Han pasado más de dos meses de angustia e incertidumbre desde que Luis Felipe Correa, un joven de 19 años y estudiante de Sociología de la Universidad de Chile, fue visto por última vez en una zona costera de Viña del Mar. Desde entonces, sus padres recorren día tras día el mismo sector, en una búsqueda desesperada que aseguran, han debido sostener casi por completo con sus propios recursos.

Angustiante, desesperante, con pocos resultados porque no tenemos los recursos, no tenemos los medios para hacer las cosas que quisiéramos hacer. Ha sido realmente complejo”, relata José Luis Correa, padre del joven desaparecido.

Luis Felipe conocía bien ese lugar. Solía viajar desde San Bernardo para caminar junto al mar o distraerse. Sin embargo, su paseo del 21 de agosto fue distinto. Aquella noche envió su último mensaje a un amigo y luego llamó a su madre. Fue la última vez que alguien lo escuchó.

Tras la desaparición, la familia acudió de inmediato a las autoridades. Golpearon puertas en la Municipalidad de Viña del Mar y en los cuarteles policiales. Sin embargo, denuncian que recién cinco días después recibieron una llamada de la fiscalía para iniciar oficialmente la búsqueda.

Se tomaron cinco días, no sé para qué, no hubo búsqueda ni nada, y hasta que el fiscal se comunica conmigo, cinco días después, ahí recién empiezan las diligencias”, asegura Mónica Gutiérrez, madre de Luis Felipe.

Pese al paso de las semanas, los padres denuncian una ausencia total de avances concretos en la investigación.

Sí apareció el teléfono, pero no hay resultado en el peritaje después de mucho tiempo, más de un mes para periciar un teléfono”, lamenta el padre respecto al único hallazgo contundente en el caso hasta el momento, el teléfono de su hijo fue encontrado en manos de una persona en situación de calle.

La abogada de la familia, Mariana Rojas, advierte que aunque el celular fue encontrado aún no se han realizado las pericias necesarias para esclarecer cómo esta persona llegó a tenerlo. “El teléfono se encuentra en manos de una persona de situación de calle, que la verdad es que tampoco se ha hecho la pericia necesaria para recibir la información de cómo él obtuvo el teléfono”, señaló.

Ese hallazgo es, hasta ahora, el único indicio concreto sobre el paradero del joven. Sin embargo, para la familia, la falta de acción de las instituciones del Estado no tiene justificación.

“Las instituciones que tendrían que estar generando todos estos trabajos no lo hacen. Tenemos que hacerlo nosotros en forma particular, conseguir ayuda con ONG y personas externas para poder buscar a Felipe. Es angustiante, la verdad”, afirma su padre con impotencia.

Con recursos propios, los padres lograron acceder a imágenes captadas por cámaras de marejadas de la Universidad de Valparaíso, tomadas entre la 1 y las 3 de la madrugada del 21 de agosto. En ellas se distingue la figura de un joven en la playa, que la familia cree que podría ser Felipe.

“Se consiguió foto de las cámaras de las marejadas a mucha altura, se distingue poco, y sí, se aparece Felipe en la playa, pero tampoco son imágenes que evidencien muchas cosas. Se ven personas alrededor de él”, explica el padre.

Las imágenes muestran que, en un momento, el joven está solo, pero luego se acerca otra persona. Dado que las cámaras captan registros con intervalos de diez minutos, se perdió información clave que podría haber revelado qué ocurrió.

La familia también lamenta la falta de registros de las cámaras de seguridad municipal. Según les informaron, las cámaras no estaban operativas en esa fecha, en una de las zonas más concurridas de Viña del Mar.

“La municipalidad no ha prestado ayuda en nada siendo ellos los responsables de la zona, que 150 cámaras no tengan concesión desde junio o desde julio de este año. En una de las ciudades turísticas más importantes de Chile, que no tenga cámaras de seguridad”, criticó José Luis Correa.

Desde el municipio, en tanto, el director de Seguridad Pública, Alejandro Urbina, respondió que “al momento que tomamos conocimiento de los hechos, el municipio puso a disposición de inmediato todo el registro y material disponible del sistema de televigilancia para contribuir de manera oportuna a la investigación en curso”.

Pero la abogada de la familia sostiene que no existe respaldo escrito de esas supuestas diligencias. “Tuvimos una reunión con un señor que está a cargo de seguridad ciudadana, donde él establece que hubo búsquedas, y cuando le pregunto dónde está la información escrita dice que no existe. Lo único que encontramos son respuestas sin base”, sostuvo.

Hoy, los padres de Luis Felipe centran sus esfuerzos en reconstruir los últimos minutos antes de su desaparición. Aunque conservan la esperanza, reconocen que se enfrentan a una hipótesis dolorosa.

Yo pienso que el teléfono fue robado. Yo pienso que a Felipe lo asaltaron, le robaron”, dice su padre, convencido de que hubo participación de terceros.

Pese a que el hombre que tenía el celular del joven declaró haberlo comprado, la familia considera que debería haber sido detenido al menos por receptación. “Del momento que él tiene un teléfono que no es de él y no puede comprobar cómo lo obtuvo, esa persona debería estar presa”, agregó.

La abogada Mariana Rojas va más allá: “A mí me deja muy claro que no está el ánimo de encontrar, porque cuando está el ánimo de encontrar, el aparataje jurídico tiene muchas instancias a las cuales puede recurrir”.

Desde la Fiscalía no se han entregado comentarios sobre avances en la causa. Mientras tanto, los padres de Luis Felipe Correa continúan su búsqueda, enfrentando una mezcla de dolor, indignación y desamparo. Para ellos, no hay excusa posible: el Estado, dicen, les ha fallado en su deber más básico: ayudar a encontrar a su hijo.

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