La efigie de Juan Domingo Perón se levanta en bronce frente al Río de la Plata en Buenos Aires, con su reconocido gesto de brazos en alto.

Se trata del primer monumento del expresidente en la capital del país, inaugurado este mes para conmemorar los 70 años del nacimiento del peronismo, un movimiento político que cambió para siempre al país.

Y mientras el alcalde de la ciudad devela la estatua, el sol brilla y el cielo luce un tono celeste porteño, que hace juego con la bandera del país.

Es, en toda regla, "un día peronista", un concepto que este corresponsal no alcanzó a entender la primera vez que lo escuchó, pero que no es más que un ejemplo de la omnipresencia de la temática peronista en la vida de los argentinos.

Muchos aquí usan el nombre para este tipo de días de buen tiempo y luminosidad, cálidos y excelentes para pasear, primaverales casi veraniegos.

Es un homenaje al 17 de octubre de 1945.

Aquel caluroso día, que ahora se conmemora como el nacimiento del peronismo, se produjo en la capital una masiva movilización obrera que exigía la liberación del general Juan Domingo Perón.

El exsecretario de Trabajo y ex vicepresidente, preso en la Isla Martín García, era todo un icono para los sectores populares, que veían en él un defensor de sus derechos.

Juan Domingo Perón gobernó en tres ocasiones el país, sus herederos todavía controlan gran parte de la política argentina.

Y ese momento, recordado con júbilo por los peronistas como Día de la Lealtad, desembocó en el triunfo de Perón en las elecciones del año siguiente.

Perón volvió a ganar en 1952 y 1973. Y la consolidación de un movimiento, también llamado justicialismo, marcó a Argentina e inspiró a otros líderes en América Latina.

Omnipresencia

Uno, sin embargo, no puede dejar de pensar que, en cierto modo, e independientemente del pronóstico meteorológico, todas las jornadas parecen ser "días peronistas" en Argentina.

Y es que Perón y su movimiento están en la vida diaria de cualquier argentino, sin importar demasiado su ideología.
Cualquiera que se acerque a la principal avenida de la capital, la 9 de Julio, se encontrará con la imagen gigantesca de su primera esposa, Eva Duarte de Perón, Evita, en lo alto del Ministerio de Desarrollo Social.

Mientras que si decide caminar por el centro porteño paseará seguramente por la Avenida Teniente General Juan Domingo Perón. Y el callejero de cualquier ciudad argentina está repleto de referencias peronistas.

Perón y Evita, junto a Maradona en un balcón del barrio de La Boca en la capital.

Si se cruza con alguna marcha sindical de la Confederación General del Trabajo, es muy probable que vea el rostro de Perón y Evita en sus pancartas.

Y lo mismo si acude a algún evento oficialista o si sigue por televisión alguna de las innumerables cadenas nacionales de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que a menudo hace referencia a Perón en sus discursos o que aparece con la imagen de Evita de fondo, en uno de lo salones de la Casa Rosada.

Hasta los turistas se habrán encontrado con los variados restaurantes de temática peronista, como "Los Octubres" o "Perón Perón", donde se puede degustar comida casera entre altares a los íconos del movimiento y escuchando sus himnos.

¿Y quién no ha pagado alguna vez con un billete de 100 pesos con el rostro de Evita?

El billete preferido de los peronistas en Argentina.

En la calle, en los afiches de la campaña por las elecciones presidenciales del próximo 25 de octubre aparece el candidato oficialista, Daniel Scioli, abrazado a su pareja, Karina Rabolini, y lo mismo hacía en su día Néstor y Cristina Kirchner, imitando a Perón y Evita.

Y luego están los trenes, nacionalizados en una de las decisiones más notables de Perón, aunque privatizados en los 90 por un presidente también justicialista, Carlos Menem, y renacionalizados por el gobierno actual, también peronista.

Porque una de las muchas características del peronismo son sus numerosas vertientes y facciones ideológicas a lo largo del tiempo.

Y hasta los dedos en V, haciendo el gesto de la victoria, se entienden aquí como algo propiamente peronista.


Los principios del peronismo

  • El 17 de octubre de 1950, Juan Domingo Perón leyó al pueblo las Veinte Verdades Peronistas, una declaración de principios del movimiento justicialista. Estas son algunas de ellas:
  • La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.
  • Para un peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro peronista.
  • Primero la Patria, después el Movimiento y luego los Hombres.
  • Los dos brazos del peronismo son la Justicia Social y la Ayuda Social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y de amor.
  • Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

Sin indiferencia al peronismo

Más allá del simbolismo, es innegable que a lo largo de las décadas el peronismo ha dejado una huella en la Argentina de hoy.

