La teleserie del Brexit sigue y se extiende. El gobierno del primer ministro británico, Boris Johnson, desafío a sus opositores hoy a intentar derribar el Ejecutivo, un día después de proponer ayer la suspensión del Parlamento y lograr la aprobación de la Reina. 

Desde Downing Street, plantearon que la única forma de detener el divorcio del país con la Unión Europea es derrocando al gobierno o cambiando la ley. 

El enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Parlamento toma vuelo con estas declaraciones y con la renuncia de la líder conservadora de Escocia, Ruth Davidson, quien aunque atribuyó su decisión a "razones familiares", no escondió "el conflicto que tiene con el Brexit". 

"Si bien no he ocultado el conflicto que he sentido sobre el Brexit, he intentado trazar un rumbo para nuestro partido que reconozca y respete el resultado del referéndum, mientras busco maximizar las oportunidades y mitigar los riesgos para las empresas y sectores escoceses clave", escribió en su carta.

Conflicto se recrudece

Más de tres años después del referéndum del Brexit, el Reino Unido se encuentra sumergido en su crisis constitucional más grave en décadas y se dirige hacia una escisión radical de la UE en tan sólo 63 días.

En su paso más atrevido desde que se convirtió en primer ministro el mes pasado, Johnson enfureció a los opositores de un Brexit sin acuerdo ayer al ordenar la suspensión del Parlamento durante casi un mes.

El presidente de la cámara baja del Parlamento, John Bercow, dijo que la táctica de Johnson era un "escándalo constitucional" ya que limitaba el tiempo que el principal pilar de la democracia inglesa, de 800 años de antigüedad, tiene para debatir y moldear el curso de la historia británica.

Sin embargo, Jacob Rees-Mogg, un partidario del Brexit que está a cargo de la gestión de los asuntos del gobierno en el Parlamento, animó a los opositores a hacer lo que consideraran adecuado.

La decisión de Johnson de suspender el Parlamento durante más tiempo del habitual en uno de los momentos más cruciales de la historia reciente británica fue aplaudida por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

 

Publicidad