AFP

A sus 91 años, la reina Isabel II va pasándole poco a poco el relevo a su hijo y heredero, como en el "Día del Recuerdo", el domingo, cuando el príncipe Carlos depositará una corona de flores, en lugar de su madre.

Con ocasión de su 21º cumpleaños, Isabel prometió "consagrar toda su vida, ya sea esta larga o breve" al servicio de sus súbditos.

Y, si bien los expertos en la monarquía aseguran que la reina nunca se planteará la abdicación o la regencia, setenta años después de ese juramento, la soberana empieza a delegar algunas de sus responsabilidades en el príncipe Carlos, de 69 años.

"Existen formas de asegurar muchas de las funciones públicas sin que la reina tenga que implicarse personalmente", considera el especialista en derecho constitucional Bob Morris. "Los familiares de la reina se plantearán más alternativas, teniendo en cuenta su estado de salud". 

La ceremonia del domingo con motivo del "Día del Recuerdo", que cada año se organiza en homenaje a las víctimas de conflictos, es una de las ocasiones del pueblo británico de ver a su soberana. La monarca solo ha faltado seis veces en sus 65 años de reinado: dos veces cuando estaba embarazada y cuatro porque estaba en el extranjero.

Pero esta ceremonia la hubiera obligado a estar de pie durante un buen rato, mientras que el pronóstico anuncia un tiempo frío y húmedo.

Así, Isabel II ha optado por contemplar la ceremonia desde el balcón del ministerio de Relaciones Exteriores, en compañía de su esposo, el príncipe Felipe. Con 96 años, este renunció a sus compromisos públicos el pasado agosto. 

"La reina desea estar junto al duque de Edimburgo y él estará en el balcón", explicó una portavoz del palacio de Buckingham. "A petición de Su Majestad, el príncipe de Gales depositará una corona en su nombre". 

Se acabaron los largos viajes 

Según una fuente del palacio de Buckingham, esto podría volver a suceder en acontecimientos similares.

Algunos sugieren que la reina podría retirarse lejos del mundo, en Escocia, como lo hizo su tatarabuela, la reina Victoria, tras la muerte de su esposo, el príncipe Alberto. 

El grueso del trabajo de la reina, según la ley, consiste en dar su acuerdo a proyectos de leyes, nombrar al primer ministro, su Gobierno y a otros altos funcionarios y obispos de la Iglesia anglicana. 

Sus compromisos oficiales ya se redujeron un 22% desde 2012, año de su jubileo de diamante, pasando de 425 a 332 en 2016.

Y, desde 2011, la reina ya no viaja de una punta a otra del mundo. Ahora, son Carlos y su esposa, Camila, quienes se encargan de llevar a cabo esta tarea, como hicieron durante su gira de once días por Asia, que terminó el jueves. 

El heredero al trono británico lleva años evitándole a su madre la tarea de consultar los documentos que recibe del Gobierno y que cada día son depositados en una caja roja. 

Además, el príncipe de Gales suele expresarse sobre temas como el medio ambiente, la arquitectura, la agricultura o la juventud. Un activismo en parte alimentado por el hecho de que sabe que el tiempo corre y que cuando sea rey ya no podrá expresarse de la misma forma. 

Penny Junor, gran conocedora de la familia real y autora de una biografía de Camila, considera que el príncipe no tiene prisa por ser rey. 

"No creo que Carlos se muera de ganas por asumir las responsabilidades endosadas por su madre, ya tiene una vida plena", explica a la AFP. 

"Verdaderamente, le gusta lo que hace, y cuando sea rey, ya no podrá estar tanto sobre el terreno", agrega. 

Para la analista, el paso del testigo entre la reina y su sucesor se hace a iniciativa de la soberana, que "cada vez es más realista sobre lo que es capaz de hacer" y lo que no. 

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