"El peronismo ha infiltrado muy hondamente las fibras de todos.

Ante el peronismo no hay un argentino indiferente", le dice a BBC Mundo Pablo Sirvén, secretario de redacción del diario La Nación y estudioso de este movimiento.

"Todo lo que se establece políticamente en Argentina va a ser poniendo como eje el peronismo, tanto para atacarlo como para alabarlo. Es el astro del sistema solar que es el sistema político argentino, para bien o para mal", añade.

Lo más partidarios de este movimiento aseguran que la ampliación de derechos laborales, el voto femenino, la industralización y nacionalización de empresas estratégicas, la urbanización y ampliación de la clase media argentina son parte del legado peronista.

Los más críticos, que el peronismo dejó una herencia de caudillismo, culto a la personalidad del líder, retraso económico, polarización y clientelismo.

"El peronismo consolidó las peores características de la sociedad argentina: el cinismo, unido al fanatismo, la corrupción, la falta de respeto a la ley", le dice a BBC Mundo el exdiputado Fernando Iglesias, autor del libro Es el peronismo, estúpido.

Perón, explica Iglesias, "fue introductor de lo peor que había en la política internacional, una expresión del autoritarismo que se ha transformado en una oligarquía política que ha gobernado el país de manera monopólica".

¿Peronismo o caos?

Desde el regreso a la democracia de Argentina, en 1983, seis de los ocho presidentes del país pueden considerarse peronistas, bien del Partido Justicialista, bien del kirchnerista Frente para la Victoria.

El peronismo controla gran parte de los principales sindicatos del país.

Estos son Carlos Saúl Menem, que gobernó en la década de los 90; Néstor Kirchner y Cristina Fernández desde 2003, y una sucesión de breves presidencias tras la crisis de 2001: Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde.

Y los dos presidentes no peronistas del país, Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, terminaron sus mandatos antes de tiempo y acechados por una fuerte crisis económica.

De ahí que en Argentina exista el mito –alentado por peronistas, desechado por los demás– de que es precisamente este movimiento el único capaz de garantizar la gobernabilidad del país.

"Si el (próximo) gobierno no es peronista, se van a juntar todos los peronistas y le van a hacer la vida imposible", dijo en su día el expresidente uruguayo José Mujica cuando le cuestionaron sobre el futuro de su vecino país.

Y lo cierto es que los herederos de Perón todavía controlan gran parte del poder provincial de Argentina, el Congreso y la región de mayor población del país: la provincia de Buenos Aires. Además, claro, del gobierno nacional.

Por otra parte, grandes sindicatos del país están controlados por peronistas con una fuerte capacidad de movilización obrera, herramienta de presión frente a cualquier gobierno.

Entre los principales candidatos a presidente en las próximas elecciones, dos son abiertamente peronistas: el primero en los sondeos, el oficialista Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, y el diputado Sergio Massa, ubicado en tercer lugar y candidato del Frente Renovador.

El tercero en la pugna –que podría arrebatarle a Scioli el triunfo con una coalición de partidos no peronistas, Cambiemos– es el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri.

Pero él, que no es peronista, sí aseguró que el expresidente Perón "marcó muchas guías" en su vida, en un gesto interpretado como un intento por conseguir el apoyo del electorado peronista para su grupo.

"Perón y Evita vinieron a hacer algo histórico que es darle los derechos a los trabajadores. El peronismo es la búsqueda de la pobreza cero y a eso quiero convocar a los peronistas", dijo mientras inauguraba la estatua del líder argentino.

Todos peronistas

Las referencias a Perón y, sobre todo a Evita, son una constante en marchas kirchneristas.

Cuentan en Argentina que en una ocasión, Juan Domingo Perón respondió a un periodista que le preguntó por la composición ideológica y social del país.

Aseguró que una tercera parte era radical, otra tercera parte conservadora y la otra socialista.
"¿Y peronistas?", le cuestionó el cronista.

"Peronistas son todos", fue su respuesta.

Hoy en día, el argentino que odiaba las políticas de Perón las sufrirá todavía. El que las amaba, puede presumir del poder que el movimiento tiene hasta nuestros días.

Y el indiferente vivirá el peronismo en los entramados políticos, en las calles y hasta en el nombre de sus barrios.
Si no todos los argentinos son peronistas, como cuenta la anécdota, al menos sí parece que, 70 años después, el peronismo está en todo.

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