Matías Fernández sabía que tenía que actuar rápidamente para no verse obligado a despedir a algunos de sus trabajadores.

Como director ejecutivo de la empresa argentina Vacavaliente, anticipó que las ventas de su firma caerían drásticamente en medio de la crisis económica que afectó al país en 2015.

En aquel entonces su compañía no exportaba productos, pero como el mercado interno iba camino a una recesión, Matías se dio cuenta que tenía que mirar más allá de sus fronteras.

Y debía hacerlo rápidamente.

Como estaba decidido a no dejar sin empleo a ninguno de sus trabajadores, el emprendedor -que en esa época tenía 35 años- llevó su empresa a una exposición internacional.

Ahí dio a conocer sus productos de cuero para la casa y la oficina -además de accesorios de moda- frente a potenciales compradores de distintos países.

"Nuestra visión es nunca despedir a nadie", cuenta.

"Estas son las personas que nos llevaron a donde estamos".

En los siguientes tres años la empresa pasó de no exportar nada a vender en 42 países, incluyendo Estados Unidos y Reino Unido.

Y ningún empleado perdió su trabajo.

Actualmente el 75% de los ingresos (US$4 millones) vienen de sus ventas en el extranjero, lo que le ha permitido aumentar al doble su facturación cada año desde 2015, a pesar de los problemas en Argentina.

Atrapado en una crisis económica, el país tiene actualmente una tasa de interés de 60% y una inflación de 48%.

En medio de este escenario, el gobierno de Mauricio Macri ha puesto en práctica una reducción del gasto fiscal y ha eliminado subsidios, provocando una alza en el valor de las cuentas de servicios básicos (que llegó a cuadruplicarse).

Y el peso argentino perdió la mitad de su valor en 2018.

En ese contexto, la administración de Vacavaliente ha sido impresionante, más aún al considerar que su director dejó la universidad cuando ingresó a la compañía como un becario.

Ser argentino puede convertirse en una bendición o una maldición para un negocio. Y el éxito inicial de Vacavaliente se debe en parte a la cultura del país.

Vacavaliente fue creada por unos diseñadores en 2006. La idea era utilizar cuero reciclado para crear todo tipo de productos, desde maletines y cuadernos de notas, hasta estantes para vinos o portaplumas.

Había una abundante oferta del material proveniente de los recortes de la industria del cuero, un subproducto de la gran industria del ganado.

Matías comenzó a trabajar en Vacavaliente hacia finales del primer año de la compañía. Tenía 26 años, cuando ingresó como un pasante, justo antes de que la empresa recibiera un gran golpe de suerte.

Sus productos -hechos a mano- llamaron la atención de curadores del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa), quienes invitaron a Vacavaliente a exponer un producto en una muestra llamada "Destino: Buenos Aires", junto a otros 11 diseñadores.

La pieza que exhibieron en la exposición, sigue siendo uno de sus productos más vendidos: un canguro de cuero que se puede utilizar para poner bolígrafos, notas de papel y teléfonos celulares.

El canguro se convirtió en un gran éxito en la tienda de regalos del MoMa, y el producto recibió cobertura en el New York Times y el Washington Post.

"Fuimos muy afortunados", dice Matías.

"La empresa había comenzado en una sala y no tenía más de un año de existencia, pero de repente nuestro producto estaba expuesto y era vendido en una de los más reconocidas exhibiciones del mundo del diseño".

"Eso nos dio un gran impulso. Nos convertimos en éxito inmediato".

Dos días después de que la exposición fuera inaugurada, el MoMa solicitó una orden del producto 10 veces mayor que el acuerdo original.

Vacavaliente recibió consultas de 20 países interesados en importar sus canguros de cuero.

Con unos 12 empleados, Matías tomó la oportunidad para demostrar que era más que un pasante.

"Poco a poco empecé a notar algunos problemas en distintas partes de la empresa", comenta.

"Comencé a asumir algunas responsabilidades de un modo natural, orgánico".

"Pasé a formar parte del proceso de toma de decisiones de la empresa, lo que me llevó a asumir más responsabilidades".

En la medida que Vacavaliente creció, Matías desarrolló su carrera hasta que eventualmente le ofrecieron ser dueño de una parte del negocio.

En aquel momento, su compromiso con la empresa había llegado a tal punto que decidió dejar sus estudios en diseño industrial para dedicarse a Vacavaliente.

Aunque el éxito de la firma había comenzado en el exterior, lentamente fue focalizándose cada vez más en el mercado interno, hasta que eventualmente dejó de exportar.

Tenía sentido en aquel entonces, porque la economía argentina creció con fuerza durante una década a partir de 2003.

Las ventas locales seguían subiendo en 2011, cuando algunos socios dejaron el negocio y Matías fue designado como director ejecutivo.

Pero cuatro años más tarde, tendría que moverse rápidamente para retomar las exportaciones.

Mark Ramondt, miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Argentina de Emprendedores, dice que Matías tiene el "clásico gen del emprendedor argentino".

Lo que quiere decir con esto, es que Matías está preparado para enfrentar problemas que muchos de los empresarios en otras partes del planeta no entenderían.

"Para sobrevivir aquí, necesitas un alto nivel de espíritu emprendedor solo para llevar el día a día", dice Ramondt.

"Te levantas y tienes que ver qué haces con un dólar disparado, una gigantesca inflación e inseguridad en las calles".

Mientras no se ve que se aproxime el fin de los problemas económicos en Argentina, Matías dice que lleva las cosas como siempre.

"No he administrado un negocios en otras partes del mundo, no sabría como es en otros lugares. Solo conozco esto", dice.

"Trabajo con lo que tengo y no me quejo".

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