En 2008, los alemanes celebraron la victoria electoral de Barack Obama. Sin embargo, Angela Merkel lo había ofendido durante su campaña electoral, prohibiendo que pronunciara un discurso frente a la Puerta de Brandeburgo. El entonces candidato presidencial demócrata tuvo que contentarse con la plaza frente a la Columna de la Victoria, donde cerca de 200.000 personas lo recibieron como a un segundo Kennedy y como a un salvador tras la era Bush, que llegaba a su fin.

Con la guerra de Irak, George W. Bush había provocado el distanciamiento de una parte de los europeos. En aquel entonces, el canciller socialdemócrata alemán, Gerhard Schröder, se había opuesto decididamente a la guerra. Merkel, en cambio, había apoyado a Bush en su calidad de jefa de la oposición.

En el primer año de su mandato, en 2009, Obama visitó dos veces Alemania, pero evitó viajar a Berlín, algo que fue interpretado como una afrenta. También la abstención de Alemania en la votación de las Naciones Unidas sobre una intervención militar en Libia, en 2011, afectó las relaciones entre el presidente estadounidense y la canciller alemana.

"Tuvimos problemas"

Según Josef Braml, experto estadounidense de la Sociedad Alemana de Política Exterior, los alemanes "tuvimos grandes problemas durante el Gobierno Obama, porque conflictos internos lo habían obligado a descargar problemas en nosotros, en política de seguridad y política económica. Esto no nos agradó en absoluto".

Sin embargo, en 2011 Obama otorgó a la canciller alemana la "medalla de la libertad", la mayor distinción que puede recibir un extranjero. ¿Fue un gesto de reconciliación o una invitación a asumir más responsabilidad?

En 2013, Obama finalmente tuvo la oportunidad de presentarse en Berlín frente a la Puerta de Brandeburgo, donde Merkel y él demostraron unidad. No obstante, las irritaciones volvieron a aumentar, sobre todo, cuando se dio a conocer la dimensión del espionaje estadounidense.

En octubre de ese año, salió a la luz que el servicio de inteligencia NSA incluso había espiado el celular de la canciller alemana. Enfurecida, Merkel pronunció una de sus frases más famosas: "El espionaje entre amigos y aliados es inaceptable". Sin embargo, no hubo consecuencias políticas mayores.

Un acercamiento tardío

Mientas más tiempo gobernaban Merkel y Obama, más parecían acercarse a nivel político y personal. Peter Beyer, del partido cristianodemócrata CDU, cree que Obama aprecia sobre todo el "pragmatismo, la fiabilidad y el profesionalismo" de la canciller. Además, "la necesita", agrega. Con el creciente peso político y económico de Alemania se ha vuelto imposible dejar de lado a la mandataria.

En la cumbre del G7 en la localidad bávara de Elmau, en 2015, se captó una de las fotos más memorables de los dos: Obama sentado en un banco con los brazos extendidos, recargados en el respaldo y Merkel enfrente de un espectacular panorama alpino explicándole algo.

En opinión de Beyer, el hecho de que tengan caracteres diferentes no perjudica su relación. "Obama es un genial orador, que busca la cercanía con las personas. Merkel dice con pocas palabras lo necesario, no es una gran oradora que apasiona a las masas", dice. Sin embargo, ambos se estiman porque se complementan.

Pocas semanas después de la cumbre del G7, Merkel abrió las fronteras a los refugiados. Obama elogió este paso. No obstante, Josef Braml califica su elogio de hipócrita: "Estados Unidos destruyó a los países del Oriente Cercano y Medio. Con la guerra de Irak se desestabilizó toda una región y, como consecuencia, el Estado Islámico se pudo expandir, lo que provocó una ola de refugiados. Obama eludió la responsabilidad. Así no funciona una cooperación."

¿Por qué Obama visita Alemania antes de retirarse? Para Peter Beyer, la reunión entre el presidente saliente de Estado Unidos y Merkel es más que una visita de despedida. Según el político, tras la victoria electoral de Donald Trump, Obama se siente responsable por su país y sus aliados y será un "importante asesor de Trump en el periodo de transición".

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