Un buque tanque acaba de llegar a la costa británica. Sus cisternas contienen un cargamento controvertido, que despierta no sólo protestas de ambientalistas sino acusaciones de graves daños a pueblos indígenas en Perú.

El buque Gallina, propiedad de la empresa de hidrocarburos anglo-holandesa Shell, atracó el fin de semana en Isle of Grain, un puerto en la costa de Kent, en el sur de Inglaterra.

El barco trae lo que, según medios de comunicación británicos, es el primer cargamento para Reino Unido de gas de los yacimientos de Camisea, una de las principales explotaciones de gas de América Latina en el corazón del departamento peruano de Cusco.

Ambientalistas en Reino Unido cuestionan el impacto ambiental de extraer, licuar y transportar a lo largo de unos 10.000 km gas de la Amazonía, en lugar de obtenerlo de explotaciones locales.

Pero el proyecto Camisea es especialmente polémico por otro motivo: su impacto en tribus amazónicas, muchas de las cuales no han tenido contacto con la civilización moderna.

Camisea se encuentra a cerca de 100 km de Machu Picchu, "en el corazón de las tierras de tribus no contactadas en Perú", señala un informe la ONG británica de defensa de pueblos indígenas Survival International.

Desde que comenzaron las exploraciones de gas en la zona en la década de los 80, miembros de la tribu Nahua tuvieron contacto por primera vez con el exterior cuando trabajadores de Shell que buscaban hidrocarburos llegaron a sus tierras, según Survival.

"Sin ninguna inmunidad a enfermedades foráneas muchos Nahua murieron y casi la mitad de la tribu fue diezmada", asegura la organización.

Survival cita informes sobre cinco fugas de gas importantes desde 2004 que contaminaron vías de agua. Y asegura que la población local denunció un serio impacto negativo en su salud.

Tribus amenazadas

La Reserva Nahua-Nanti en la Amazonía peruana bordea el Parque Nacional Manú, un sitio de gran diversidad biológica declarado patrimonio universal por la Unesco.

"La Reserva Nahua-Nanti alberga a pueblos no contactados y numerosas tribus, como los Nahua, Nanti, Matsigenka y Pashco-Piro, que dependen de la selva para su supervivencia", según Survival International.

El 75% del llamado bloque 88 del Proyecto Camisea se encuentra dentro de los límites de la reserva, de acuerdo a la organización.

Por otra parte, cada año un grupo de expertos llamado South Peru Panel (Panel Asesor de Monitoreo Independiente del proyecto Camisea) emite un informe sobre el impacto de Camisea.

El Panel fue establecido en 2009 como una condición del préstamo de cerca de US$458 millones otorgado por el Export Import Bank de Estados Unidos a Peru LNG, Peru Liquified Natural Gas Project, empresa operada por la estadounidense Hunt Oil.

El Panel reconoció el año pasado que el proyecto Camisea tiene "impactos macroeconómicos muy positivos y sin precedentes en la historia económica de Perú".

Pero el informe agregó que los pueblos indígenas "no sólo no se han beneficiado sino que su situación en términos de salud, nutrición y educación podría haber empeorado".

La organización indígena AIDESEP, Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, expresó además en una carta a autoridades del Ministerio de Cultura su preocupación por la "posibilidad de que los Nahuas estén siendo contaminados por gases tóxicos emitidos permanentemente por las operaciones de gas del proyecto Camisea".

Consorcio internacional

Los yacimientos de gas de Camisea fueron descubiertos por Shell en 1986 y la extracción de gas comenzó en 2004.

El megaproyecto es operado por un consorcio de compañías liderados por la argentina Pluspetrol, la estadounidense Hunt Oil y la española Repsol.

La corporación también incluye a la empresa SK Corporation, de Corea del Sur, y la compañía Sonatrach, de Argelia, entre otras.

El proyecto Camisea costó cerca de US$2.700 millones e hizo de Perú "una nación rica en gas con regalías esperadas de US$34.000 millones durante 30 años", según el sitio Hydrocarbons-technology.com.

Se estima que las reservas de Camisea contienen cerca de 14 millones de pies cúbicos de gas natural, y el proyecto inició en 2010 exportaciones a México y España.

Más controversias

Además de la polémica por el impacto en los pueblos indígenas, el Proyecto Camisea ha estado rodeado por otras controversias.

El control de las ganancias ha sido foco de protestas en la provincia de La Convención en la región de Cuzco, por ejemplo, donde pobladores locales acusan a Lima de controlar los beneficios de la producción de gas sin destinar suficientes recursos a la región de donde sale el recurso.

La industria extractiva también ha destruido parte del ecosistema cerca del Río Camisea, lo que llevó a protestas locales en la localidad de Quillabamba.

Y la llegada ahora de gas a Reino Unido reaviva el debate en torno otra polémica que no deja de generar protestas y arrestos en territorio británico: el impacto del fracking.

Gas de la Amazonía vs. fracking

La fracturación hidráulica o fracking es una técnica que permite extraer el llamado gas de esquisto, un tipo de hidrocarburo no convencional que se encuentra literalmente atrapado en capas de roca, a gran profundidad.

Luego de perforar hasta alcanzar la roca de esquisto, se inyectan a alta presión grandes cantidades de agua con aditivos químicos y arena para fracturar la roca y liberar el gas, metano. Cuando el gas comienza a fluir de regreso lo hace con parte del fluido inyectado a alta presión.

Los detractores del fracking apuntan entre sus principales riesgos la posible contaminación del agua tanto por aditivos químicos como por fugas de metano, el gas que se extrae de la roca de esquisto, y la ocurrencia de sismos.

Nick Grealy, activista favorable al fracking, le dijo a la BBC: "Amigos de la Tierra y Greenpeace se oponen vehemente al fracking, ¿pero no es mucho peor traer gas de la Amazonía?

La respuesta de Amigos de la Tierra fue: "Creemos que en Reino Unido debemos dejar el gas en la tierra, sin extraerPerú debería hacer lo mismo ".

¿Cómo se comparan las emisiones de dióxido de carbono de extraer gas por fracking y de comprimir gas convencional para importarlo desde países como Perú?.

El Comité sobre Cambio Climático, que asesora al gobierno británico, asegura que "la producción bien regulada a nivel doméstico puede producir menos emisiones que la importación de gas licuado".

La empresa Shell fue contactada por la BBC. Pero no quiso hacer declaraciones sobre la llegada del gas peruano.

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