Todo empezó en la década de los 70 con la llegada de la leche en polvo a los países en desarrollo.

Lactogen era el nombre del producto formulado para bebés que, al mezclarlo con agua, se convertía en leche.

Existía desde 1921 y se había comercializado muy bien alrededor de Europa.

Para la década de los 70 empezó a promocionarse en países en desarrollo y el público al que le apuntaban eran las madres primerizas.

A pesar de ser Nestlé la empresa que llevaba el liderazgo a nivel de mercadeo con este tipo de producto, existían otras empresas como Unigate o Bristol Myers que también ofrecían leche de fórmula.

Ocurre con frecuencia que las madres eligen -sin ningún motivo aparente- darle fórmula al bebé desde el nacimiento.

A principios de 1970 la preocupación por parte de médicos y nutricionistas aumentó considerablemente en África, Asia y América latina.

Cada vez se detectaban con mayor frecuencia más casos de malnutrición en bebés muy pequeños que estaban siendo alimentados con el reemplazo de la leche materna.

Lo que prendía las alarmas de los especialistas no era la malnutrición como tal, pues siempre había sido un problema.

El nuevo factor inquietante era la mala nutrición, reflejada ahora en mayor cantidad, en bebés mucho menores.

A pesar de ser aconsejadas acerca de que "el pecho es lo mejor", no todas las madres -aunque así lo quieran- pueden amamantar a sus bebés.

Infecciones más malnutrición

Investigadores de distintos países llegaron a la conclusión que la causa de dicho problema podía estar relacionada al hecho de que los bebés estaban siendo alimentados con leche en polvo preparada bajo malas condiciones higiénicas.

Se detectó que en muchos casos las botellas en las que envasaban la preparación, no estaban suficientemente limpias.

Esterilizarlas de manera correcta resulta complicado si no se cuenta con los recursos.

En otros casos era el agua que no era potable o no contaba con el nivel de higiene necesario para no enfermar a un neonato.

Esterilizar los biberones adecuadamente es complicado si no se cuenta con los recursos.

La falta de educación y el analfabetismo también se presentaron como un factor de riesgo, pues como las madres no podían leer las instrucciones a menudo diluían el polvo en una cantidad de agua mucho mayor a la necesaria y los bebés quedaban con hambre.

A raíz de esto, muchos bebés terminaron en el hospital por malnutrición y deshidratación.

Tratarlos era delicado porque debido a su corta edad no podían consumir alimentos sólidos.

Era necesario inyectarles suero a través de sondas que entraban por las venas de sus cabezas.

Pero entonces, ¿por qué tantas madres estaban prefiriendo alimentar a sus hijos con leche de fórmula en lugar de amamantarlos?

En repetidas ocasiones se presentaron acusaciones que decían que la industria de alimentos para bebés estaban haciendo un mercadeo irresponsable de sus productos. En este caso puntual, Nestlé con Lactogen.

Lactogen era el nombre del producto formulado para bebés que, al mezclarlo con agua, se convertía en leche.

Se hablaba de convenios con los hospitales en los que contaban con enfermeras entrenadas que recomendaban a madres primerizas alimentar a sus hijos con leche en polvo.

Dicha recomendación se hacía en lugar de explicar, por ejemplo, que era normal que el proceso de lactancia resultara complicado o que al principio la leche materna podía no salir de los senos.

Y las madres inexpertas, ansiosas por alimentar a sus hijos, optaban por hacerlo con leche de fórmula, que se les vendía como una opción rápida y efectiva.

Continúa la investigación

En 1973 la organización activista británica War on Want le pidió al periodista Mike Muller que investigara al respecto.

Y tras meses de investigación el periodista británico decidió viajar a la idílica villa alpina de Vevey, en Suiza, para que fueran los directivos de la fábrica quienes respondieran en primera persona los interrogantes que permanecían sin respuesta.

Se cree que mayor exposición a ciertos ácidos grasos de la leche materna que son necesarios para el desarrollo del cerebro pueden ser un factor de aumento de la inteligencia.

Según quedó especificado en los archivos, Nestlé estaba al tanto de los inconvenientes que había con su producto en determinados lugares vulnerables del mundo.

Pero estaban más satisfechos con la ayuda que representaban para madres de clase media y alta.

El periodista volvió a Reino Unido en 1974 y el documento que quedó tras su investigación fue titulado por la ONG War on Want como "El asesino de bebés".

Los activistas pidieron al gigante productor de leche en polvo que detuvieran la imposición de sus productos en hospitales y la promoción de sustitutos de la leche materna en comunidades vulnerables y con alto riesgo de contraer enfermedades a través de aguas no tratadas.

Y el reporte hizo eco en Europa.

La organización Swiss Aid retomó la investigación que War on Want le había encomendado a Muller, la tradujeron y le cambiaron el nombre por "Nestlé asesina bebés".

La respuesta del gigante lechero fue llevar el caso a corte por difamación.

En los años 50, el médico londinense Ian G. Wickes publicó un compendio sobre las prácticas de alimentación infantil a lo largo de la historia.

En medio de la polémica que se desató alrededor del tema, Nestlé decidió ofrecer una rueda de prensa en la que declaraban que no podían responsabilizarse delas condiciones higiénicas de los países en desarrollo y por la falta de educación de las madres que adquirían el producto.

El detonante del boicot

En 1976 la justicia declaró que el cambio de nombre del documento por parte de la organización Swiss Aid sí implicaba un acto difamatorio contra Nestlé.

Sin embargo, se le recomendó a la empresa que si quería evitar los comentarios que se estaban haciendo con respecto a su modelo de negocio en países en vías de desarrollo, era conveniente que replantearan su estrategia de mercadeo y publicidad en las regiones pertinentes.

A raíz del veredicto de la corte a favor de Nestlé, las críticas de la opinión pública escalaron y la respuesta de los activistas en Estados Unidos fue el llamamiento a boicotear a la empresa productora de leche de fórmula. Una iniciativa que logró llegar a Europa a principios de los 80.

La aparición de los biberones esterilizados en los 50 sumado a la preferencia cultural por lo nuevo y científico provocó un incremento en el uso de leche de fórmula.

Cuatro años más tarde, la Organización Mundial de la Salud (OMS) intervino y acordó promover el amamantamiento y comprometerse con la regulación de la adecuada promoción de los productos que sustituyeran la leche materna.

Aunque no tenían la autoridad para intervenir de manera legal, sí fue un punto de partida para regular el monopolio económico y publicitario de Nestlé.

En 1984 la empresa suiza prometió seguir las recomendaciones de la OMS para países en desarrollo e implementar un mercadeo responsable de sus productos.

Actualmente el debate sobre la leche de fórmula todavía sigue presente.

Pero es claro que de todo lo que no es -lo mejor para los bebés, igual de nutritiva que la leche materna, barata- sí es, obre todas las cosas, una manera efectiva de alimentar a los bebés si las condiciones son seguras.

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