Científicos de Estados Unidos confirmaron, la mañana de este lunes, que un hombre con las dos piernas paralizadas logró caminar gracias a un implante de un electrodo además de terapia física

La estimulación de la médula espinal se realizó gracias a la implantación del electrodo, lo que permitió que las neuronas recibieran la señal de que quería pararse o dar un paso

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Según detalla el estudio de la revista Nature Medicine, el hombre fue tratado por el equipo de la Clínica Mayo (Minnesota, Estados Unidos) en conjunto con la Universidad de California en Los Ángeles. "El uso de un solo programa de electrodos activos y parámetros de estimulación (voltaje, ancho de pulso y frecuencia) permitió al sujeto controlar la función en una pierna a una intensidad de voltaje que era subóptima para permitir la función en la pierna contralateral", detalla el estudio.

Avances tras la realización del implante.

Desde la clínica detallaron que el joven asistió a 113 sesiones de rehabilitación durante un año en donde, con ayuda de un andador con ruedas delanteras y asistencia, logró caminar alrededor de 102 metros.

Keldall Lee, neurocirujano y uno de los investigadores del caso, aseguró que este caso "lo que nos está enseñando es que esas redes de neuronas debajo de una lesión de médula espinal, todavía pueden funcionar tras una parálisis".

Detalles del caso

El hombre sufrió una lesión de médula espinal en las vértebras torácicas en la mitad de la espalda tras un accidente en una moto de nieve en 2013. A raíz de ésto, se le diagnosticó la pérdida completa de la movilidad de la mitad de su torso

El estudio comenzó en 2013 y el hombre asistió por más de cinco meses a sesiones de terapia física. Luego de eso se realizó el implante en el espacio epidural justo debajo del área lesionada. Este electrodo se conecta con un dispositivo generador de pulsos bajo la piel del abdomen, el que se comunica de forma inalámbrica con un controlador externo. 

Tras otras 113 sesiones de rehabilitación se ajustó la configuración de la estimulación, la asistencia del entrenador, el soporte del arnés y la velocidad de la cinta de la caminadora. Ésto, para permitir la máxima independencia del hombre. 

Se demostró que el joven podía caminar con ayuda de un andador con ruedas delanteras además de pisar la cinta de la caminadora apoyando ambas manos en las barras de soporte de la máquina para equilibrarse. 

En la semana 25 tras el implante, el hombre ya no necesitaba el arnés para sostenerse y los entrenadores solo lo ayudaban ocasionalmente. En tanto, ya al final del estudio aprendió a reorganizar su propio peso para mantener el equilibrio e impulsarse hacia adelante.

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