Al menos cuatro personas murieron en Filipinas tras el paso del tifón Goni, el más poderoso de este año, que se abatió este domingo sobre el archipiélago, donde las autoridades hablan de condiciones "catastróficas" en algunas regiones, tras haber evacuado a más de 300.000 personas.

El tifón tocó tierra en la isla de Catanduanes hacia las 05H00 (21H00 GMT del sábado), con vientos de hasta 225 km/h y ráfagas a 310 km/h que arrancaron tejados, árboles y provocaron inundaciones.

Unas horas antes de alcanzar al archipiélago, Goni entró en la categoría de supertifón, pero al avanzar sobre la isla de Luzón, en dirección a Manila, perdió fuerza, según la agencia meteorológica filipina.

En las próximas 12 horas se esperan "vientos de una violencia catastrófica y lluvias intensas y torrenciales" en la región de Bícol, en el sureste de la isla de Luzón y en la de Catanduanes, advirtió la agencia. "Es una situación particularmente peligrosa para estas regiones", agregó.

En Catanduanes, la situación es "extremadamente peligrosa" ya que se teme un aumento del nivel del mar de hasta tres metros y "daños catastróficos debidos al viento".

Al menos cuatro personas murieron, una de ellas un niño de cinco años, en la provincia de Albay, informó su gobernado, Alfrancis Bichara, en una radio local.

Dos de las víctimas perecieron ahogadas, una tercera arrastrada por el barro y la cuarta murió aplastada por un árbol.

"Los vientos son feroces. Podemos oír cómo aporrean a los árboles", dice Francia Mae Borras, de 21 años, a la AFP desde su casa en la ciudad costera de Legazpi, en la provincia de Albay.

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