California ha ocupado hace mucho tiempo un lugar especial en la imaginación de los estadounidenses y de personas del mundo entero.

Es, al fin y al cabo, la tierra de Hollywood, la de los sueños que se hacen realidad. Y alberga a Silicon Valley, la capital mundial de la innovación tecnológica.

A lo que se añade que la región estadounidense también es, según datos revelados esta semana por el Banco Mundial, el epicentro de un "milagro" económico.

Si fuera un país, California sería la sexta economía del mundo.

Lo que es particularmente sorprendente para un estado que hace poco tiempo estaba enfrentando la quiebra fiscal, el desempleo y la sensación general de ser un "paraíso arruinado".

La sexta, tal vez la quinta

Hoy California es otra historia.

Su economía creció 4,1% en 2015, superando rápidamente a la de Brasil y la de Francia, con lo que ascendió de ser la octava a la sexta mayor economía del mundo.

El PIB del estado, el más poblado de su país, alcanzó en 2015 los US$2,5 billones, aproximadamente la dimensión que tenía la economía británica al final del año pasado, antes que la sacudida financiera del Brexit.

Por lo que algunos sugieren que California podría estar en camino de quedarse con el quinto puesto mundial si Reino Unido entra en recesión luego del Brexit.

California también se ha convertido en una máquina productora de trabajos.

Generó más empleos que Texas y Florida combinados, estados que son el segundo y tercer más poblado de Estados Unidos, respectivamente. Y además es el hogar de 4 de las 10 mayores empresas del mundo, incluyendo a Apple y Google.

¿Una lección política?

Pero más allá del orgullo cívico que puedan estar sintiendo los 38 millones de habitantes de California, muchos están buscando extrapolar lecciones políticas que puedan aplicarse al resto del país.

En particular, porque entre 2010, cuando afrontaba una crisis fiscal, y ahora ha estado en el poder un gobernador afiliado al Partido Demócrata, Jerry Brown,quien encabezó la recuperación económica de California.

Más aún, su receta fue tan controversial como aparentemente efectiva: en 2012, cuando el déficit fiscal del estado llegaba a US$15.000 millones, le aumentó los impuestos a los ricos.

Emprendió esa acción al mismo tiempo que llegaban al poder en otras partes del país congresistas y gobernadores del llamado Tea Party, el ala más conservadora del partido Republicano, con una fórmula diametralmente opuesta: la reducción de impuestos y la aplicación de incentivos tributarios a los empresarios.

Referendo

Brown le presentó su idea a los votantes californianos en un referendo por la llamada Proposición 30.

Los votantes californianos aprobaron en noviembre de 2012 un aumento a 13,3% del impuesto estadual de renta a los ciudadanos con ingreso anual superior a los US$250.000, la tasa más alta del país, junto con un alza en el impuesto a las ventas.

Con ello, se mantuvo la inversión pública en áreas como la educación y se mejoró la condición fiscal del gobierno regional.

Conservadores de todo el país predijeron un desastre que ocurriría con el aumento de los impuestos, vaticinando que muchos empresarios se irían con su dinero a otra parte, reduciendo la vitalidad económica de California.

Pero cuatro años después, la región crece casi el doble de rápido que el resto del país.

Y la prodigiosa producción tecnológica de Silicon Valley sigue indiscutiblemente a la cabeza de la innovación en el mundo.

Multiétnico

California es, más que casi cualquier otro estado del país, extremadamente multiétnico.

En 2015, por primera vez, el número de hispanos sobrepasó al de anglosajonesen California.

Ningún grupo étnico tiene la mayoría absoluta de la población. También hay grandes comunidades asiáticas y afroestadounidenses.

California sigue siendo un imán de inmigración en momentos en que partes del discurso político, especialmente el del candidato republicano Donald Trump, han visto endurecida su retórica contra los extranjeros.

Y, por eso, nuevamente, es usado por la izquierda como demostración de la validez de sus argumentos a favor de una posición más tolerante con la inmigración.

Problemas

Pese a lo que diga Hollywood, es difícil pintar a California como un paraíso.

Algunos señalan que las cifras que han llevado al estado a estar entre las seis grandes economías del mundo son más un accidente contable producto de la revaluación del dólar frente a otras monedas como el real brasileño.

Otros indican que esa misma revaluación hará menos competitivas las industrias de California frente a competidores como México, haciendo que los empleos se vayan a otro país.

Y también hay quien se queja de la regulación estatal diciendo que es hostil a los negocios. En 2015, el gigante petrolero Oxy, que llevaba cerca de un siglo basado en Los Ángeles, anunció que mudaba su sede a Houston, Texas.

Sin embargo, por el momento, suficientes empresarios creen en un "sueño californiano" que les impulsa a mantener el crecimiento económico de una región estadounidense que ha experimentado una dramática restauración de sus fortunas en la última década.

 

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