Un nuevo tipo de influenza denominado A (H1N1) generó alarma en Chile y el mundo hace exactos 10 años.  Dolor muscular, de cabeza y garganta, sumado a congestión nasal, tos y fiebre por sobre los 38° eran los principales síntomas asociados a este virus desconocido para millones de personas y que se transmitía con gran facilidad a través de los estornudos. 

Un virus que también se conoció como "gripe porcina", debido a que correspondía a un virus propio de los cerdos y que pasó a los seres humanos, reconvirtiéndose y adquiriendo características de la gripe porcina, aviar y humana.

Los primeros casos se conocieron en EE.UU y México, donde se generó una verdadera alarma. 

El ministro de Salud de la época, Álvaro Erazo, recuerda a T13.cl que una de las primeras medidas fue instalar una "barrera sanitaria" para el ingreso al país: se trataba de un escaner de fiebre en el aeropuerto de Santiago. Al 26 de abril se habían estudiado a más de 800 personas, principalmente provenientes desde Canadá, EEUU y México. 

Ahí se dispuso que  todos los viajeros procedentes de los lugares afectados, y que presentaran síntomas de enfermedades respiratorias, serían trasladados al Hospital del Tórax para su evaluación.

La llegada del virus era inminente. 

Fue el 17 de mayo de 2009 que se confirmó el primer caso de A(H1N1) en el país. Se trataba de una mujer que había llegado la madrugada del día 16, proveniente de República Dominicana, y que había dado positivo en el escáner de fiebre instalado en el aeropuerto. 

Ana María Zavala concluía de la peor manera las vacaciones que había iniciado junto a otras tres amigas en Punta Cana. Luego se conocería que dos de ellas también tenían el virus. 

Así informó T13 el primer caso en nuestro país. 

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La llegada de la A (H1N1) al país generó tal interés que se tomó la cuenta pública del 21 de mayo

“Los chilenos y chilenas pueden estar tranquilos: la influenza humana traspasó nuestras fronteras, pero estamos preparados para hacerle frente, reducir los riesgos y entregar tratamiento oportuno”, afirmó la entonces Presidenta Michelle Bachelet. 

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El virus generó alarma en los colegios, luego que se confirmara el caso de Clemente Cuadra, un niño de 6 años que contrajo el virus pese a no haber tenido contacto con personas que habían viajado al extranjero

El San Nicolás de Myra, el The English Institute, el Bertait y el San Pedro Nolasco fueron algunos de los colegios que presentaron los primeros casos. Estos y otros cuatro establecimientos decidieron suspender las clases. 

"Cerrar colegios a tontas y a locas no contribuye a contener los casos", aseguraba la entonces subsecretaria de Salud, Jeannete Vega, frente a la decisión de algunos establecimientos sin casos positivos de cancelar las clases.

Álvaro Erazo recuerda que "tuvimos una fuerte presión de parlamentarios y de la propia ciudadanía, y nosotros mantuvimos fuerte el timón sanitario. Nosotros dijimos: no vamos a suspender las clases, porque necesitamos hacer la comunicación adecuada".

"Si hay una circulación viral, corresponde de que los niños no se vayan a sus hogares, va a ser mucho más difícil el control y eso a ojos de la población no parecía correcto. Finalmente la población fue entendiendo y fuimos cambiando un poco la manera de actuar frente a la pandemia y el brote que teníamos en Chile", agrega.

"No me podía levantar"

A nivel nacional se registraron 12.258 portadores confirmados, de los cuales 1.606 correspondieron a casos graves, siendo la región Metropolitana y Los Lagos las más afectadas. 

Constanza Cortés fue una de las pacientes confirmadas.  "Recuerdo que lo mío empezó con un dolor de cabeza muy intenso, como cuando te va a dar sinusitis. Pensé que era una jaqueca, pero después no podía levantarme de la cama, no sentía fuerzas, estaba muy débil. Podría decirse que son síntomas similares a los de un resfrío, pero elevados a mil", detalla.

Constanza fue diagnosticada cuando recién habían comenzado los casos en Chile, y cree que la fuente de contagio fue su padre, quien es piloto privado y en la época tuvo vuelos con gente que tuvo el virus. "Sinceramente ha sido la peor enfermedad que he tenido en mi vida", señala.. 

