Dos meses después que los diputados británicos tumbasen estrepitosamente su controvertido acuerdo de Brexit con Bruselas, la primera ministra Theresa May vuelve a presentarlo al Parlamento el martes, en un nueva votación histórica que podría resultar en otra derrota.

En un esfuerzo de última hora, May voló el lunes por la noche a Estrasburgo, sede de la Eurocámara en el noreste de Francia, para encontrarse con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Tras dos horas y media de reunión ocurrió un nuevo giro dramático en este culebrón político sin precedentes: poco antes de medianoche ambos anunciaron haber llegado a un entendimiento sobre el punto más conflictivo del acuerdo, la "salvaguarda irlandesa".

Este mecanismo busca evitar la reinstauración de una frontera física entre Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte para proteger el frágil Acuerdo de Paz de 1998.

Pero los diputados euroescépticos en el Partido Conservador de May temen que deje, de hecho, a Reino Unido atrapado indefinidamente en las redes europeas.

La solución presentada por May y Juncker en Estrasburgo consiste en un intrincado "instrumento conjunto legalmente vinculante" por el cual Reino Unido puede denunciar a la UE si considera que esta actúa de mala fe para imponer una "salvaguarda irlandesa" permanente.

Y también en encontrar "arreglos alternativos" para la frontera en Irlanda a partir de diciembre de 2020. 

Calmar los temores 

Falta ver si este acuerdo a menos de 24 horas antes de la votación bastará para calmar los temores del Parlamento británico y girar las tornas de la votación de enero, cuando 202 diputados votaron a favor del acuerdo y 432 en contra, entre ellos más de cien rebeldes conservadores.

Uno de los elementos claves de la votación reside en lo que hagan los diez diputados del Partido Democrático Unionista (DUP), una pequeña formación norirlandesa en cuyo apoyo se basa la frágil mayoría parlamentaria de May.

Este partido ultraconservador siempre se ha opuesto a que Irlanda del Norte tenga un trato diferente al del resto de Reino Unido y no está claro si el nuevo arreglo con Bruselas será suficiente para satisfacerles.

Pero a solo dos semanas y media de la fecha prevista del Brexti, el 29 de marzo, los diputados norirlandeses, al igual que los rebeldes conservadores euroescépticos, podrían considerar que es mejor aprobar ahora lo que tienen que arriesgarse a que, después de tantos años y estando tan cerca, todo el proceso acabe yéndose a pique.

Aplazamiento ¿para qué? 

La votación debe comenzar hacia las 19h00 (locales y GMT).

Si los diputados tumban de nuevo el texto, según la prensa británica, el equipo de May contempla la posibilidad de presentarlo al Parlamento una tercera vez, aunque todo dependería de cuántos diputados voten en su contra: una desventaja de más de 60 parece muy difícil de remontar.

La primera ministra se comprometió además a consultar el miércoles a los parlamentarios si están a favor o en contra de un Brexit sin acuerdo.

El Banco de Inglaterra advirtió que este escenario, el más temido por los medios empresariales británicos, sumiría al país en una grave crisis económica, con disparada del desempleo y la inflación, desplome de la libra y el precio de la vivienda y casi el 10% de reducción del PIB.

Si los diputados rechazan también un Brexit sin acuerdo, lo que, tendiendo en cuenta votaciones anteriores parece muy probable, el jueves debería haber un tercer voto sobre la posibilidad de pedir a la UE un aplazamiento de la fecha del Brexit.

Pero éste necesitaría la aprobación por unanimidad de los líderes de los otros 27 países del bloque y estos ya advirtieron de que solo lo considerarían si tiene un propósito claro. Y no simplemente para seguir prolongando un bloqueo que consideran motivado por cuestiones de política interna británica.

Un aplazamiento podría acabar desembocando en la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas o en la organización de un segundo referéndum, una opción que choca con el rechazo frontal del gobierno pero que cada vez tiene más adeptos entre quienes querrían anular el Brexit simple y llanamente.

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