El reconocido poeta nacional, Pablo Neruda, más allá de su legado poético, dejó varias dudas en torno a su muerte, pese a que en un principio se esclareció que falleció de cáncer a la próstata.

Sin embargo, el periodista italiano, Roberto Ippolito, consignó una teoría en su libro, "Delitto Neruda", basado en el poeta: habría sido envenenado.

Según una entrevista a la agencia EFE, Ippollito indica que "hay demasiadas pruebas que demuestran que su muerte fue un homicidio" todo esto bajo la dictadura de Augusto Pinochet.

A través de numerosos documentos y entrevistas a personas cercanas al poeta, el periodista reconstruye en "Delitto Neruda" (Editorial Chiarelettere) los últimos días que tuvo el Nobel de literatura y que falleció doce días después del golpe militar de Augusto Pinochet, señalando que la causa de su deceso fue por complicaciones en su cáncer de próstata.

"Yo empecé trabajando sobre la duda, sin ninguna tesis preconcebida, pero hay tantas falsedades y tantos elementos que es inevitable decir que la muerte no fue natural", explica a agencia EFE el periodista y escritor.

Según testimonios basados en el chofer de Neruda, Manuel Araya, detenido y torturado por la dictadura chilena, el poeta chilena le contó que había recibido una inyección que empeoró su estado mientras estaba en el hospital.

Neftalí Reyes (Pablo Neruda), cercano amigo del ex presidente Salvador Allende, tenía planeado viajar a México el día posterior a su muerte (habría sido el 24 de septiembre 1973), "donde hubiera podido liderar un gobierno en el exilio", asevera Ippolito.

Pero su repentina muerte impidió el viaje y, según el periodista, varias personas lo vieron en buen estado, y que "escribió hasta el día antes de morir".

"Que la toxina se haya encontrado en una muela, un punto del cuerpo tan protegido, debería excluir cualquier contaminación externa, por ejemplo que la toxina penetrara de la tierra alrededor de su féretro" continúa Ippolito en su libro.

Asimismo, indicó que "que existe negacionismo y nostálgicos" de la dictadura y que "es una trágica realidad en Chile", lamenta Ippolito, que ve "increíble que algunos no quieren ni siquiera que se investigue".

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