¿Y si me hago el test rápido de VIH? Fue un día de agosto, en medio de una suerte de reunión de pauta. Se cumplían 35 años de la muerte de Edmundo, el primer chileno fallecido producto del SIDA. Junto con contar su historia, habíamos decidido aprovechar la oportunidad para hacer una suerte de balance de la crisis que vive nuestro país, que lidera el alza de nuevas personas seropositivas en los últimos años. Solo en 2018 se sumaron 7 mil personas viviendo con el virus y en los primeros meses de 2019 se notificaron casi 3 mil. 

El problema, dicen los expertos, es que los jóvenes le han perdido el miedo al VIH y que muchos deciden simplemente no hacerse el test.

Fue ahí que surgió la idea de hacer un vivencial. Yo era la elegida. Mujer y heterosexual. La idea era mostrar que el VIH le puede pasar a cualquiera, más allá de los denominados “grupos de riesgo”, y demostrar que hacerse el test rápido no implica ningún esfuerzo extra más allá que ir al lugar donde lo toman. 

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Con todo esto como misión, lo primero que se me ocurrió fue hacer una pequeña encuesta a mi círculo cercano, consultando si se habían hecho alguna vez el examen del VIH, y ahí capté que tras la pregunta -que contiene “VIH” en la frase- viene un silencio un poco incómodo, y luego alguna respuesta. Esto pasa en cualquier contexto: ya sea con amigos, familiares o compañeros de trabajo, hay un pequeño gesto en las caras de quienes reciben la pregunta que genera cierta sorpresa (“¿por qué preguntas estas cosas?”).

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Así, me fui dando cuenta de que pese a todo lo que se sabe, el VIH/SIDA  sigue rodeado de cierto  tabú y mitos como que sólo los homosexuales pueden adquirir el VIH, o que si tienes pareja única no es necesario hacerte el test.

Incluso, dentro de los consultados, algunos lo tomaron para la risa (“sé dónde la meto”), otros contestaron afirmativamente agregando que también te lo hacen cuando te vas a operar, y otros simplemente que no, que “no lo encuentran necesario”, aludiendo justamente, a la pareja única.

Los más reacios a contestar seriamente en general son los hombres, afirmación que más tarde comprobé en terreno. Son los que menos se hacen el test y los que menos contestan cuando les haces alguna pregunta al respecto. Tienen miedo y cierta reticencia. Uno de los trabajadores del Minsal que me hizo la charla post toma del examen, me contó que son especialmente los hombres mayores de 50 años los que evitan el tema. Muchos le han dicho que "eso (el VIH) le da a los colas (sic)".

Sí, como sea, te pones nervioso

¿Es necesario hacerse un test de VIH? La idea del test rápido es que toda persona que lo requiera -por el motivo que sea- se lo pueda realizar. Anteriormente se han hecho campañas llamando a hacerse el examen, aludiendo a que puedes ser portador sin saberlo. Eso es justamente lo que te explican en la consejería previa a la toma del test, que es voluntario y totalmente confidencial.

El test rápido de VIH es voluntario y confidencial. No es necesario tener una orden médica, y se realiza en el sistema público y privado de salud.

Personalmente, me hago periódicamente el test sanguíneo desde hace unos cinco años. Tenga o no tenga pareja, pero es innegable que cuando llegas al box de atención y te hacen llenar un consentimiento, y te explican que si sale reactivo te llamarán del Instituto de Salud Pública (ISP), te corre una electricidad por la espalda, da nervios, incluso miedo. Y es normal. 

Hemos crecido escuchando que el VIH/SIDA es mortal, que le da a los homosexuales, a los que tienen una vida de libertinaje, a la “gente suelta” y quién sabe qué más. Pero, no. No es así. El VIH lo puede portar cualquiera, el VIH no se ve y por eso es importante detectarlo a tiempo.

El primer test rápido me lo realicé en el Cesfam Alfonso Leng de Providencia. El lugar, se encuentra rodeado de afiches y pendones que hacen un llamado a realizarse el examen, que forman parte de una campaña comunicacional realizada por las autoridades locales. 

Tras ingresar mis datos y pasar al box de consulta, me recibió la matrona Linda Briones, quien fue la encargada de tomar la muestra. Pero antes me realizó una charla sobre educación sexual, que seguramente debe haber sido la más completa que había recibido en mi vida.

Cuando el virus se vuelve indetectable a los test de sangre, se vuelve intransmisible, es decir, la persona puede tener una vida sexual normal e incluso sin preservativos.

