Los sobrevivientes del primer ataque nuclear de la historia, el 6 de agosto de 1945, en Hiroshima, describieron este domingo las "escenas del infierno" que habían presenciado ante el papa Francisco, que vino a Japón a predicar el desarme nuclear.

Tras visitar Nagasaki, la otra ciudad arrasada por otra bomba, el papa Francisco viajó a Hiroshima, donde Estados Unidos lanzó su arma atómica y allí en un duro discurso denunció "que el uso de la energía atómica para la guerra es un crimen".

"Con convicción, deseo reiterar que el uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común", dijo el pontífice.

Y remarcó que "también la posesión de armas es inmoral" y que "seremos juzgados por esto".

Testigos del horror

Yoshiko Kajimoto era una estudiante, de 14 años, que se encontraba a 2,3 km del hipocentro, el punto cero de la explosión, trabajando desde la madrugada en una fábrica de motores de aviones, cuando la bomba cayó sobre Hiroshima. Vio una luz azul por la ventana, luego la oscuridad en la planta colapsada y después se desmayó.

Es en un paisaje de desolación que recupera la conciencia, en una noche a plena luz del día y "un olor a pescado podrido".

"Empecé a andar y vi gente caminando al lado como fantasmas, personas cuyo cuerpo entero estaba tan quemado que no podía distinguir entre hombres y mujeres. Con el cabello revuelto, la cara hinchada hasta duplicar su volumen y los labios colgantes, tendían delante de ellos manos con trozos de piel quemada. Nadie en este mundo puede imaginar una escena tan infernal", dijo al Papa.

"Los días siguientes el humo blanco reinaba en todas partes. Hiroshima se había convertido en un crematorio". Alrededor de 140.000 personas murieron en el acto y en los meses siguientes.

Bombas contra la humanidad

Por su parte, Koji Hosokawa, que tenía 17 años en 1945 y se encontraba a 1,3 km del hipocentro, no pudo asistir a la ceremonia. En su mensaje leído ante el Papa, se refirió a los sufrimientos físicos de quienes como él han sobrevivido y también a los "prejuicios" que los aíslan.

"Creo que todos deberían ser conscientes que las bombas atómicas fueron lanzadas no a Hiroshima y Nagasaki, sino a toda la humanidad", escribió este sobreviviente.

Francisco viajó a Nagasaki el domingo temprano, golepada por una segunda bomba nuclear estadounidense tres días después de Hiroshima. Allí también allí se reunió con los "Hibakusha", los supervivientes irradiados, y mencionó el "horror indescriptible" vivido por las víctimas.

"En nombre de todas las víctimas de los bombardeos y experimentos atómicos y de todos los conflictos, elevemos conjuntamente un grito: ¡Nunca más la guerra, nunca más el rugido de las armas, nunca más tanto sufrimiento!", exclamó Francisco en una ceremonia solemne ante 1.300 personas en Hiroshima.

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