Pasó en junio de 2017 y rápidamente la prensa internacional se hizo eco de la noticia. Detrás de una biblioteca, tras una pared falsa, un anticuario de Béccar, una localidad ubicada al norte del Gran Buenos Aires, ocultaba una gigantesca colección de jarrones chinos, animales momificados, reliquias egipcias y… más de 80 antigüedades nazis. Entre ellas, artefactos para medir el cráneo, juegos infantiles, una lupa que presuntamente perteneció a Adolf Hitler, un busto del jerarca alemán, dagas, una tabla ouija, cruces de hierro, un reloj de arena, armónicas de las Juventudes Hitlerianas… en resumen, una vasta suma de elementos.

"Es la colección de objetos con simbología nazi más grande hallada en Argentina", dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Incluso se informó que algunos de ellos estaban en la lista que elabora la Unesco con elementos patrimoniales desaparecidos. En octubre de 2019, poco más de dos años más tarde, todos estos objetos fueron entregados al Museo del Holocausto de Buenos Aires. "No bien tuvimos conocimiento de la causa, el presidente del museo, Marcelo Midlin, le escribió a la jueza Sandra Arroyo Salgado expresándole que el museo se ofrecía para custodiarlos", explica a DW Jonathan Karszenbaum, director del recinto.

"Muchos de ellos tienen un valor patrimonial e histórico y nosotros los convertiremos en material educativo", explica Karszenbaum, que se apura en aclarar que los objetos siguen siendo materia judicial y que, por lo tanto, no están de forma definitiva en manos del museo, que está siendo remodelado y será reinaugurado el 1 de diciembre. "Mientras, podemos hacer uso de ellos", dice desde Buenos Aires Karszenbaum, que abriga la esperanza de que, una vez que se cierre la causa, la Justicia decida dejar la colección con ellos.

"La gente se aferra a cosas"

En la nueva exhibición, que será interactiva e incluso contará con una app que facilitará la comprensión de los elementos expuestos, se incluirá una parte de las reliquias confiscadas en Béccar. "Algunos de esos elementos pueden dar cuenta de la teoría racial nazi, como aparatos de medición de cráneos, y eso nos puede ayudar a explicar algunos aspectos. También hay otros que muestran el culto a la personalidad, así como juegos infantiles que revelan hasta qué punto llegaba la propaganda ideológica", dice Karszenbaum, que detalla que si bien no se trata de elementos que den "cuenta de la tragedia del Holocausto, sirven como objetos educativos".

¿Y por qué alguien coleccionaría este tipo de objetos? Karszenbaum pone sobre la mesa tres opciones: "Una puede ser la comercialización. Otra es la identificación ideológica. ¿Quién tendría estas cosas? Un nazi. Y una tercera es que, según entiendo, hay cierto fetiche entre algunos coleccionistas, pero debes tener un fetiche muy particular para aguantar en tu hogar, aunque sea a escondidas, este tipo de objetos. Me parece que el fetichismo está aquí muy pegado a la adhesión ideológica".

Albrecht Schnabel, psicólogo de la Universidad de Múnich, arroja más luz al respecto. "En estos casos la psicología casi siempre está involucrada, no se trata solo de interés histórico", dice el experto a DW. "Algunos coleccionistas de artículos de origen nazi pueden sentirse llevados a épocas anteriores, tiempos mejores para ellos, en los que eran aún jóvenes y la vida era más sencilla. Estos recuerdos físicos pueden haberse convertido en parte de su identidad y haberse transformado en elementos cercanos al yo. La gente se aferra a estas cosas, especialmente si no tienen nada mejor o se trata de personas solitarias".

Coleccionar por seguridad

Schnabel, que trabaja en Kolping, un centro de asesoramiento para jóvenes ubicado en Múnich, explica que las personas que coleccionan tienden a hacerlo para buscar seguridad. "Puede sonar simplón, pero parece haber una verdad psicológica detrás de esto. Las personas que coleccionan quieren asegurarse contra la soledad, la vejez, la enfermedad o la muerte. Hacerlo a niveles moderados es saludable", explica. "También puede haber un efecto relacionado con lo prohibido", complementa, y ese podría ser el caso de alguien que colecciona objetos nazis. "Lo prohibido hace que la gente se someta a pruebas de autonomía, diciendo ‘si me lo prohíben, lo haré igual', o ‘veamos quién se atreve a prohibirme esto".

Precisamente lo vedado atraviesa de principio a fin la colección de recuerdos nazis. Si bien en Argentina estos símbolos no están prohibidos, en este caso en particular la persona detenida está acusada de contrabando. Mientras la causa sigue adelante, el Museo del Holocausto se prepara para reabrir su exhibición con fines educativos, en un país donde -dice Karszenbaum- el antisemitismo es bajo en comparación con Europa y donde existe "un compromiso y conciencia cada vez mayor de la importancia que tiene la memoria del Holocausto para construir una sociedad más justa y democrática".

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