Como el test también tiene como objetivo educar sobre la prevención del VIH, se entrega una charla  que consiste básicamente en los tipos de condones y cómo se usan. Lo que más me sorprendió fue que además del condón masculino existe uno femenino y otra gran variedad de profilácticos. ¡Existe uno para los dedos, y una máscara para realizar sexo oral! Mi cara de asombro creo que no pasó desapercibida para la matrona, que me dijo que incluso la máscara se puede fabricar con un condón masculino. Toda una novedad. Al menos para mí.

La especialista me explicó que cada vez es más importante que se tome conciencia de la importancia de saber si uno es o no portador del VIH/SIDA. Primero, para iniciar de inmediato el tratamiento que está cubierto por el AUGE/GES y, en segundo lugar, para evitar la transmisión a otra persona por desconocimiento.

Luego de 15 minutos, tuve mi primer resultado. Haya sido reactivo (positivo) o no reactivo (negativo), la información es confidencial, y es entregada bajo un código que se crea con las iniciales del nombre, la fecha de nacimiento y el RUN de la persona. Como anécdota, tuvimos que hacer el test dos veces porque al primer intento no salió suficiente sangre de mi dedo. No todo funciona perfecto, supongo.

Si uno no va al examen, el examen viene a ti

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El segundo y tercer examen me los tomé en ferias itinerantes, que es la forma que tiene la Seremi de Salud Metropolitana junto a asociaciones de prevención de acercar el test a las personas, con especial énfasis hacia los jóvenes, grupo etario que -según los especialistas- ha ido perdiendo el miedo al virus del VIH. El primer test me lo hice en la universidad Miguel de Cervantes, y el segundo en la Universidad Alberto Hurtado, hasta donde llegaron profesionales de la salud para la toma de muestras a los estudiantes, académicos y funcionarios que lo quisieran o necesitaran y entregar la charla de prevención respectiva.

Este sistema se ha repetido de igual forma en otras instituciones educacionales, en ferias libres y en otros lugares donde se busca motivar a las personas a realizarse el examen. Según cifras de la institución, durante el primer semestre de este año se han realizado operativos en el 73% de las comunas de Santiago, llegando a 10 mil 740 test rápidos realizados.

En la universidad Miguel de Cervantes, nuevamente me enfrenté al pinchazo en el dedo y los 15 minutos de espera. La diferencia es que la charla sobre protección y correcto uso de preservativos fue antes de la entrega de resultados y en privado. Así que tuve que esperar hasta que dijeran mi número: El A01, no porque fuera la primera, sino porque ya habían entregado una gran cantidad de números. 

En este caso, un funcionario de la salud me explicó los riesgos de tener relaciones sexuales sin preservativo y las alternativas que existen, entregándome folletos sobre cualquier duda que pudiera tener y varios condones masculinos y femeninos. También me explicó el resultado de mi examen -que como ya sabemos es confidencial-, y qué ocurriría en caso de arrojar reactivo o no reactivo.

En el caso de la Universidad Alberto Hurtado, el test se realizaba en el marco de una feria de prevención, por lo que había también organizaciones de estudiantes y personas que viven con el virus orientando a los jóvenes. Aquí hubo una gran participación. Según las cifras de los estudiantes, se realizaron 300 test rápidos. La dinámica es más o menos similar: en diversos stand te enseñan a usar los preservativos, especialmente el femenino que no está tan masificado ni disponible en las grandes cadenas de farmacias.

De nuevo vino el pinchazo en el dedo y la espera de 15 minutos. Y aunque el resultado era probablemente el mismo que los anteriores, el nerviosismo de la espera se siente igual. Al llamarme por mi número E 30, el funcionario de la salud que me atendió me explicó varias cosas que no tenía tan claras, eso pese a haber pasado por varias consejerías de prevención, como las formas más riesgosas de adquirir el VIH, y la reiteración de que cuando el virus es indetectable para los exámenes de sangre, no es transmisible a terceros, incluso teniendo relaciones sexuales sin condón.

También supe que el test rápido ha logrado acercar a la gente a la prevención y a entender ciertas cosas para vivir la sexualidad de una forma más plena y alejada de ciertos tabú. Pero aún falta mucho.

¿Qué tan rápido es el test?

En cuanto al examen, cumple totalmente con su nombre: es rápido. Cualquier persona que deposite dos gotitas de sangre y dos de fijador en el dispositivo -que se asimila en algunas cosas a un test de embarazo-, y espere los 15 minutos necesarios, tendrá un resultado sobre la presencia o ausencia del virus del VIH en su sangre. Suena fuerte. Y por eso entiendo que algunas personas tengan cierto temor con hacerlo.

