Este lunes empieza en Quito Hábitat III, la conferencia de las Naciones Unidas dónde los jefes de gobierno y los responsables políticos se encuentran para definir la Nueva Agenda Urbana. El documento deberá orientar el desarrollo de las ciudades en las próximas décadas, para que se vuelvan igualitarias, inclusivas y sostenibles.

En una entrevista con DW, Rodrigo Faria, investigador de la Universidad de São Paulo (USP) y del Instituto Pólis, un think thank que realiza estudios sobre ciudad y ciudadanía, habla sobre los desafíos de São Paulo, una de las ciudades más pobladas de América Latina y del mundo entero.

Una de las visiones de la Nueva Agenda Urbana a lanzarse en Quito es que "las ciudades sean inclusivas y libres de cualquier forma de discriminación". ¿Cómo se aplica eso al futuro de São Paulo?

Esa visión de agenda es para la ciudades de todo el mundo. En el caso de São Paulo, por ser una ciudad del hemisferio sur, por ser una ciudad de América Latina y por ser una de las mayores ciudades del mundo, ese desafío tiene aún una magnitud mayor. Se trata de un desafío de enfrentar décadas de desatención, décadas de una ciudad comprometida con el desarrollo pero no con el desarrollo de su población.

Eso significa adoptar los derechos humanos y principalmente el derecho a la ciudad como parámetro de implementación de las políticas públicas en el territorio de São Paulo. Hay una pauta de redistribución de los beneficios de la ciudad que precisa ser enfrentada para que se produzca efectivamente una ciudad inclusiva, justa, democrática.

¿Cómo ve esa Nueva Agenda Urbana en relación a las medidas anunciadas por el alcalde electo João Doria?

Creo que todavía es muy pronto para hacer cualquier evaluación. De todas formas, ya hay algunos indicios de las directrices que prentende adoptar, que son un poco preocupantes desde el punto de vista de política urbana. Por ejemplo, la perspectiva de conceder determinados servicios a la iniciativa privada como una directriz general de gobierno.

Entre las propuestas anunciadas por el nuevo alcalde está el cierre de la iniciativa de inclusión de los adictos al crack en favor de un programa de internamiento.¿Hasta qué punto puede resolver el problema de la "cracolandía"?

Hay que pensar la "cracolandia" como una cuestión multidimensional y extremamente compleja, porque se está hablando de individuos, de colectividades, de territorio, de usos, de una cuestión de salud pública. Se trata de una cuestión extremadamente compleja y cualquier cuestión compleja exige una solución que sea igualmente compleja.

Del punto de vista del territorio, también creo que es importante pensar que no se está excluyendo a una población, desplazandola de determinados lugares, que se va a transformar ese territorio y mucho menos transformar esos individuos.

¿Qué soluciones podrían aliviar el problema de la circulación en la capital paulista?

Que las políticas públicas el transporte en común sean realmente una prioridad. En el caso de São Paulo, creo que es importantísimo combatir la "carrocracia", la dictadura del automóvil individual. También es importante favorecer la movilidad de otras formas, ya sea en bicicleta o los desplazamientos a pie.

Un punto importantísmo de esa reversión de movilidad en la capital paulista es el reequilibro de los usos del territorio. En el centro se han multiplicado los inmuebles vacíos para la especulación inmobiliaria, mientras que hay una población pobre sin lugar para vivir o muchas veces viviendo en las afueras. Entonces, ¿por qué no obligar el uso de esos inmuebles para la situación de interés social y con eso disminuir la necesidad de transporte de la población trabajadora aquí en el centro de São Paulo?

Hoy, las ciudades ocupan el 2 por ciento del espacio construido, pero son responsables del 70 del PIB, más del 60 por ciento del consumo mundial de energía, 70 por ciento de las emisiones de gases tóxicos y albergan más de la mitad de la población mundial. ¿No existiría una paradoja entre esa concentración y las varias propuestas de la Nueva Agenda Urbana?

Una de las grandes críticas alrededor de la discusión de la Nueva Agenda Urbana es que se llame Nueva Agenda "Urbana" y no Nueva Agenda Hábitat. Cuando se sale de una discusión de Nueva Agenda Hábitat a Nueva Agenda Urbana, se excluyen de la discusión todos aquellos hábitats, que en principio, están situados en el campo. Como si, por ejemplo, la seguridad alimentaria y nutricional no fueran con la integración de las áreas urbanas y rurales. Para conseguir realmente cambiar ese paradigma desarrollo, se tiene que pensar combinando lo urbano con lo rural. 

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