Merce Molinas (24) estaba en el colegio cuando ella y varias de sus compañeras fueron diagnosticadas de A (H1N1). Cuando llegó a la clínica, las pantallas de los televisores habían hecho una pausa en la cobertura de la influenza: Había muerto Michael Jackson.  

"La sensación era como un resfriado por mil, y un malestar general de todo, cabeza, garganta, estómago, todo; aparte estaba muy decaída, y se me quito el apetito. Recuerdo que comía arroz con pollo y nunca más pude comer arroz con pollo", detalla.

 

Una de las instrucciones que le dieron a su familia es que no podían acercarse a ella, por lo que estuvo 15 días encerrada en su pieza, sin contacto con el mundo exterior. Para alimentarse, su madre le dejaba una bandeja en la puerta de la habitación, la que luego ella entraba. "Ese era todo el contacto que tenía con las personas en mi casa", recuerda.

Al igual que Merce, Constanza estuvo semanas aislada. "Lo pase pésimo; de hecho en un momento en que tuve fiebre pensé que me iba a morir, pero después de dos semanas y de estar aislada (literalmente sola en una pieza y con mascarilla) por dos semanas puede volver a hacer mi vida normal, aunque quedé con las defensas por el suelo mucho tiempo", recuerda. 

Por otro lado, la A (H1N1) dejó 148 los fallecidos, distribuidos de forma homogenea entre hombres y mujeres. 

Aunque Chile presentó una de las tasas más altas de contagio de la región, el número de fallecidos fue -proporcionalmente- más bajo. 

"Acá cuando surge una alerta lo más importante es anticipar toda la red sanitaria. El sistema de salud chileno tiene esa fortaleza y es una de las razones por las que fue felicitado por el consejo de seguridad nacional de EE.UU de cómo respondió y se preparó frente a la pandemia", señala Erazo.

Las lecciones que dejó la pandemia

La actual subsecretaria de Salud, Paula Daza, vivió desde los pabellones la llegada de la pandemia a Chile. En ese entonces se desempeñaba como pediatra en una de las clínicas de la capital, donde debió informar de uno de los primeros casos positivos. 

La doctora destaca a T13.cl que "en el año 2009 se puso en ejercicio un trabajo que se venía trabajando desde el 2002, para tener un sistema de vigilancia para enfrentarse a un caso de pandemia". 

"En 2009 se puso en ejercicio este trabajo de coordinación, desde varios puntos de vista. Lo primero el sistema de vigilancia de enfermedades respiratorias agudas graves, para saber su causa y la evolución de estas. También se puso en marcha un sistema de vigilancia de los laboratorios e instaló una campaña muy fuerte en el tema de vacunación y coordinación de las campañas de invierno. Además, un sistema de vigilancia de hospitales centinelas, donde se llevan a cabo estos estudios y también de laboratorios", destaca.

Álvaro Erazo destaca como un aspecto clave en el manejo de la crisis "el carácter profesional de la respuesta sanitaria. Tienen que funcionar las redes asistenciales integradamente, articuladamente el sector público y el sector privado, con expertos de gran experiencia. La comunicación de riesgos tiene que ser muy bien trabajada y discutida técnicamente".

"Y por otro lado, la anticipación: cuando partimos en abril empezamos a preparar a lo largo de Chile los servicios de salud, a comunicar al personal. Estar preparados, anticiparse y no bajar la guardia", agrega. 

En este sentido, señala que "el caso del sarampión es el mejor ejemplo: cuando se baja la guardia, cuando se relativizan las obligaciones en materia de vacunación, indudablemente que ahí se empieza a debilitar la respuesta sanitaria. Y dado que este es un bien público,es muy importante ejercer el liderazgo y la autoridad". 

La nueva forma de estornudar

Pero además la gripe provocó un cambio cultural en los chilenos. Si antiguamente nos tapábamos la boca con las manos al momento de estornudar, desde entonces se hizo común taparse con el ángulo interno del codo.

"Cambiamos, en conjunto con la gente, la forma de estornudar y protegerse. Porque de ahí en adelante la gente se empezó a proteger de manera distinta cuando tosía y estornudaba. Y eso, que pareciera ser una cosa tan banal, es muy importante por el tipo de contagio que tiene este virus", recuerda Erazo.

Paula Daza señala que "en la pandemia se vio que las campañas de comunicacion crearon conciencia que los comportamientos individuales para prevenir la expansión de estas enfermedades son muy importantes".

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