Vista desde el piso 38 de un nuevo rascacielos en el centro de la ciudad, Frankfurt parece un sitio en construcción.

Las calles que rodean las ahora icónicas torres de Deutsche Bank, UBA y Commerzbank están eclipsadas por capas de andamios.

Pese a su pequeño tamaño -tiene un millón de residentes- y su injusta pero sólida reputación de ser algo aburrida, Frankfurt está ganando la batalla por el botín del corazón económico británico tras el Brexit: la City de Londres.

Alentados por el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, y los entusiastas emisarios del estado de Hesse, muchas de las mayores instituciones financieras de Europa ya han anunciado su intención de reubicar trabajos en la ciudad alemana.

La paciencia de muchos bancos con las largas negociaciones del Brexit, en las que se debe regular el marco para el mercado exterior y las condiciones para acceder al mercado único, parece haberse agotado.

Morgan Stanley, Citigroup y Standard Chartered están entre los que eligieron Frankfurt como su nueva sede europea, mientras otros como Goldman Sachs y UBS prometieron llevar miles de empleos al centro financiero alemán.

La semana pasada, un estudio de la escuela de gestión WHU-Otto Beisheim sugirió que podría ganar 10.000 nuevos empleos bancarios y unos 88.000 extra en otros sectores en la ciudad y la circundante región Rin-Meno.

También hay reportes en los que se dice que la ciudad se está quedando rápidamente sin espacio de oficinas.

Pero para Oliver Schwebel, el hombre a cargo de Desarrollo Económico de Fráncfort, un organismo encargado de atraer a compañías a la zona, la realidad es la contraria.

"Tenemos planeados 20 nuevos rascacielos", dice, haciendo referencia al nuevo apodo de la ciudad "Mainhattan".

Hay aproximadamente un millón de metros cuadrados espacio para oficinas en Fráncfort con disponibilidad inmediatamente, asegura Schwebel, y un extra de 250.000 metros cuadrados que estarán disponibles en los próximos años. Eso supone casi el triple que el actual nivel de demanda.

Cauto de no parecer triunfalista, Schwebel agrega que, aunque sin duda se ha registrado un aumento de la inversión anticipándose a un éxodo desde la City de Londres, "todos son planes de los últimos 10 o 15 años, que no tienen nada que ver con el Brexit".

Elvin Durakovic, socio de la firma inmobiliaria Knight Frank, también minimiza la supuesta explosión de la considerada capital financiera de Alemania.

"El año pasado, cuando se anunció el Brexit, recibí llamadas: 'Elvin, ¿estás festejando? Elvin, ¿estás feliz porque todo el mundo va a venir a Fráncfort?'", cuenta Durakovic.

"Pero, desafortunadamente, esa no es la realidad".

Aunque "10 u 11" compañías llamaron diciendo que están doblando su tamaño, "la verdad es que la gente está viniendo, viendo, pero no tomando decisiones"

Parte de esto, dice Durakovic, se debe a la renuencia a abandonar la cosmopolita capital británica, donde muchos banqueros han construido sus cómodas vidas.

"Nadie sabe qué ocurrirá en uno o dos años, qué resultará del Brexit, qué pagos se verán forzados a realizar si se quedan en Londres", dice.

"Se sienten bien en Londres, pero tienen que estar preparados".

Trabajadores de la City se resisten a hablar de una "carrera" para exiliarse del Brexit.

La de alguna manera indigna desbandada para los negocios del centro de Londres no está en sintonía con la imagen de seguridad que Frankfurt prefiere proyectar.

Un video reciente producido por el gobierno alemán como parte de la candidatura de Frankfurt para acoger la Autoridad Bancaria Europea, lleno de imágenes de millennials patinando con una vibrante banda sonora, parece más un video musical que una propuesta política.

Y Schwebel es entusiasta al señalar que Frankfurt tiene mucho a su favor: un tamaño manejable, gran parte de la población habla inglés, sus buenas conexiones ferroviarias y barrios familiares.

Para los banqueros, además, ofrece una franja horaria favorable, que permite que el día no termine: se puede trabajar para los mercados asiáticos por la mañana y para el estadounidense por la noche.

Luego está el precio.

"Aquí estamos hablando de alrededor de 38,50 euros (US$46.23) por metro cuadrado al mes", dice Durakovic, de Knight Frank, refiriéndose al costo del espacio de oficina. "En Londres hablamos de aproximadamente el doble".

Pero también es cierto que hay cierta consternación local.

A Rolf Janssen, de la Mieterschutzverein, una agencia local de defensa de los derechos de los arrendatarios -que representa a unos 20.000-, le preocupa que la ciudad, ya una de las más costosas de Alemania, se vuelva aún más cara para aquellos que no tienen los altos salarios que son comunes en la industria de servicios financieros.

La mitad de los habitantes de Frankfurt ganan una media de 2.000 euros (US$2.400) por mes, cuando la renta de un modesto apartamento puedo rondar los US$1.400 o US$1.500, explica.

"Miles de personas vendrán con mucho dinero", dice sobre el anticipado exilio post-Brexit.

"Esto plantea una situación difícil. Ya era difícil para estudiantes o trabajadores temporales (pagar la renta), pero ahora es un problema para trabajadores regulares y la clase media".

Las rentas altas afectarán al mietspiegel, o índice de renta, que se obtiene calculando la media de los precios de las propiedades de los últimos cuatro años, y se usa para regular el mercado de las rentas.

Sin embargo, Janssen dice que no pretende evitar que los trabajadores británicos lleguen a la capital financiera alemana.

"Es muy importante que lleguen tantos banqueros británicos", dice.

Sin embargo, la Mieterschutzverein quiere ver más inversión en vivienda al alcance de todos, un tema que ya será un punto central en las próximas elecciones federales.

Para los administradores de la ciudad, la falta de claridad en los números es un dolor de cabeza.

"Si 10.000 personas aparecen en un año, ¿tenemos espacio? Absolutamente no, dice Paul Fochtman, director de la Escuela Internacional de Frankfurt, en la que estudian muchos de los hijos que quienes trabajan en los rascacielos de la ciudad.

La institución se está preparando para un aumento significativo de alumnos, pero determinar la capacidad requerida es tarea imposible.

"Nosotros preguntamos '¿cuántos vas a traer?' y (el banco) dice 'no podemos decírtelo aún'", afirma Fochtman, mostrando algo de frustración.

"Están viniendo, no hay duda de ello", agrega. "Pero cuantos y qué tan rápido, sigue sin saberse".

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