácido que constituye la proteína, que puede eliminarlas, mostrando éxito con las células envejecidas del cuerpo de los ratones, ayudando a prolongar la vida de estos y a revertir algunos signos de enfermedades relacionadas con la edad.

Según los investigadores, la vacuna permitió al organismo crear anticuerpos que se adhieren a las células senescentes, que son eliminadas por los glóbulos blancos que se adhieren a los anticuerpos.

Tratamiento de la rigidez arterial, la diabetes y otras enfermedades

Por otra parte, la vacuna también se dirigió con éxito a las células senescentes del tejido graso y los vasos sanguíneos, lo que sugiere que podría tener un impacto positivo en otras condiciones médicas relacionadas con el envejecimiento.

"Podemos esperar que (la vacuna) se aplique al tratamiento de la rigidez arterial, la diabetes y otras enfermedades relacionadas con el envejecimiento", declaró el profesor de la Juntendo y coautor del estudio Tohru Minamino a la agencia de noticias japonesa Jiji.

Las células no pueden seguir dividiéndose eternamente

Según el Instituto Nacional del Envejecimiento (NIA), a medida que envejecemos, empezamos a acumular las células senescentes, que son células que han dejado de multiplicarse debido a daños o estrés, pero que no mueren cuando deberían. Ni siquiera las células inmunitarias son inmunes a este proceso, y a medida que se vuelven senescentes, el sistema inmunitario pierde gradualmente la capacidad de eliminarlas

Cuando las células inactivas se empiezan cada vez más a acumular en el cuerpo, liberan compuestos que desencadenan la inflamación y, por tanto, dañan las células sanas cercanas, contribuyendo a los síntomas del envejecimiento y a las enfermedades que lo acompañan, como el cáncer, el Alzheimer y la aterosclerosis, una enfermedad en la que se acumula placa en las arterias.

Muchos de los fármacos existentes para eliminar las células senescentes se utilizan como agentes anticancerígenos y pueden causar efectos secundarios negativos. Según el equipo, los efectos secundarios de la nueva vacuna fueron menores y su eficacia duró más tiempo.

Paul Robbins, biofísico experto en la materia que no participó del estudio, aseguró al medio científico Live Science que la ventaja potencial de utilizar una vacuna en lugar de fármacos para atacar a las células senescentes consiste en que las personas podrían recibir la vacuna, por ejemplo, a los 50 años y evitar la acumulación de células senescentes en primer lugar.

Queda camino por recorrer para que humanos se beneficien del avance

A pesar de los alentadores avances, aún queda mucho trabajo por hacer antes de que este trabajo pueda trasladarse a los humanos. El equipo matizó asegurando que probablemente la GPNMB no sea el único objetivo potencial.

"Nuestro estudio ha demostrado la posibilidad de una nueva estrategia contra la senescencia", afirmó Minamino.

"Especulamos que hay muchos más seno-antígenos que son producidos por otros tipos de células senescentes. Con más investigaciones podremos ofrecer una terapia antisenescente individualizada para los pacientes en función de la prevalencia de los distintos tipos de células senescentes en su organismo", agregó.

Editado por Felipe Espinosa Wang.

Publicidad