Sin embargo, también descubrí que cuando a las personas les llevan el test al lugar donde están, la respuesta es totalmente positiva. En la universidad en la que la Seremi de Salud realizó el operativo, hubo una gran participación de alumnos. “Me lo hice porque no siempre tenemos a la mano el test y era práctico hacérselo acá en la universidad, así que mucho mejor”, me contó Daniela mientras esperaba su resultado. Ella de todas formas ya se había hecho el test de Elisa, que es el que requiere una muestra de sangre en un laboratorio para detectar el virus.

Si el test resulta reactivo (positivo) se toma una nueva muestra, esta vez de sangre vía venosa, y se envía al Instituto de Salud Pública (ISP) que confirma o descarta el diagnóstico de VIH. Sin embargo, cuando el virus se vuelve indetectable a los test de sangre, se vuelve intransmisible.

También descubrí en mi pesquisa personal que son más mujeres que hombres las que se atreven al pinchazo, la charla y el resultado, y las que se atreven a hablar. A ellos parece avergonzarlos que los liguen a estos temas. Esa fue, al menos, mi impresión.

Sin embargo, debes saber que esos 15 minutos de espera son para obtener el resultado desde que te toman la muestra. Adicionalmente, debes considerar el tiempo de la consejería y eventuales esperas. Esto pues, la realidad difiere entre un consultorio y otro. 

De hecho, conversamos con Marco Becerra, presidente de Acción Gay (ex Corporación Nacional del SIDA), quien nos detalló que se encuentran preparando un informe a partir de una ronda de visitas incógnitas a centros de salud de la capital. ¿El resultado? Mientras algunos recintos, como el Alfonso Leng, de Providencia, efectivamente presenta tiempos breves de espera, existen casos donde las horas son asignadas para varios días más...e incluso, semanas. 

Y es que una cosa es que exista el test y otra es que el personal esté disponible para realizarlo, nos explicaron desde la Fundación. 

Es por ello que si estás buscando hacerte el examen, una buena opción es recurrir a estas ferias itinerantes, donde existe personal calificado y dedicado exclusivamente a realizar el test. O bien, llamar a tu Cesfam más cercano y pedir hora antes de realizar cualquier visita. 

Otra opción es acudir a la sede de Acción Gay - San Ignacio de Loyola 165, Santiago- donde realizan test rápidos a población gay, bisexual o trans. Ingresa a este enlace para ver los horarios y requisitos. 

¿Y qué es la ventana?

Otro de los conceptos que desconocía y que me aclararon durante esta experiencia, fue el “periodo de ventana”, que quiere decir que hay una fase de entre 20 y 30 días en que el test no podrá identificar la presencia del VIH en nuestra sangre. 

Por eso, cuando llegas a tomarte el test rápido, se te indica que en caso de haber tenido una conducta de riesgo -es decir, sexo sin protección entre las principales-,es necesario realizar una segunda muestra en 20 días más para confirmar el resultado del examen en caso de que salga no reactivo. En castellano, si tuviste sexo sin condón hace dos días o una semana, es mejor repetirlo.

El periodo de ventana -entre una conducta riesgosa en la que se pudo adquirir el VIH y que el virus sea detectable en un examen- es de 20 a 30 días.

¿Y qué pasa si sale reactivo? En caso de que el resultado implique la reactividad del test, se deriva a la persona a tomarse una segunda muestra, esta vez de sangre extraída por vía venosa, la que es enviada al Instituto de Salud Pública (ISP) para su análisis, y para que compruebe si hay o no presencia del virus en la sangre de esa persona.

En el Cesfam de Providencia se toma la muestra de inmediato, mientras que en las ferias itinerantes, la persona con test reactivo es derivada a un centro asistencial y luego su caso es seguido de forma telefónica si no se presenta a tomarse la segunda muestra en tres días después de la derivación.

“Nadie debería vivir algo así”

Dentro de todo este proceso de producir el vivencial, de entrevistar personas que no salen en cámara, de conversar en los consultorios y otros lugares, conocí a Lucas, un chico que vive con VIH, hace un año que está en tratamiento. Es artista y basa su obra en su condición seropositiva: Él decidió tomar lo que le pasó como una oportunidad para informar sobre cómo prevenir la transmisión del virus y, sobre todo, derribar prejuicios y discriminaciones. 

Cuando escuché cómo se enteró que tenía el virus, se me encogió el corazón. Estaba enfermo e “intuyó” que podía ser eso. Cuando lo hospitalizaron le detectaron el virus en la sangre, estaba al borde de la etapa SIDA. Se le cayó mundo porque tuvo que decirle a su mamá que vive en Iquique que es gay y que tiene VIH. Todo de una vez. Y pese a que hoy su carga viral indetectable, -es decir, no lo transmite ni el virus avanza en su organismo-, pienso que nadie debería vivir algo así.

Así que si te diste el tiempo de leer todo mi vivencial, hazte el examen. No cuesta nada prevenir.

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