Los voluntarios siguen trabajando para asegurar la comodidad y mantener vivas a las noventa ballenas que continúan varadas en una remota playa de Nueva Zelanda, después de que al menos 300 murieran.  

El intento de reflotar 130 de ellas tuvo un éxito relativo. Unas cincuenta pudieron escapar de su inesperado cautiverio nadando. Se formó una cadena humana para impedir que los animales volvieran a vararse, pero, aun así, parte de ellas regresó a la orilla y permanece varado.

El fenómeno producido esta noche es uno de los más grandes de la historia reciente. Desde que se tienen registros, que comenzaron en la década de 1880, es el tercero más grande producido en Nueva Zelanda. En 1918 fueron 1000 los animales varados y 450 en 1985. En esta ocasión, fueron 416 las ballenas que llegaron a estar varadas en la arena.

Se desconocen las causas

Antes de ser descubiertas, murieron más de la mitad, según datos del Departamento de Conservación del país (DOC, por sus siglas en inglés). "Es terriblemente triste ver a estas magníficas criaturas en este estado, y también ver el estrés y la desmoralización de los voluntarios al ver los cientos de animales muertos en la arena", dijo la ministra de Conservación, Maggie Barry, en un comunicado. Lamentablemente, se avecina de nuevo la noche en aquel país y los voluntarios no pueden proseguir sus trabajos, ya que no es seguro para ellos permanecer junto a las ballenas en la oscuridad. Si es necesario, el sábado (11.02.2017) habrá un nuevo intento para reflotarlas.

De momento, se desconocen las causas de lo sucedido, pero el fenómeno podría deberse desde una repentina indisposición colectiva de los animales a las extremas condiciones meteorológicas. Los ejemplares atrapados son ballenas piloto, también llamada Calderón común, un ejemplar de frente abombada y cuerpo robusto que puede alcanzar entre seis y siete metros de longitud.

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