Las expectativas eran muy altas. El consorcio Shell consideraba que los recursos de hidrocarburos en el Mar de Chukchi, en el Ártico, tenían “el potencial de ser muchas veces más grandes que los mayores prospectos de yacimientos en la parte estadounidense del Golfo de México”.

El hecho de que la firma haya decidido detener la exploración y posible extracción petrolera y gasífera en esa zona, ubicada a unos 250 kilómetros de la costa, es visto como un triunfo de organizaciones ecologistas que, desde un principio, se opusieron al proyecto. Greenpeace, por ejemplo, calificó como “una noticia sobresaliente” el cese de las operaciones de Shell en el yacimiento conocido como Burger J.

Causas económicas

Sin embargo, las razones que llevaron a Shell a dar marcha atrás fueron de otro orden. En primer lugar, las perforaciones exploratorias, que tuvieron un costo aproximado de 4.000 millones de dólares, constituyen un proyecto heredado a la actual presidencia de Shell por administraciones anteriores, según reporta este lunes el diario The New York Times. Al parecer, eran vistas como un lastre por algunos ejecutivos actuales del consorcio.

Luego, la compañía aseguró que la posible explotación petrolera en esa zona se enfrentaría a “altos costos”, así como a “un marco regulatorio difícil e impredecible”. Al final, los números tampoco ayudaron. El proyecto, en el cual Shell invirtió una década, arrojó “resultados decepcionantes” que no permitirían amortizar la gran inversión requerida para sacarlo adelante. Los bajos precios del petróleo acentuaron este último factor. La etapa de perforación exploratoria había comenzado en julio pasado, luego de que en mayo el presidente Barack Obama autorizara los trabajos ante la vehemente protesta de organizaciones ecologistas.

Especialistas alemanes opinan

“Muy caro, muy poco exitoso y muy controvertido políticamente”, resumió el diario económico alemán Handelsblatt la decisión anunciada en Londres. El Frankfurter Allgemeine Zeitung, otra de las fuentes más sólidas en Alemania en lo que se refiere a temas económicos, calificó el cese de estas operaciones petroleras por parte de la Shell como “un fracaso de miles de millones” para el consorcio.

Apenas el sábado pasado, Greenpeace convocó a manifestaciones en más de 40 ciudades alemanas en contra del proyecto petrolero de Shell en el Ártico. En un pronunciamiento hecho público este lunes, la organización ecologista se refirió no solo a los aspectos ambientalistas de la decisión adoptada por Shell, sino también a sus repercusiones económicas. “Esta es una victoria para todos aquellos que esperaban evitar derrames catastróficos de hidrocarburos”, dijo la directora ejecutiva de Greenpeace para Estados Unidos, Annie Leonard. “Pero también es positivo que los procedimientos para perforar en el Ártico resulten demasiado costosos como para resultar efectivos”. El gasto de 7.000 millones de dólares hecho por Shell, aseguró Leonard, demuestra que perforar para explorar yacimientos de hidrocarburos es también una mala apuesta para otras compañías petroleras.

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