Un grupo de profesionales de distintas instituciones lograron crear variedades de frutas 100% chilenas, específicamente uvas, frambuesas y nectarines.

Las nuevas estrellas de la fruticultura nacional se llaman Andes Nec, una serie de nectarinas de piel roja y muy buen sabor, que resisten en óptimas condiciones viajes de 35 a 40 días como los que se requieren para llegar a Asia, MaylenÒ, una variedad de uva de mesa negra, sin semilla, de sabor dulce y excelente vida de postcosecha, que puede permanecer hasta 90 días en frío en perfectas condiciones, lo que también le permite llegar bien a los mercados más lejanos, y Santas, que son tres variedades de frambuesas de mayor tamaño, productivas y que se adaptan muy bien en la industria de fruta congelada.

Andes Nec, desarrollada por la Universidad de Chile y MaylenÒ, desarrollada por el INIA, son variedades frutales creadas íntegramente en Chile.

La gracia de ambos desarrollos es que resuelven un problema crítico para la fruta chilena: resistir en buenas condiciones los largos trayectos que deben recorrer los envíos nacionales hasta sus mercados, que, en el caso de China, pueden ser de hasta cuarenta días en barco.

Mientras que las frambuesas, las cuales fueron creadas por expertos de la Universidad Católica y el Consorcio de la Fruta, vienen a apoyar un rubro muy representado por pequeños agricultores de todo el país.

"Éstos apuntan a sofisticar nuestra oferta exportadora a través de nuevas y mejores variedades adaptadas a las condiciones de nuestro país. Sin duda esto nos permite ser más competitivos en los mercados globales, encontrando nichos comerciales de mayor rentabilidad, y generando capacidades internas para hacer frente a la competencia y visión de largo plazo de la industria", señaló el Vicepresidente de Corfo, Pablo Terrazas.

Rodrigo Cruzat, gerente del Consorcio Biofrutales explicó que "es importante que Chile desarrolle variedades propias porque los criterios con que han sido creadas las variedades extranjeras no siempre coinciden con nuestras necesidades. Cada país define lo que necesita y en nuestro caso tenemos una condición muy determinante que es nuestra lejanía de los principales mercados de consumo".

"Antes Chile dependía 100% de variedades extranjeras, cuyas cualidades eran validadas en nuestro territorio, pero esas variedades no siempre expresaban todo su potencial porque fueron seleccionadas para otras condiciones. Al desarrollar alternativas propias se tiene la certeza de que están adaptadas a nuestras condiciones agroclimáticas y por lo tanto expresarán todas sus cualidades", explicó por su parte Carolina Kusch, jefa de la unidad de transferencia y propiedad intelectual del Laboratorio de mejoramiento genético y calidad de la fruta de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile.

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