Desde hace siglos las mujeres han luchado por defender sus derechos: a votar, conducir, a un salario igual al del hombre.

Pero aunque estas batallas den la apariencia de que la igualdad de género es un concepto relativamente nuevo, lejos de ser una invención reciente ha sido la norma durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva.

Un estudio publicado recientemente en la revista Science señala que, en las sociedades de cazadores recolectores, hombres y mujeres tenían la misma influencia sobre las decisiones grupales en torno a dónde vivir y con quién.

Y con la llegada de la agricultura -hace entre 5 y 10 millones de años-, cuando los cazadores recolectores comenzaron a establecerse en un sitio más permanente y a acumular una gran cantidad de recursos, surgió la desigualdad.

"Una vez que empiezan a tener tierras y a acumular recursos, pueden crear alianzas, pelear por el territorio y tener múltiples esposas, ya que disponen de recursos para alimentar a familias múltiples", le explica a BBC Mundo Andrea Migliano, investigadora del University College London y autora principal del estudio.

"Y esto", añade, "es lo que causa el desequilibrio entre hombres y mujeres".

Según la investigación, que se centró primordialmente en dilucidar el vínculo entre la igualdad de género y la composición de los grupos de cazadores recolectores modernos, la igualdad entre hombres y mujeres supuso una ventaja para la supervivencia de estos grupos.

"A diferencia de nuestros parientes más cercanos, los monos, cuyas crías son independientes una vez que acaba el amamantamiento, los bebés humanos necesitan mucha atención. Necesitan tanto de la inversión de la madre como del padre", dice Migliano.

"Eso hace a la igualdad, porque la madre sola no puede sostener a su hijo. Pero no solo necesitan a ambos padres sino también a sus dos familias, para poder moverse entre los campos de ambas, dependiendo de las necesidades del momento".

Por esta razón, "el hecho de que sean sociedades igualitarias, hace más fácil la crianza de los niños", señala la investigadora.

Asimismo, la equidad garantiza la cooperación.

Grupo variado

Tras analizar información de dos poblaciones de cazadores recolectores -una en República Democrática del Congo y otra en Filipinas- y comparar los datos con modelos de simulación por computadora, los investigadores comprobaron que el número de individuos relacionados en un grupo es menor cuando los hombres y mujeres tienen la misma influencia.

"Cuando solo los hombres tienen influencia sobre con quién viven, el centro de cualquier comunidad es una red densa de hombres estrechamente relacionados, con sus esposas en la periferia", afirma Mark Dyble, antropólogo del University College London y coautor del estudio.

"Si los hombres y las mujeres deciden, no tienes entonces grupos de cuatro o cinco hermanos viviendo juntos".

Esto obliga a la comunidad a expandir su círculo de conexiones y desarrollar su capacidad de cooperar con otros individuos no vinculados por lazos de familia.

"Te ofrece una red social más amplia con más opciones para elegir compañeros, y así la endogamia ya no es tanto un problema", explica Dyble.

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