AFP

El bombardeo estadounidense contra una base del régimen sirio fue "comprensible", tras el ataque con armas químicas del 4 de abril contra civiles, afirmaron este lunes desde Madrid los siete países del sur de la Unión Europea (UE).

Según la declaración conjunta adoptada por sus respectivos líderes, el ataque norteamericano del viernes contra la base de Shayrat, "tenía la intención comprensible de impedir y evitar la distribución y el uso de armas químicas y se centró en ese objetivo". 

El texto añade que "el uso reiterado de armas químicas en Siria, tanto por parte del régimen de Al Asad desde 2013, como por parte de Dáesh [acrónimo en árabe del grupo yihadista Estado Islámico] constituyen crímenes de guerra".

"Era muy importante que hubiera una respuesta. Esta respuesta vino de EEUU, y la hemos entendido", abundó el presidente francés, François Hollande, en una comparecencia ante la prensa flanqueado de sus seis colegas. "No se puede tolerar el uso de armas químicas", remachó.

A nivel estratégico, prosiguió, hay que avanzar "hacia una transición política, que lleve a los rusos a no pensar que pueden determinar solos el futuro de este país junto con Irán", otro gran apoyo de Damasco, dijo.

Los líderes de España, Francia, Italia, Grecia, Portugal, Malta y Chipre, reunidos este lunes en Madrid, respaldaron de esta forma la decisión de la administración de Donald Trump de atacar esa base con 59 misiles.

Washington actuó así tras acusar al régimen sirio de perpetrar la masacre, en la que murieron más de 80 civiles en Jan Sheijun, en el noroeste de Siria. La operación supuso un giro en la estrategia norteamericana respecto a Siria, donde hasta ese momento no había atacado objetivos del régimen de Al Asad.

El asunto será también abordado este lunes y martes en Italia en una reunión de cancilleres del G7, un foro del que forman parte Francia, Italia y Estados Unidos, entre otros.

Preocupados por el Brexit

Tras dos reuniones con el mismo formato el pasado septiembre en Atenas y en enero en Lisboa, el anfitrión esta vez fue el presidente del gobierno español Mariano Rajoy, en el palacio de El Pardo a las afueras de Madrid.

Allí recibió a Hollande, al presidente de Chipre Nicos Anastasiadis y a los jefes de gobierno de Portugal (António Costa), Italia (Paolo Gentiloni), Grecia (Alexis Tsipras) y Malta (Joseph Muscat).

Los otros grandes temas del almuerzo de trabajo que mantuvieron fueron el Brexit y la integración europea, en la que "mantenemos nuestra fe", como dijo Tsipras.

Dos semanas después de que Londres activara el proceso de salida de la UE, el primer ministro maltés advirtió que "una de las primeras cosas que necesitamos solucionar" son las condiciones de los europeos residentes en el Reino Unido y de los británicos que sigan viviendo en el bloque de los 27.

"No se puede utilizar a la gente como moneda de cambio", dijo Muscat, cuyo país desempeña la presidencia rotativa de la UE.

Gentiloni apuntó que la reunión sirvió para "coordinar nuestra posición de cara a la cumbre" europea del 29 de abril en Bruselas, donde se trazarán las líneas de la negociación entre Londres y Bruselas.

Rajoy reiteró al hilo de esto que en la negociación entre el Reino Unido y el bloque "primero se negocia la retirada y después se habla de la relación futura", con el objetivo de que "esto termine con la mejor relación posible entre la UE y el Reino Unido".

Varios de los líderes coincidieron por otro lado en la necesidad de apoyar el crecimiento económico, para que "los números positivos [a nivel macroeconómico] respondan a éxitos en el plano social", como dijo Gentiloni.

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