A los 90 años, falleció esta mañana el reconocido empresario local, José Said Saffie, que forjó uno de los grupos empresariales más importantes del país, con presencia en sectores como la banca, centros comerciales y consumo.

El estado de salud del empresario se agudizó en los últimos días. 

Casado con Isabel Somavía Dittborn, tuvo cuatro hijos. Salvador, el único hijo hombre, comenzó a hace un tiempo a liderar los negocios de la familia.

“Lo mejor que hemos hecho toda la vida es nunca ser dueños de los negocios, somos socios de negocios. No tenemos el control, sino formamos parte de éste. Eso nos ha permitido formarnos y hoy tenemos presencia en varios países”, dijo José Said en 2018, al resumir su fórmula de éxito en los negocios tras recibir el Premio Empresario del Año otorgado por Diario Financiero.

“Si algo nos ha caracterizado en todos estos años, es que hemos hecho de la integración con otros excelentes compañeros de ruta grandes alianzas que han distinguido y enriquecido el progreso de nuestras empresas”, aseveró el empresario tras una de las últimas juntas de accionistas del hoy extinto Banco BBVA Chile, cuando pidió a los asistentes sellar con un aplauso el visto bueno otorgado a la operación con Scotiabank, hace exactamente dos años.

“El rigor del trabajo”

Hasta ese momento el empresario repartía su tiempo entre su oficina en la Torre de la Industria en la que atendía sus negocios familiares y, a menos de tres cuadras, su despacho en el último piso de la torre Scotiabank Chile.

“Personalmente nunca he buscado la exposición pública, y los empresarios normalmente preferimos abocarnos a nuestro trabajo. Un trabajo que en mi caso iniciaron mis antepasados que llegaron desde Belén”, dijo cuando recibió el premio Icare 2003 en la categoría Empresario.

Siempre recuerda la travesía de sus antepasados desde Palestina, como muchos otros que buscaron nuevos horizontes en lejos del dominio otomano. Su abuelo Issa Said Sahourieh llegó a fines del siglo XIX a Perú, y aprovechando su don para los negocios partió en el sector textil que posteriormente asumiría su hijo Salvador Said Kattan. Se instalaron en Arequipa, donde nació José en 1930. “Para mis abuelos y mis padres, esa fue la primera estación de la epopeya. Yo tuve la suerte de nacer en esa hermosa donde viví los primeros cinco años de mi vida”, rememoró el empresario sobre su infancia como único hombre entre 8 hermanas.

La diversificación

La decisión de su padre Salvador de emigrar inició la historia de la familia en Chile. “Tengo por los dos países un cariño que es entrañable, equivalente, genuino e incondicional”, dijo José Said en 2013 tras ser condecorado con la Orden Al Mérito por Servicios Distinguidos, en el grado de Gran Oficial, otorgada por el gobierno de Perú.

La incursión en los negocios se produjo al morir su padre. Junto con convertirse en el jefe de familia, asumió la cabeza de las empresas Rayón Said, Industria Química de Cobre Cerrillos, tejedurías de Rayón Unidas y Compañías de Seguros la Panamericana.

“Hemos desarrollado empresas industriales, inmobiliarias, comerciales y financieras. Mi abuelo Issa Said se inició en ellas como pequeño empresario, formando a sus descendientes en el rigor del trabajo y del emprendimiento. Esa enseñanza la recibí de mi padre y de sus hermanos que trabajaron estrechamente vinculados, lo que se ha proyectado en nuestra generación”, ha dicho el empresario.

En los años 80 profundizó la diversificación. Así es como en 1982, el primer hito del holding a su mando fue la construcción del primer mall en Chile, al que llamó Parque Arauco. Hoy, la empresa que también preside maneja varios centros comerciales repartidos en Chile, Perú y Colombia. En el consumo masivo, ingresó a Embotelladora Andina, presente en Chile, Brasil y Argentina.

En la banca, partió con el BHIF, al que transformó en el BBVA Chile, al incorporar al español Banco Bilbao Vizcaya. Hoy, es parte del grupo Scotiabank.

El sello Said

Ignaciano de formación y cercano a los jesuitas, también es amante de la cultura mapuche, y tiene una colección de joyería araucana.

Uno de sus sellos es la sobriedad y formalidad al vestir. Siempre de traje, hasta en misa dominical hay quienes lo han visto de corbata. De estilo austero, él manejó por años su vehículo, y vivió por largo tiempo en una casa en el sector de Américo Vespucio, de la cual se trasladó hace algunos años a una zona más cercana a las residencias donde viven sus hijos.

En cada premio y reconocimiento, siempre ha recordado y agradecido a su esposa Isabel y a sus hijos Isabel, Constanza, Loreto y Salvador Said Somavía, a quien pasó la posta al frente de los negocios.

“Mi papá es un gran modelo, y también es un desafío”, señaló Salvador en una ocasión sobre la tarea de proyectar la labor de su padre como uno de los empresarios más importantes del país de los últimos 30 años.

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